22. El cielo es mío

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Holaaaaaaa, les dejo el capítulo de hoy y el sincero deseo de que lo disfruten. Un abrazo 💗
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"Quiero atarme en tu cintura, y desatarnos a oscuras
Hasta que no importe nada más...
Voy cerquita de las nubes, sentir que la dicha sube
Te juro que no te arrepentirás.
Tan solo por un día, una noche, una vida...
Ya nadie va a quitarnos la alegría
Ven, pasito a paso, contágiame el calor
Quiero abrir el fuego contigo.
Quédate en mis brazos hasta que salga el sol"

Después de haber hecho el amor en el sofá y haberse arrancado orgasmos, gemidos y gritos de placer, se mudaron a la habitación de ella, con la intención de descansar, pero aquello no sucedió. A penas se sintieron juntos en la cama que tantas veces había sido testigo de sus ansias, se volvieron a amar, esta vez más lento, con paciencia, disfrutando de la intimidad que compartían y del amor que sentían. Mayte fue la primera en caer rendida en brazos de Morfeo, esta vez se acostó de lado y Manuel la amarró a su cuerpo abrazándola por la cintura y acomodando su cabeza en su cuello. El alba la recibió sintiendo sus labios subiendo y bajando por su espalda desnuda, besando, lamiendo y mordisqueando a su gusto, la rubia lo dejó hacer sin abrir los ojos, disfrutando el tacto de su barba en su piel que no sabía porqué le resultaba tan exquisito. Le hizo saber que estaba despierta con un gemido cuando Manuel ya había atrapado el lóbulo de su oreja con sus dientes mientras estrujaba su seno apretándola más aún, como si eso fuera posible, a su cuerpo. Mayte intentó girarse para poder besarlo pero él no la dejó, gruñó indicándole que eso no era lo que él pretendía, en cambio, bajó su mano repasando su cintura y cadera para luego dirigirse hacia su zona íntima mientras afincaba su boca en su cuello, haciéndola perder poco a poco la cordura, él prosiguió con aquel masaje que la hacía retorcerse de placer clavando sus uñas en su muñeca hasta que Mijares decidió que era momento de dejarse de rodeos, entró en ella sin vacilaciones, escuchando un gemido que casi lo hace perder el control, ancló su mano en su cadera y le hizo el amor abrazando su cuerpo intentando transmitir a parte de un sublime placer, su amor. Pronto sintió como ambos cuerpos se tensaron y liberaron en un orgasmo abrasador.

- Te dije que el sexo de reconciliación era el mejor- Interrumpió el silencio dejando un beso en sus hombros mismos que segundos antes había mordido sin compasión.

- Ajá, te creo gordito - Suspiró riendo para luego girarse y mirarlo a los ojos finalmente- Te amo - Afirmó acariciando su rostro con dulzura y rozando su boca con la suya.

- Te amo- Respondió Manuel al separarse de esa muestra de cariño, para prontamente acobijarla entre sus brazos y volver a dormir un poco más ya que aún el reloj no rondaba ni las 7.

- ¡Maldita sea! ¡Nos quedamos dormidos! - Exclamó contrariada al mirar el reloj de su teléfono , el cual tenía varios mensajes de su hermana mayor indicándole que pronto llegaría a su casa. - ¡Manuel! ¡Despierta! - Indicó al hombre que aún dormía en su cama y que no abrió los ojos hasta que sintió una almohada estrellarse en su cara- ¡Carajo son más de las 10!

- May que son estas maneras se despertarme- Se quejó tallándose los ojos tranquilamente.

- ¡¿No me escuchas?! Son las 10:15, tienes que ir a por tus hijos, Isabel está por llegar con mis sobrinos y no quiero que nos encuentren en una situación comprometedora, a parte que ni siquiera hemos desayunado y los perritos tampoco- Explicó mientras corría hacia la ducha. Manuel la miraba divertido pues ver a la rubia enojada le parecía lo más tierno de la vida. - ¡MANUEL! - Gritó desde el baño demandando que se diera prisa.

- Que si, ya voy gruñona- Aquello último lo dijo bajito para que no la escuchara pero para su mala suerte la rubia lo había hecho.

- ¡Te escuché! - Acusó frunciendo el ceño al verlo entrar por la puerta. Manuel le quitó el mal humor a punta de besos suaves a modo de buenos días.

Empecemos a vivirWhere stories live. Discover now