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Las últimas semanas habían sido de mucho trabajo, ir de un lado a otro por la ciudad vendiendo la mercancía, por suerte se habían hecho de clientes frecuentes y ricos que aceleraron las cosas.

Y aunque del lado laborar las cosas iban bien, dentro de la mafia todo estaba tenso. Alfonso había decidido escuchar el consejo de Golondrina y darle su espacio a al Gambino, solo tratándose cómo jefe - empleado y aunque esté reaccionó extrañado al principio, con el pasar de los días parecía que le daba igual e incluso lo disfrutaba.

Claro que Carlo aprovechaba cada oportunidad que tenía de fastidiar al azabache, tomando algo de dinero para ir al casino o llamando a Takeshi o Yandel como su "Empleado del mes" frente a su nariz, restregandoselo en la cara con esa tonta sonrisa. Obviamente Cejas no sé dejaba, ignorando por completo la situación o encogiéndose de hombros, por dentro sentía mucha molestia, pero todo era cuestión de orgullo.

—Ustedes dos no pueden seguir así...— Andrés encendió un cigarrillo mientras ambos miraban la ciudad desde la terraza de la biblioteca.

—¿De qué hablas?— El menor se hizo el bobo, pero sabía bien a qué se refería.

—Niño, soy viejo y se de la vida y también se cuando dos de mis hombres tienen problemas entre ellos y eso es malo, malo para los negocios y también porque somos un equipo, una familia y está familia no funcionará si dos elementos no están en sincronía...—  Giró a verlo mientras lo observaba sobre sus gafas oscuras y soltaba el humo.

—Pues yo veo al Don muy feli' y eso es lo importante ¿no?— Seguía mirando el horizonte, sintiendo la pesada mirada del mayor sobre él pero no quería verlo, no quería decirle todo lo que ocurría.

—Alfonso...— Pérez tiro el tabaco y lo pisó para apagarlo.

Cejas tuvo un fuerte escalofrío al escucharlo decir su nombre y sentir su pesada mano poniéndose sobre su hombro, por un momento olvidó dónde estaba y fue transportado a aquella mansión, a aquel salón donde su padre tantas veces le había dado golpizas por hacerlo quedar en ridículo, el sudor frío empezó a escurrirse por su frente y un nudo de formo en su garganta.

—Mi niño...— Pero volvió a la realidad cuando en lugar de sentir una bofetada que seguro lo tiraría al piso, recibió varias caricias en su rapada cabeza. —...De verdad me preocupas, tu no eres así ¿Qué pasa?—

Finalmente se había armado de valor y lo miró; expresión del viejo era de genuina preocupación, se sentía tan mal por tenelo así. Abrió la boca para hablar pero lo detuvo el hecho que, Andrés era más apegado a Carlo y aunque sabía que no era un sapo, no quería que algo que le dijera se lo soltara al italiano para hacerlo sentir lástima con tal de que las cosas se arreglaran.

No. Si recibía una disculpa de Gambino, quería que fuera sincera.

—¿Por qué no se lo preguntas a Carlo?— Soltó finalmente de forma sería.

Andrés frunció el ceño, estaba a punto de recriminarle cuando los dos recibieron un mensaje en sus teléfonos. Era un mensaje de Carlo en el grupo donde sólo estaban los cuatro y era corto y directo.

"Vengan al despacho."

...

—Bien, ya están todos aquí...— El rubio se encontraba sentado en su silla, su mirada reflejando más molestia de lo usual. —Bueno, quería decirles qué...no sé cómo o por quién pero, los increíbles amigos de Fideo llamaron a mi celular ¿Qué les parece?— Soltó una risa, más para desahogar su enojo y frustración que otra cosa.

—¿Y...qué querían?— Preguntó Juan.

—Vienen por el dinero, hoy, en 15 minutos llegan...— Se levantó de su lugar, acercándose a la caja fuerte para abrirla, dejando ver varias maletas. —Ya le dije a los otros que fueran a hacer unos trabajos para que no estén aquí cuando vengan...— Sacó aquellas maletas tirándolas al suelo. —Anda Fideo, levantalas, tu tendrás el honor de entregarlas...—

Nothing Is Gonna Be The Same [Carlo×El Cejas/Carlejas]Where stories live. Discover now