💋Capítulo 30. No te tardes

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—Lo es —concordó—. Darme el lujo de morir, escapar del pasado, sí, es un acto de cobardía.

—Tú no eres un cobarde.

—En eso te equivocas. —Se puso de pie—. Soy tan cobarde que juré que jamás volvería a enamorarme. Lo hice suponiendo que, en algún momento cuando era humano, lo experimenté y creí, solo por observar a otros, que el amor era dolor y sufrimiento. No quería sentir eso.

—Sin embargo, ahora lo estás sintiendo. —Carmilla también se incorporó—. Ese dolor que te atormenta, Viktor, es una muestra de que todavía tienes un lado humano. No eres solo un monstruo sanguinario y cruel, eres capaz de sentir, con intensidad, por eso estás sufriendo tanto.

Viktor evitó ver el dolor reflejado en los ojos de Carmilla, el miedo que sentía a perderlo. Eso solo lo convencía aún más de que, en efecto, era un monstruo.

—¿No crees que estás siendo egoísta? —preguntó él.

—¿No querer verte morir me convierte en una egoísta? —inquirió y se acercó a él—. Pues tienes razón, lo soy. Soy una maldita egoísta por no querer presenciar la muerte de mi mejor amigo, de mi única familia, por unas revelaciones dolorosas.

—No lo entenderías.

Carmilla levantó los brazos sobre su cabeza.

—¡Entonces explícamelo! —exigió—. ¡Dime qué es lo que no logro entender!

—¡Tú misma lo dijiste, Carmilla! —espetó Viktor, perdiendo la paciencia—. ¡Dijiste que tal vez ya era hora de rendirnos, que no deberíamos vivir tanto ni utilizar a los humanos!

Carmilla se quedó boquiabierta y luego negó con la cabeza.

—No, Viktor, cuando dije eso yo no me refería a...

—¿A mí? —completó—. No fue necesario, yo mismo saqué mis propias conclusiones.

—Viktor. —Lo miró con tristeza—. Por favor...

—Deberíamos haber muerto hace mucho, pero aquí estamos, desafiando las leyes de la naturaleza y desafiando a la muerte misma —dijo con una risa seca, tétrica—. Me parece que es el momento perfecto para aceptar lo inevitable y rendirnos a lo que hemos estado postergando durante tanto tiempo.

—Cuando mencioné rendirnos, estaba pasando por un mal momento —refutó—. Pero tú estás al borde de convertirte en Nosferatu y...

—¡También estoy pasando por un mal momento! —zanjó, señalándose a sí mismo—. Dorian me odia, Carmilla, me odia por todo lo que le hice, por lo que le dije e incluso por lo que no le dije. ¡No estamos destinados a tener un final feliz juntos!

—¡Todavía puedes solucionarlo! —gritó ella—. ¡Dile algo tierno, discúlpate, cualquier cosa!

—No, no lo haré —se negó—. No es tan sencillo.

Carmilla se acercó a él y lo tomó por los hombros.

—¡¿Por qué, Viktor?! —Lo sacudió con desesperación—. ¡¿Por qué demonios no puede ser sencillo?!

Viktor se resistía a responder o a admitir cualquier cosa en voz alta. Desvió la mirada de su amiga y mordió el interior de su boca hasta que la sangre brotó.

—¡Respóndeme, Viktor, por el Padre Común! —bramó Carmilla, con lágrimas acumulándose en sus ojos—. ¡Hazme entender por qué debo presenciar la muerte de mi mejor amigo frente a mis propios ojos!

Viktor no podía soportar escuchar su voz quebrada, y mucho menos verla quebrarse. Los vampiros no lloraban, a menos que las emociones los abrumaran hasta llevarlos al borde del precipicio. Volvió a encontrarse con la mirada de Carmilla. Ella estaba herida y muy asustada por él, y eso lo enfurecía. Lo enfurecía porque no era justo hacerla pasar por esto.

Vampire KissWhere stories live. Discover now