—Ah, pero hyung me juró que te habría encantado tener uno, noona —comentó, quisquilloso—. Creo que se lo dijiste bastantes veces —añadió.

—¿Tener uno? —me reí, con el corazón latiendo a mil—. No sé a qué te refieres ... —y, como un destello, extraje el único recuerdo que podía concordar con lo que Jungkook decía. Esa posibilidad se hizo presente, deteniéndome la respiración—. No. No puede ser eso —me cerré en banda, escuchando sus risas—. Jungkook, dime que no has ...

—Sí. Eso mismo —me frenó. El abanico de su aliento revoloteó en mi cartílago—. Ya puedes mirar, Yeong.

Alejó las manos de mi rostro y, desesperada por confirmar lo que estaba suponiendo, encontré a Hoseok acercándose a nosotros al tiempo que Jimin cerraba el maletero de su coche.

Entre sus brazos, un bultito peludo trataba de ladrar a pesar de su corta edad. Su pelaje dorado atrapó mis pupilas al instante y, antes de que pudiera parpadear, empecé a succionar mis comisuras, negándome a creer que aquella fuera la sorpresa que me había preparado.

Hobi lo sostenía como si estuviera hecho de porcelana. El cachorro solo acertaba a abrir la mandíbula y olisquear la camiseta de aquel que lo cargaba.

—¿Quieres ir con tu nueva mamá, pequeña? —agudizó la voz, acariciando una de sus orejas con el dedo índice—. Es esa de ahí, ¿la ves? —me miró, incapaz de esconder una gran sonrisa de mis estupefactos ojos. Caminó un poco más, deteniéndose frente a mí—. Está un poco adormilada. Debió echarse la siesta mientras cenábamos.

Estaba tan pendiente de los adorables gestos del perrito que ni siquiera me di cuenta de que las lágrimas me nublaban la vista. Solo asimilé que había roto a llorar cuando la primera gota descendió por mi pómulo y parpadeé, empujando a las demás para que siguieran a su atrevida compañera.

—¿Qué opinas, Yeong? —se pronunció Tae, a mi lado.

Pero las palabras no salían de mi garganta. Un intenso nudo lo impedía, como si no hubiera nada que decir después de entender que Jungkook había cumplido uno de los anhelos que más me dolió siendo una cría porque siempre supe que mi padre mataría a cualquier ser vivo que cruzara el umbral de nuestra casa. Siempre supe que una mascota en aquel lugar, no duraría más de una semana.

Y, a pesar de que lo sabía, de que renuncié a tener una hacía mucho, la ilusión que sentí teniendo delante a ese cachorro no podía compararse con el deseo que me persiguió durante años a lo largo de mi precaria infancia.

Contemplando mi atónito semblante, Hobi me tendió al animal, que intentaba entreabrir los ojitos en mitad de un tierno bostezo.

—¿Por qué no la coges? —me propuso, atento a mi reacción. Levanté la mirada, asimilando lo que estaba diciendo—. Es muy tranquila.

En ese preciso momento, divisé a Jimin, aproximándose a nosotros y guardando las distancias. Él esperaba mi respuesta, al igual que los demás.

—¿Puedo? —conseguí articular, notando los labios temblorosos.

—Claro —asintió—. Tiene que acostumbrarse a tu olor.

La agarré con cuidado. Nunca había tenido en brazos a una cosita tan pequeña, pero pondría la mano en el fuego a que era incluso más canija que un recién nacido.

Al cambiar de regazo, emitió un lastimero sonido, similar a un sollozo. De repente, me asustó que la colonia que solía usar le molestara o que la textura de mi ropa no fuera de su agrado. Sin embargo, unos segundos más tarde, tras haber puesto mi mano derecha en su cabeza, se cobijó contra mí, lamiendo la tela de la blusa que traía.

answer » jungkook |+18| #1 VIRAGOWhere stories live. Discover now