19

711 87 6
                                    

Kira te dijo que Miya no parecía muy feliz. Suspiraste levemente, no sabías que hacer. Kira bajo de tu espalda, coloco una mano en tu hombro y elle sonrió, asintiendo levemente. Como si supieras que querías hablar con él o saber si encontraba bien.

"¡Ve!" Exclamo Mio, dándote un empujón a que vayas con él. Tu asentiste con una sonrisa de alivio, cada día le tenías más aprecio a los mellizos. Definitivamente darías la vida por ellos. Fuiste a donde Kira apunto que habia ido antes.

Corriste para hablar con él, no sabías por qué tanta necesidad en porque hablar con él, el por qué darle una explicación, puede que suene cliché, pero ahora que lo pensabas cada vez que hablabas con el sentías a lo que llaman mariposas, no sabías lo que sentías en absoluto sinceramente. Posiblemente en una telenovela seria descrito como amor joven, amor verdadero, pero la verdad tenías miedo, no que te sintieras insuficiente para Miya o algo así, solo que tenías miedo de que fuera una maldita confusión y toda esta amistad sea tirada a la basura por una confusión, porque Miya es como tu primer amigo, si no incluyes a Kira y Mio. No sabias que era todo ese sentimiento, pero ahora solo sentías la necesidad de explicar.

"¡Miya!" Exclamaste cuando viste a Miya en los pasillos, el pelinegro se detuvo, pero no se giró a verte. En un momento te diste cuenta que todos te miraban, pero no te importo eso era raro, muy raro. Tenías la respiración agitada. "No es lo que-"

"No somos nada T/N, no me debes ninguna explicación." Miya se giró y coloco su mano en tu cabeza.

"Pero, yo-" Miya sonrió. Te detuviste.

"Tenemos clases, vamos." Miya empezó a caminar y tú fuiste detrás de él.

¿Por qué me dolió? 'No somos nada', entonces, ¿Por qué pienso en ti todo el tiempo? ¿Por qué me haces sentir de esta forma?... No lo entiendo, no me entiendo...

Ambos fueron al aula, hubo un silencio incómodo. Esta vez sentías lo incómodo. La maestra no estaba en el aula, Miya no te volteo a ver en ningún momento. Querías decir muchas cosas, pero no dijiste nada. Miya se sentó en su asiento,

¿Me está ignorando? ¿Está enojado? ¿Qué hice esta vez? Lo arruine, ¿Por qué siempre lo arruino?

Abriste los labios, pero los cerraste. Caminaste a tu asiento y te sentaste. Suspiraste, colocaste tu cabeza en la mesa.

La clase empezó, no prestaste tanta atención como se debía, pero Miya no parecía molesto. Las clases fueron normales y como tu mente te odia te empezó a recordar que tu madre aún estaba en la casa y se te veía con cara de 'enojado' te empezaría a decir ¿Qué te ocurre? Pero si le llegas a decir que nada, te continuara molestando con la misma pregunta, en algún punto se aburrirá, te dejara molesta y te pondría hacer quehaceres como su venganza o algo así.

Cuando la campana sonó para la salida Miya fue el primero en levantarse e irse. Te levantaste y te despediste de Kira y Mio.

Como la mayoría de las veces Reki te esperaba en la salida. Tu no habías visto a tu madre en la escuela, aún. Eso te hacía sentir un poco mejor. Fuiste caminando con Reki a casa, hablaron de varias cosas en el camino a casa.

"Hey Reki, ¿Cómo fue que te declaraste y estabas seguros de tus sentimientos?" Preguntaste.

"Oh~ ¡Mi primito tiene una cruz!" Dijo Reki, suspiraste. Se podría decir que esta era la oportunidad perfecta para que Reki se vengara, si se puede decir. "¿Quién es? ¡Déjame adivinar! ¡Miya!" No contestaste.

"Tal vez, no sé lo que siento." Suspiraste. En busca de una respuesta, tal vez una ayuda no sería nada mal.

"Lo vi venir." Reki murmuro. "Bueno, digamos que ignore este sentimiento por Langa hasta que me empezaste a molestar con él." Miraste sorprendido a Reki, ¿eras la razón por la que ellos están en una relación en este momento? "Además, ustedes dos siempre hablaban del otro y no estoy seguro que si odias a alguien hablas todo el tiempo de esa persona," no sabías que decir, tal vez lo de ser ciego va en la familia. "Parece que se gustan desde hace un buen de tiempo." Reki coloco su brazo en tu hombro y jugo con tu cabello. Sonreíste, al igual que Reki.

Ambos caminaron y siguieron conversando sobre cualquier cosa que se le venía a la mente en el camino. 

Dos DesconocidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora