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Despertó mareado, con el cuerpo y la cabeza doliendo a horrores, su vista estaba algo nublada pero en cuanto recordó lo que había pasado se levantó de golpe aunque esto solo terminara haciéndolo sentir peor. Sostuvo su cabeza mientras miraba al rededor, se encontraba en un salón casi a oscuras, solo una chimenea encendida iluminaba un poco con su fuego.

—¿Qué cojones...?—

—Cuidado con tu lenguaje, está es una casa decente...—

Aquella voz alertó cada parte de su cuerpo, llevó su mano hacia su cinturon buscando la navaja que siempre cargaba consigo, pero no había nada.

—Oh, no te molestes, mis hombres te quitaron todas tus pertenencias pero no te preocupes, te las daremos cuando te vayas...—

Cejas miró por toda la habitación, logrando por fin distinguir entre las sombras el hombre con aquella blanca máscara sentado en una silla y sosteniendo una copa ¿Cuánto tiempo llevaba ahí?

—Joder macho ¿Jamás te quitas esa cosa? Debe estar asquerosa...— Soltó el menor tratando de aligerar sus nervios.

—¿Cuáles son mis modales? No te he ofrecido nada de beber...— Hizo caso omiso a los comentarios del azabache mientras se levantaba de su lugar. —¿Quieres agua? ¿Whiskey? ¿Vino tinto?—

Alfonso solo miró con recelo las botellas con los brebajes y volvió a mirar a su captor.

—Oh vamos ¿Crees qué te voy a volver a drogar? No seas tonto, si ya te tengo aquí ¿Para qué lo haría?— Respondió con ese tranquilo tono de voz que solo ponía más nervioso a Cejas. Aunque por otro lado tenía algo de razón, eso no tendría mucho sentido.

—Agua está bien...— Respondió luego de pensarlo, un trago no le caería nada mal pero eso solo lastimaría su irritada garganta.

El enmascarado obedeció y sirvió agua en un vaso para extenderlo hacia el menor, este lo tomó y lo miró un segundo, viendo una rodaja de limón flotando. Rápidamente se bebió el agua, soltando un jadeo aliviado y volvendo a ver aquella rodaja ahora en el fondo del vaso.

—Sabes que acabas de cometer una tontería ¿no? con esto de secuestrarme...en cuanto mi familia lo sepa empezaran a buscarme y cuando me encuentren, tu y tú gente terminaran muertos...— Confiaba plenamente en que Golondrina estaba bien e iría por Daddy y Carlo.

El hombre volvió a reír, está vez en un tono más burlesco que empezaba a fastidiar.

—Descuida, en cuanto terminemos de hablar regresaras con ellos, aunque...— Caminó rodeando el sofá donde Alfonso se encontraba, este trataba de mantener la calma, aunque al sentir las manor del enmascarado sobre sus hombros causo que un escalofrío recorriera todo su cuerpo. —...cuando terminemos estoy seguro que te darás cuenta que no le debes lealtad a alguien como Carlo Gambino...—

...

—Bien, ahora sí ¿me dirás qué coño es lo qué pasa?— Andrés y Carlo se encontraban de nuevo en el despacho, los demás habían regresado y no querían que escucharan su conversación.

El rubio seguía mirando hacia cualquier otro lado menos al mayor, su mente seguía repasando todo lo ocurrido y seguía esperando a que Alfonso regresara. Daddy soltó un suspiro cansado, pasando su mano por su cabello y caminando por el lugar.

—Te juro que no entiendo nada bambino, si ustedes son inseparables...son como hermanos...—

—Él no es mi hermano...— Lo interrumpió aún sin mirarle, también soltó un suspiro. —Estamos así por lo que él causo...—

—¿Qué? ¿Lo de el dinero? Gambino, no se porque no entiendes sus razones...—

—No me molestan sus razones, ya fuera necesidad o simple gusto, le robó a su familia Andrés, a su propia sangre ¿Qué podemos esperar nosotros?—

—Carlo, debes entender que la sangre no importa cuando te tratan del culo ¿También escuchaste cuándo te dijo que lo maltrataban? ¿Qué su padre decía que era un inútil? ¿Qué su madre lo desprecio cuando apenas era un crío? ¿Qué estaba cansado de vivir así? Dime ¿Les debía lealtad o amor aún con todo eso?—

El italiano cerró los ojos, apretando su quijada con cada palabra que escuchaba, tal vez también estaba celoso, celoso que Alfonso si hubiera tenido la valentía de escapar ¿Cuántas veces él quizo hacerlo de niño? Huir junto a su hermano y alejarse de aquella vida, pero ninguno jamás tuvo el valor y ahora uno de ellos ya no estaba.

—¿Cómo puedes pensar que te va a traicionar? Tu que quizás fuiste la primera persona en su vida a la que considero un amigo, uno real, tal vez a mí me tire por la borda y a Golondrina, pero a ti jamás...—

Carlo se dejó caer en su silla, ocultando sus ojos con su mano además de sus lentes oscuros, no quería que Pérez leyera su mirada y sus sentimientos.

—No solo por eso estoy molesto...— Soltó luego de un largo silencio.

—¿Entonces?—

El rubio apenas abrió la boca para liberar esa carga que guardaba en su pecho cuando la puerta del despacho se abrió con fuerza, entrando un agitado y sudoroso Golondrina.

—¡Joder! ¿Pero qué te pasa? ¿Dónde está Fideo?— Dijo retomando su compostura y levantandose de su lugar.

—Tranquilo tío, primero relájate...—

Juan apenas y podía hablar, trataba de recuperar el aire y decirles todo lo ocurrido, sabía que el tiempo era valioso pero por más que trataba, el aire aún le faltaba, solo atino a levantar y mostrar la mochila de Cejas.

—Eso es de Cejas...— Daddy tomó la mochila para inspeccionarla. —Golondrina ¿Dónde encontraste esto?— Las alarmas en la cabeza del mayor empezaban a sonar, nada de eso tenía buena pinta.

—Se...Se lo...lle-llevaron...— Soltó finalmente con dificultad mientras se tomaba el pecho, tosiendo con fuerza.

La expresión de Carlo cambio a una de completa confusión y pavor, se acercó rápidamente hacia Juan, tomándolo con fuerza de su ropa.

—¿Quién se lo llevó? ¡¿Dónde?!—

Nothing Is Gonna Be The Same [Carlo×El Cejas/Carlejas]Where stories live. Discover now