Final: El pájaro abrió su jaula.

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FINAL
El pájaro abrió su jaula.

FINALEl pájaro abrió su jaula

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ELOÍSE

Mi respiración era rápida y febril, el bosque parecía cobrar vida a mi alrededor, podía compararlo con el emblema de Revival, serpientes enroscándose en su nido.

Mi corazón latía con tanta fuerza como para dejar mis oídos zumbando.

Los sonidos se dispersaron como siseos, árboles reptaban y se movían hacia mí.

Ramas crujiendo bajo mis pies a cada paso desenfrenado.

──Por favor, espera, por favor.

Los gritos de Serena me obligaron a retroceder, volví para comprobar que estaba bien y entera, Stefano, un tipo que conoció en el Revival, no tardó en alcanzarnos.

Sentí el sudor salado correr para esconderse entre mis pechos, hasta mis labios y otro descender con un escalofrío por mi columna.

──Quizás deberíamos subir a los árboles ──opinó él──, escondernos, correr en campo abierto solo nos deja en desventaja.

──No ──decidí──, escuché el pasar de un auto, hace poco, estamos cerca de la ruta y si la alcanzamos ya no podrán tocarnos.

──¿Tú cómo lo sabes? ¿Te lo dijo ese rubio?

Se llamaba Víctor, si podía guiarme por algo de lo que dijera, recordé su voz grave contra mi piel, como intentó retenerme antes de que saliera huyendo.

Pero no podía solo huir y esconderme, tuve que volver por Serena, sabía que ella lo hubiera hecho por mí.

──Síganme por este camino, por aquí.

Ellos lo hicieron, a regañadientes, entonces escuché una flecha cruzar muy cerca y muy fuerte.

El cielo ya se iluminaba en tonos blanquecinos, el alba comenzaba a mostrar sus cálidos haces de luz, solo debíamos resistir.

Un poco más.

──Es la pelirroja ──rugió Stefano──, tiene las flechas marcadas.

Tiré de Serena con más fuerza, me aferré a su muñeca, ya casi llegamos a la ruta, estuvimos cerca.

Casi lloré del alivio, cuando Serena quedó fuera de mi alcance y caí, mi cuerpo no pudo predecir ningún impacto, tuve que haber resbalado por una pendiente, solo me quedó intentar proteger mi cabeza.

Lo hice, pero fue mi estómago el que recibió el impacto de una roca, escupí sangre.

Tosí mientras mi pecho silbaba en busca de aire, como pude, barro en las palmas y rodillas, acerté a ponerme de pie.

Unos zapatos de cuero bien lustrados irrumpieron en mi campo de visión.

Alcé la vista para encontrarme con él.

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