Capítulo 4: La tormenta

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- ¡Es la sala de control de la navegación! ¡Y no hay nadie al timón! -Exclamó Temis abriendo los ojos, sin creer lo que acababa de ver.

Kairos ya estaba de pie, intentando ver a través de la ventana desde la sala de control del barco. El horizonte marino apenas se alcanzaba a percibir, por las nubes grises que combinaban con el mar picado y casi negro. Los otros dos se incorporaron y un escalofrío les paso por la columna vertebral al ver el espectáculo de la tormenta eléctrica en el que se encontraba la embarcación.

-Busquen por las ventanas de los lados. Hacia dónde podemos dirigirnos que sean aguas más calmadas. -Dio la instrucción Kairos.

- ¡Veo otros tres barcos hacia la derecha! Parecen aguas más tranquilas. ¿Puedes dirigir el barco? -Preguntó Temis dirigiéndose hacia Kairos, quien parecía tener todo bajo control.

-Realmente nunca he manejado un barco, pero ¿qué tan difícil puede ser?

Se sentó en la silla del piloto, y vio lo más parecido a un timón y lo guio hacia la derecha. Por la impresionante tormenta, esto causó que el barco se empezara a mecer más.

-Llamaré a los otros a ver si alguien sabe navegar un barco. -Exclamó Prometeo que se dirigía al camino por el que habían llegado.

Kairos se quedó a solas con Temis.

-Hay demasiados controles, ¿sabes que significan?

-La verdad no, pero creo que lo más conveniente será que tratemos de ir a la derecha con esos otros barcos. Tal vez finalmente alguien nos pueda explicar cómo llegamos aquí.

Kairos entonces adoptó una posición de concentración total, por lo que Temis no lo quiso interrumpir, y sentándose en la silla del copiloto, intentó de mantener los ojos abiertos, y evitó gritar del miedo que sentía cada vez que se mecía el barco de manera más fuerte. Para Temis pasó una eternidad, pero realmente solo habían sido 5 minutos desde que Prometeo se había ido en busca de sus compañeros y había regresado.

-Estoy aquí. Ponto nos va a ayudar. -Explicó Prometeo.


Kairos se levantó del asiento, cediéndole el protagonismo y Temis le cedió su asiento a Kairos, porque él parecía saber qué hacer, y ella congelada de pánico no iba a ser de ayuda. Ella volteó su cara, ya no quería ver hacia la ventana. Logró agarrarse de un barandal en la parte de atrás de la sala de navegación. Prometeo agarró su mano y la guio hacia unos asientos en el fondo. Ella estaba petrificada de miedo. A pesar de no seguir viendo a través de la ventana, Temis seguía recordando las inmensas olas, como montañas rusas, por las cuales estaban navegando. Escuchaba como Ponto y Kairos se hablaban, pero no alcanzaba a escuchar lo que decían. Ella empezó a tener un ataque de pánico, y a respirar muy rápido, su visión se hizo borrosa. No le había pasado sino desde el tercer grado de primaria. Prometeo se dio cuenta, por lo que la abrazó para que no se golpeara con los movimientos bruscos del oleaje y no se cayera del sillón en el que se encontraban.



Ella se despertó sintiendo unas cómodas cobijas que la calentaban. "Es la peor pesadilla que he tenido hace mucho". Abrió los ojos y se desperezó con entusiasmo.

-Ya a los dos nos pasó lo mismo. -Ella reconoció una voz familiar, muy familiar. Volteó a su izquierda y vio a Prometeo. -Los dos nos desmayamos hoy.

-Si, es la vida real, no fue un sueño. -Adivinando lo que ella estaba pensando.

- ¿Estamos en un barco verdad?

-Si.

-Si te hace sentir mejor, no fuiste la única que se desmayó. Un par de chicas se hiperventilaron igual que tú. Y un chico quedó inconsciente al golpearse en la cabeza por los movimientos del barco. Así que no somos los únicos. Imagínate ellos en ese cuarto metálico, sin tener ni idea de qué era lo que estaba pasando. Además, dudo que hayan tenido oportunidad de sostenerse de algo para evitar moverse.

-Ya estamos a salvo, ¿verdad?

-No sé cómo, pero una hora después de que desmayaste, Ponto logró sacarnos de esa tormenta. Apenas llegamos a aguas más calmadas te traje a esta habitación. Eros y Ceres mencionaron que habían encontrado esta habitación llena de camas. Supongo que todos dormiremos aquí. Desde que te traje, no me he separado de aquí, tenía miedo de que algo te pasara. Me caes bien. Además de que te debía una, por ser la primera en cuidar de mi después de lo que me pasó a mí.

Temis estaba impresionada de que tanto hablaba Prometeo. Honestamente estaba un poco aturdida, por lo que agradecía que él fuera quien estuviera haciendo la conversación.

Alcanzó a decir. -Gracias. ¿Cuánto tiempo estuve inconsciente?

-No tenemos forma para medir el tiempo, pero supongo que fueron un par de horas después de que pasó la tormenta.

-¿Todavía hay sol?

-Si, pero creo que atardecerá pronto

Por primera vez desde que había despertado empezó a ver el cuarto en el que se encontraba. La misma estructura metálica en piso, paredes y techo. Las mismas lámparas colgantes, e igual en el cuarto del armario, el mobiliario, parecía estar atornillado a las paredes y al piso. En el cuarto se encontraban 20 camas, en algunos casos apiladas como literas, todas con las mismas cobijas y almohadas. Había recordado ver a más de 30 personas en la habitación principal.

Después de entender en qué contexto se encontraba, preguntó lo que había estado pasando por su mente desde que se había despertado en el barco. - ¿Ya sabemos cómo llegamos a este barco?

-No. Todos tenemos nuestras teorías, pero nadie sabe nada con certeza. Desde que estuvimos en aguas calmadas, la mayoría se puso a discutir en la sala principal, la de los sillones vinos. Me parece que siguen ahí.

- ¿Y qué estamos esperando? Vamos.

-Estamos esperando a que te recuperes.

-Estoy perfectamente bien. No me conoces, pero si hay algo que me duele más que cualquier enfermedad, es no saber lo que está ocurriendo. Necesito saber. Todo el tiempo.

Ella hablaba con tanta candidez y elocuencia que a él no se le ocurrió contradecirla y extendió su mano en señal de aprobación que dejara el reposo. 

 

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Experimento en Alta MarWhere stories live. Discover now