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Horas, días, y un año para verse. Tu, Mio, Mira y Miya se veían todos los años en tu cumpleaños.

Tus padres te dejaban, pero no les parecía importar tus razones e intenciones. Era un deseo de cumpleaños, te tocaba comportarte de la mejor, hablar lo necesario, no pedir nada que no fuera de la escuela y jamás, nunca, ni aunque tu vida dependa de ello traer problemas.

Esas eran las reglas que debías seguir para conseguir ese viaje. No era caro, pero tampoco barato.

Llegó el día de tu cumpleaños número diecisiete, bueno, el regalo del día de tu cumpleaños. . Un año para ser legal, tu sabias que tus padres no te echaran, tampoco te obligarán a trabajar, pero te exegiran las mejores notas del curso y que obtengas el mejor trabajo que puedas, en realidad no, el trabajo que ellos te exigan que obtengas.

Posiblemente sea de los mejores del país o algo. Tu no tenías interés en una carrera en específico, todas o la mayoría parecían igual. Pero, tus padres no lo miraban de es manera, tu debías ser un doctor, un abogado y por última opción un maestro que trabaje para el gobierno. Ellos tenían contactos y te darían el mejor lugar, si ellos lo deseaban.

Después de todo el día llego, el día más esperado de todo el año llegó. El día que irías al bello lugar que te gusta llamar, hogar. Se siente de esa forma, el único lugar donde puedes ser tu mismo, hay gente que tú amas, que te aman y te aceptan tal como eres.

"Queridos pasajeros, hemos llegado al tan deseado destino." Escuchaste. Muchas personas tomaron sus cosas y empezaron a ponerse de pie.

Todos bajaron, aunque tenías muchas ganas de ver a tantas personas, pero mucha gente se empujaba y aplastaban entre sí. Lo mejor sería esperar, a que baje un poco la cantidad de personas.

Eventualmente bajaste del avión, pasaste por algunos trámites y cosas para asegurarse que no traías drogas o algo por el estilo.

Cuando terminaste los trámites por fin lograste ver a las personas que tanto apreciabas. En un momento ellos lograron verte, el pelirrojo no dudo ni un segundo en abrazarte. En medio del abrazo te levantó y lo único que hiciste fue reír, puede que odies el contacto físico, pero Reki es una de las muy pocas excepciones.

Abrazaste a la mayoría estaban allí, estaban Langa, Reki, Masae, las gemelas y Tsuhiki. Te puso en duda el porqué Miya no estaba allí, pero no le pusiste mucha mente.

"Dios, no sabes cuanto te extrañe." Exclamó Reki, el te abrazó de nuevo sin dudarlo. Él se mostraba abiertamente feliz.

"Yo también." Dijiste una sonrisa. No te negaste al tacto. "Pero," cortaste el abrazo. "Tengo un buen de hambre, ¿podemos comprar algo en el camino?"

"Tenemos comida hecha en la casa. Además, no hay nada como la comida casera." Dijo Masae.

"¡Pero, no quita lo deliciosa que es la comida rápida!" Exclamó Tshiki, era obvio en broma pero no quita la verdad en sus palabras.

"No se puede negar." Dijiste con una sonrisa.

"¿Ustedes la van a pagar?" Pregunto Masae. Hubo un silencio. "Exacto, ahora vamos a comer que T/N a de tener mucha hambre." Ella empezó a caminar hacia la salida.

Reki te ayudó con las maletas, todos empezaron a irse hacia la salida para por fin estar en casa, pero tu por otro lado bajaste el paso y tomate de la camisa a Langa, para que hiciera lo mismo.

"¿Qué tal todo con Reki?" Preguntaste con una sonrisa.

"Bien. ¿Por qué te dijo algo?" Preguntó Langa.

"No, pero pensé que habían dado el gran paso." Dijiste.

"¿Qué gran pasó?" El preguntó, pero antes que pudieras responder el se acercó a ti y se respondió a sí mismo. "¿Sexo?"

Te la tapaste la boca. "No. Eso no, no necesito saber eso si han hecho eso. ¿Okay?" Le destapaste la boca. "Me refiero a si viven juntos o si ya estan comprometidos."

"¡Oh!" Langa sonrió. "No, aún no hemos hecho ese paso." Explicó el peliazul.

Cuando menos acordaron estaban enfrente del auto que los llevaría a su destino. Sentías bastante cansancio, pero el hambre te mantenía despierto.

Al final si comiste y escuchaste tantas anécdotas por parte de todos, sentías que habia pasado una eternidad desde la última vez que los viste.

Después de comer la sopa Wan Tan, tu fuiste a descansar. Te costaba mantener los ojos abiertos, necesitabas dormir en paz, luego irías a ver a Miya o dejarle un texto.

En ese momento lo único que te importaba en ese momento era acostarte y dormir en tu cama. No sabias y tampoco te importaba saber cuando ibas a despertar.

Me preguntó dónde estará Miya.. Fue lo último que pensaste antes de quedar dormido.

Dos DesconocidosWhere stories live. Discover now