Un sol cálido se filtraba por los vidrios de aquellas elegantes ventanas, iluminando cada rincón de la habitación haciéndolo lucir mucho mejor a cuando está oscuro y sólo las sombras de los objetos se podía ver. Incluso los rayos de este llegaban el maquillaje que la joven olvido limpiarse de anoche. Y con una mueca de desagrado, por que le molestaban, comenzó a abrir sus ojos lentamente como si fueran dos persianas.
El ruido de la puerta siendo abierta bruscamente provocó que tomará con sus manos las sábanas y se ocultara entre ellas, sin querer ver ni un poco de luz solar.
──Se que estas despierta, Eva. Es mejor que te vayas levantando o me iré sólo a la feria.── Exclamó un muchacho que se apoyaba contra el marco de la puerta, con aires de que no tuvo una buena mañana y con su mirada hacia cualquier punto de la habitación.
──¿Crees tu que esas son maneras de despertar a alguien?── gruñó destapandose con fastidio y llevando sus pies al suelo, sus dedos se cerraron sobre la madera al sentirla tan gélida ¿Por qué si había sol las maderas no llegaban a ser un poco cálidas?
──Me da igual. Sólo quiero que te levantes por que vamos a llegar tarde. ──sus ojos casi verdes finalmente tuvieron contacto con los de Eva, sintiendo como esta lo miraba molesta y el negó. ──Ni me mires así, yo te dije que nos íbamos temprano o no tendríamos lugares. Tu elegiste ir a esa fiesta, llegar tarde y quedarte no se que haciendo en la ventana en la mitad de la madrugada.── la excusó con su dedo índice.
──Sólo disfrutaba la noche...── musito recordando como escribía en su libreta, a la luz de la luna, lo bien que la paso esa noche, dándoles también un pequeño protagonismo a los malos sucesos que también paso, escribió tanto que luego su mano había comenzado a doler y tuvo que darse un descanso.
──¿Mirando a la luna?── elevó una de sus cejas y haciendo su mirada intimidante que tanto lo caracterizaba.
──Si, ¿Por qué no? A veces esta bien tener un buen momento para uno y mirar la luna me parece increíble...
──Estas loca. ──negó masajeando su cien, Eva le mostró su dedo corazón y este rodeo sus ojos por sus ocurrencias.── Vístete y nos vamos.
──Necesito desayunar, aún no como nada.
Se levantó de su cama, con las sábanas alrededor de su cuerpo y poniéndose sus pantuflas, yendo hasta donde estaba su hermano que se encontraba con una mano en los bolsillos.
──No tenemos tiempo...──puso por completo la palma de su mano en el rostro de la joven y la obligó a dar unos pasos a atrás.──Te vistes y comes allá.
En modo de reproche Eva chillo enojada.
──¡Sos un fastidio! sólo quieres ir a ver mujeres que puedan levantar tu ego...
La interrumpió de forma rápida.
──¿Acaso es un crimen?── ironizó.
──¿Acaso es un crimen ser tan fastidioso?── replicó elevando una de sus cejas y viéndolo con una de sus peores caras.
──Vístete ya.
Con una voz de enfado cerró de un portazo la puerta haciendo que Eva se sobresaltara en su lugar. Sus rasgos se transformaron para hacerle burla y fue a ponerse una vestimenta acorde para ir a la feria. Siempre se hacían este tipo de ferias, donde se podía jugar a diversos entretenimientos, tambien vendían revistas y libros clásicos de autores famosos característicos de la época. A Eva le encantaba este tipo de cosas y sobre todo la venta de libros, leer era su gran pasatiempos después de tomar café y escribir en su libreta.
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Hablándole a la luna de ti ©
Teen Fiction«Cuando la luna este acompañandote por tu jardín, imagina que también estaré yo, a tu lado. Cuidare tu caminar y te deseare las buenas noches, mi querida...» Una historia radicada en 1940 en la excéntrica ciudad de Buenos Aires. El otoño sabía agrid...