Cap. 3

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3. DE TODAS FORMAS NO QUERÍA TRABAJAR.

Entré a la sala de juntas donde se suponía que esperábamos al gerente general de no-sé-qué. El ambiente era cálido, había una mesa ovalada central con treinta sillas alrededor, un par de plantas artificiales completamente verdes, sin flores, caramelos al centro de la mesa (blancos, claro) y las paredes de cristal ofrecían una vista panorámica de la ciudad. Estábamos en el piso más alto de la editorial.

Ostentoso.

—Es un honor presentar al gerente general de editorial Woodgeth: Liam Woodgeth.

—Buenos días —saludó mi peor pesadilla.

Elevé la mirada de inmediato y me encontré con esos únicos ojos grizulados.

Hay no...

—Buenos días —respondieron todos como en el jardín de niños.

Ah, ya decía yo que para fajar tan libremente debía de tener un puesto realmente importante.

Él me miró, por supuesto que me miró pero nunca pareció minimamente afectado. Me miraba como al resto de los solicitantes: como si estubiera realmente aburrido y con una severa preferencia a estar tallandole la espalda a un anciano en la bañera de un asilo antes que hablar con nosotros.

Yo también preferiría tallar la espalda de Hitler antes de pedirle un empleo a ese chismoso follador compulsivo.

—Coloquen sus papeles sobre el escritorio —ordenó sin más preámbulos mirando severamente a cada uno de los solicitantes conforme se iban acercando al escritorio junto a él. Increíble como su mirada dura podía hacer que muchos de ellos tuvieran que aflojar el apretado de su corbata al volver a su sitio.

No lo haría.

¡Hola, Izzy pizza!

—Dame eso, no tenemos todo el día —aseguró Johanna tomando los papeles de mi mano.

—Oye, yo no...

Pero ya se había ido. Ahora mi carpeta de animalitos (no encontré otra ¿bien?) estaba en el escritorio de Liam quien no tardó en tomarlo y fruncir el ceño.

Johanna era una especie de amiga-enemiga, se podría decir que tenía dotes como mi maestra de inglés los sábados por la noche, pero debido a que sus clases se limitaban a comprar palomitas y rentar el Open English... yo la clasificaría solo como una buena compañía.

—Johanna -tiré de su brazo una vez que llegó a sentarse junto a mí —te quiero pero a veces siento la imponente necesidad de arrancarte la cab...

—¿Lucinda Webber? —llamó la peor voz en la historia de las voces que jamás quería volver a escuchar.

Cerré los ojos. —Esto no está pasando, esto no esta malditamente pasando.

Johanna palmeó mi hombro. —Esta pasando.

De acuerdo, podía solo decir que me había equivocado de empleo y probablemente me dejarían salir sin ningun inconveniente.

Si, eso. Luego iría a Izzy pizza y con algo de suerte (Ay Dios, estaba perdida) conseguiría el puesto de la maquina registradora.

—¿Está aquí Lucinda Webber? —preguntó de nuevo.

—Er... yop —respondí elevando un poco la mano.

Arqueó una ceja y me miró de frente tomando mi expediente en manos —¿Trabajaste en Publisher Weekly?

Reina del Desastre (LR #1) *DISPONIBLE EN LIBRERÍAS*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora