28 | Mil preguntas, pero ni una respuesta.

Začít od začátku
                                    

Una suave tela decoraba una camisa, camisa que se decidió poner la joven junto con un saco lila que cominaba con la falda que llevaba puesta. Su cabello rubio se caia en hondas muy elegantes hasta su cintura. Eva sabía lucirse con sus perfectos atuendos y formas de peinarse.

A los minutos de estar pronta, salió de su habitación y al bajar las escaleras se encontró con su hermano que movía inquieto su pie sobre suelo, dándole pequeños golpes a este sin parar. La paciencia no era una virtud que destacaba a su hermano. No sabía esperar, todo tenía que ser rápido y a ella le ponía de mal humor que la apuraran. Entre los se armaba un combo totalmente explosivo.

──Si demorar fuera un crimen, ya te hubiesen condenado a perpetua.

──Mientras esperabas, ¿Ingeniabas una frase para contraatacar lo anterior?

Soltó una risa haciendo que el contrario saliera primero de la casa y dejándola atrás, con rasgos en su rostro que delataban lo enojado que se le veía. Lo que para Eva acababa de confirmar que si, efectivamente el se había quedado pensando algún tipo de contraataque y eso lo que causaba más gracia todavía.

Después de aquello fue corto el viaje, ninguno de los dos emitió sonido desde que se fueron. La música y la lectura de un libro pequeño de Eva, era el ambiente que estaba en ese momento. Los pasos curiosos de la joven resonaban por las calles de la excéntrica feria de la ciudad. Música, bailes y talentos se podían sentir desde las veredas, el ambiente, además de sonoro, resultaba ser uno sereno, donde todos se ayudaban y estaban para el otro. Multitudes de personas en sus puestos vendiendo infinidades de elementos variados; desde libros, a discos de vinilo, joyas y accesorios para vestir y típicas comidas hecha por la gente que desde muy temprano comenzaron a vender. A Eva sólo le interesaba un único puesto. El de los libros.

──No demores mucho.── Eva rodeo sus ojos y se dispuso a ver a sus alrededores.── Tengo que salir de noche, no quiero llegar tarde.

──¿A dónde vas?── preguntó llevando su mirada a el.

──A comprar un cazador de curiosos.

──¿Un que?── fruncio su ceño sin entender a lo que se refería, el se rió y negó levemente.

──Oh, soy un genio. Acabo de cazar uno, sin ninguna máquina y uno muy estúpido.── A lo lejos se podía divisar un pequeño puesto de libros, puesto que tuvo la atención completa de Eva.

──Eres patético.──rodeo sus ojos y con su mano jalo la manga de su hermano y luego fue tirando de este hasta llegar al puesto.

──Tratame con delicadeza que me rompo.── se acomodó las hombreras del saco que se bajaron por el tirón que sufrieron.

──A ver si te rompes y se te va un poco el ego.

El sonrió acomodando su cabello elegantemente. ──Es inevitable, querida.

Eva suspiro negando por las palabrerías que su hermano tiraba. Sus ojos se vieron inmersos en el puesto finalmente, viendo los maravillosos clásicos que se encontraban todos apilados en una enorme torre de libros; Romeo y Julieta, Jane Austen, Mujercitas, Don Quijote, La Divina Comedia, Oscar Wilde y miles más que Eva se disponía a leer su breve descripción en la tapa de atrás que se encontraba en los respectivos libros.

Mientras Eva se dedicaba a leer con entusiasmo los clásicos. Los ojos de su hermano vagaron por el lugar hasta encontrarse con una figura bastante conocida, que para el, hubiese preferido encontrarse en ningún momento. Se detuvo unos segundos en mirarlo con detenimiento, observando para asegurarse que era esa persona. Su vista se volvió a sus zapatos cuando el contrario se dio cuenta de su presencia y el ritmo de su corazón se volvió nervioso y acelerado. Volvió a su compostura intimidante para no verse sospechoso, pero por dentro se moría por un filoso nerviosismo. Su mirada en alto esperando a que su hermana termine su pequeño momento entusiasta con los libros.

Hablándole a la luna de ti ©Kde žijí příběhy. Začni objevovat