🍅🌻 → [𝑺𝒂𝒔𝒖𝑯𝒊𝒏𝒂 𝑴𝒐𝒏𝒕𝒉 2022]

➸... 𝑫𝒓𝒂𝒃𝒃𝒍𝒆「 🍅☀ ... 𝑫𝒊́𝒂 12 」

↷𝑫𝒊́𝒂 𝑿𝑰𝑰
「 𝐊𝐨𝐢 𝐧𝐨 𝐘𝐨𝐤𝐚𝐧: una premonición percibida por dos personas que un día se enamorarán 」

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[ 𝑎𝑙𝑡𝑒𝑟𝑛𝑎𝑡𝑖𝑣𝑒 𝑢𝑛𝑖𝑣𝑒𝑟𝑠𝑒 ]

Su torpeza provocó que se conocieran.

—Hey, ten más cuidado.

Como si se tratara de una de esas novelas para jovencitas que leía de vez en cuando, un apuesto hombre salido de la nada la había salvado de estrellarse contra el piso y sufrir el dolor del inminente golpe cuando se enredó con sus propios pies al caminar. Avergonzada se apartó de su firme agarre luego de agradecerle entre balbuceos; atónita quedó al darse cuenta que su héroe era el reconocido 'Ogro que vivía en la cabaña a las afueras de la aldea'.

A Hinata no le gustaba dejarse llevar por los prejuicios y chismes de los aldeanos; cada quien tenía su propia manera de pensar y se formaba un criterio en base a lo que veía o captaba en alguien más. La gente había llegado a un mutuo acuerdo de nunca mencionarlo en voz alta, pese a que los callejones eran el sitio preferido para hablar sobre las vidas ajenas; nunca se platicaba en presencia de la persona en cuestión, pero a espaldas de ésta la situación era muy diferente. Era una sociedad entrometida e hipócrita, tanto que incluso ella misma empezaba a sentirse cada vez más asfixiada de compartir el mismo entorno que aquellos que se atrevían a echar pestes de los demás, fingiendo luego no saber nada al respecto.

Y Sasuke Uchiha, para desgracia de su tranquilidad, había sido la mayor de las habladurías en aquel lugar cuando se le apodó como un monstruo ermitaño, por el simple hecho de no querer convivir con sus vecinos. Hinata pensó que era una razón bastante absurda para formar una opinión equivocada sobre él.

Por eso no dijo nada cuando aquel hombre simplemente la observó sin hacer el amago de moverse de su lugar o de regresarle un simple 'de nada'; por eso no evitó que sus pies nuevamente tuvieran control propio por encima de las órdenes de su cabeza y la llevaran lejos de aquel sujeto que no dejaba de vigilar sus pasos con descarada curiosidad; por eso no paró de caminar hasta que llegó a la seguridad de su propio hogar y se permitió exhalar un pesado suspiro.

Cuando se cercioró que absolutamente nadie podía verla y escucharla, Hinata permitió que sus mejillas enrojecieran y sus ojos perlados se cristalizaran; una de sus manos abarcó con fuerza la tela de su yukata, justo por encima del pecho que resguardada a su palpitante corazón, y mordió su labio inferior cuando el retumbar del vital órgano se hacía cada vez más y más errático.

Era la primera vez en toda su vida que se sentía de esa manera y estaba asustándose. ¿Qué estaba pasándole? ¿Acaso ese hombre le hizo algo sin que se diera cuenta? ¿Realmente era una amenaza a su bienestar, tal y como decían los lugareños?

No.

Él no era peligroso. Simplemente se dio cuenta, por primera vez, que no era inmune al atractivo de un hombre.