Cap. 61

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—Mierda.

Me quedé petrificada en el suelo junto a Liam mientras veíamos aproximarse a la enorme bestia frente a nosotyos. Comencé a calcular la longitud de su hocico y la de mi brazo, según mis cálculos tenia espacio de sobra para nuestras extremidades.

Pronto, Liam arrojó mi pierna de lado.

–¡Auh! ¡Eso dolió!

—No te muevas.

—No iba a moverme.

Liam se puso de pie con lentitud manteniendo la mirada fija en el enorme lobo blanco y yo le imité tratando de levantarme con sigilo. Sorprendentemente y por primea vez en la vida la surete parecía mirar en mi dirección —un poco tarde después de estar tan ceca de la muerte pero nunca es tare para cambiar de opinión— y el lobo permaneció quieto.

Liam permaneció de pie muy quieto frente a mi.

—Liam.

—Cállate —susurró interponiendose entre el bonito lobo asesino y yo.

—¿Qué estás haciendo?

—No hables.

—¿Quieres que te coma primero?

—Luce...

—Quiere mi sangre.

—Luce...

—No voy a dejar que...

—¡¿Quieres callarte?! —susurró/gritó.

El lobo aulló.

—¿Ves? —señalé al lobo fugazmente con la mano— Ya lo cansaste.

—Luce...

—¡Luce nada! Crees que haciéndote el héroe se va a ir... Amigo, te comerá a ti primero y luego yo tendré que ver lo que me espera.

—Podrías correr mientras me come —sugirió con la mandíbula tensa y la mirada en el perro gigante que teníamos de frente.

—¡Acaba de llamar a sus amigos! Ese aullido no es normal, mi hermano Tom, veía documentales de animales y ese aullido significa 1) Que esta llamando a sus colegas o 2) Es el sonido de apareamiento... y no creo que nuestros rostros asustados le den muchas ganas de aparearse —reí leve.

Esta vez Liam me miró como si verdaderamente se preocupara por mi estabilidad mental.

El lobo volvió a aullar y nos miró.

Siempre creí que moriría de una manera valerosa, salvando a una ancianita de un asalto, salvando a una niñita de un accidente de auto, o salvando a Wen de alguna de sus idioteces... pero nunca pensé que la muerte tendría pelo blanco aullaría y me comería.

Y definitivamente aquella no era una sensación agradable.
Miré el pedazo de metal en mi mano y una brillante idea —aunque tan vez no tanto— vino a mi.

Silvé y comencé a chasquear la lengua mientras movía el metal.

—¿Qué demonios estás haciendo?

—¡Atrapalo! —le ordené al lobo lanzando el pedazo de metal en el aire.

El lobo no hizo otra cosa más que ponerse en guardia. Esta vez parecía molesto,

—¿Liam?

—¿Si?

—No funcionó.

—Bueno ¿Qué esperabas? —susurró— ¿Qué corriera a traerte el.pedazo de metal?

Reina del Desastre (LR #1) *DISPONIBLE EN LIBRERÍAS*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora