Capítulo 30

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Stephen's Pov

—Estás siendo muy injusto, ¿lo sabías?

Wong me miraba de brazos cruzados desde el otro lado del escritorio.

—Hola a ti también, Wong.

—Basta de ironías, Strange. No estoy de humor —soltó visiblemente enfadado.

—¿Qué pasa? ¿Has perdido una apuesta? ¿O te toca lavar los platos hoy?

—Estoy harto de esta situación.

—No sé de qué situación hablas.

—De la tuya con Avril.

Mis ojos se movieron como un resorte y le devolvieron la mirada, veloces. 

—No entiendo qué tiene que ver ella con que estés tan molesto. 

—Oh no, si ella no es el problema. Eres tú, como de costumbre. 

Ya sabía por donde iban los tiros de la conversación, así que me aseguré de cerrar la puerta para que no hubiera posibilidad de que la conversación que se avecinaba llegara a oídos de cierta persona. Persona con la que no cruzaba palabra desde hace días. 

—¿Qué quieres decir?

—Muy listo para unas cosas pero muy estúpido para otras.

—Cuidado con lo que dices, Wong —le advertí. No me gustaba nada su tono. 

—Mira, Strange. Avril es mi amiga y la aprecio mucho. No me gustaría que saliera lastimada por culpa tuya. 

—¿Lastimada? —me sorprendí. Nunca se me ocurriría hacerle daño, al menos no a propósito.

—Aunque no te des cuenta, está sufriendo por tu causa. Porqué eres un cobarde que prefiere evadir sus problemas y esperar a que desaparezcan solos. 

No le respondí, porqué tenía razón. Al ver que no dije nada, prosiguió.

—¿Sabes, Strange? El mundo no se va a desmoronar por que muestres una mínima emoción. Tienes que arreglar esto. No es justo, ni para ella, ni para ti.

—¿Tú crees que a mí me gusta estar así? ¿Qué no quiero ir corriendo donde esté para estar con ella? ¿Qué no le diría ahora mismo lo que siento de verdad? Pero no puedo, es lo mejor para los dos. 

—Eso no lo sabes. 

—Claro que lo sé. Ser egoísta arruina las cosas. Cometí errores en el pasado que no estoy dispuesto a repetir ahora. 

—Estás tan cegado que no te das cuenta de que el error lo cometes igualmente apartándote.

—No, Wong —me levanté de mi asiento y apoyé las manos en la mesa para, a su vez, inclinarme hacia adelante. —Tengo miedo, ¿entiendes? Miedo de que le pase algo, de ponerla en peligro. ¿No te das cuenta de que por nuestra culpa la hemos metido en un problema del que no se va a poder librar tan fácilmente?

—Tú y yo sabemos que la chica se sabe cuidar sola.

—Y no estoy diciendo lo contrario —sonreí al recordar todos los entrenamientos que habíamos compartido juntos. Las peleas, las bromas, las risas, las miradas cómplices... —Es la mejor, y si se lo propone, puede llegar muy lejos. 

—Pero... —me miró, esperando a que completara la frase. 

—La quiero. Mucho. Y... prefiero que esté bien a que pase dolor a mi lado. 

—Ni que fueras Lucifer, Strange.

—Solo soy un hombre tratando de mantener encerrados a sus demonios, nada más.

—Te quiere. Lo sabes, ¿no?

Sonreí con tristeza mientras miraba el dibujo enmarcado encima de la mesa.

—No creo. ¿Cómo se puede querer algo que está roto?

Wong abrió la boca para responder pero un gran estruendo lo dejó mudo. Giramos la cabeza hacia la ventana que daba a la gran calle. Me acerqué a ella para ver lo que había pasado. Tal vez se trataba de un accidente.

Me quedé sin aliento al ver unas criaturas extrañas destrozar todo a su paso. La gente corría aterrorizada por el pánico, tratando de escabullirse por las calles. 

—Esto es malo —dijo mi amigo junto a mí. 

—Hay que pedir refuerzos. No podremos solos —di media vuelta para salir al pasillo. La Capa de Levitación apareció a mi lado para colocarse sobre mis hombros. Era como si sintiera que había trabajo que hacer. —Ve a Kamar-Taj y trae a todos los hechiceros posibles, los vamos a necesitar. 

—¿Crees que sea cosa de Mordo?

—Siempre es cosa de Mordo.

Nos detuvimos antes de bajar cuando oímos unos pasos apresurados descender desde el piso superior. Ahí estaba. Respiraba con agitación y parecía bastante preocupada. 

—¿Habéis visto la calle? 

—Parece que tenemos visita —añadió el asiático.

—-Pues habrá que darles la bienvenida —dijo decidida.

—Adelantaos, yo os alcanzo luego —Wong abrió un portal y nos dejó solos. Nos miramos por unos cortos momentos. Desvió la mirada y bajó las escaleras con rapidez. Suspiré con resignación. 

«Debes aceptar lo que has sembrado. No hay opción de retroceso, Stephen». 

La seguí de cerca y cuando llegamos al exterior, todo era un verdadero caos. 

Las cosas se estaban complicando a pasos agigantados. Incesantes criaturas plagaban la calle mientras los civiles intentaban huir sin ser atrapados por estos. Era muy similar del ataque a la ciudad de hacía unos meses atrás, pero con muchos más individuos rondando. 

Pero no eran criaturas del espacio, tenían algo raro... Poseían energía oscura. 

—Creo que debemos darnos prisa —la voz alarmada de Avril me sacó de mis pensamientos. 

—Hay que ganar tiempo para que lleguen los refuerzos, nosotros solos no podremos con tantos. No te alejes demasiado.

—Puedo cuidarme sola —me giré para enfrentarla. Miraba a cada rincón de la calle, analizando el entorno. No lo había dicho en tono despreciativo. Era su manera de decirme que iba a estar bien. 

—No me cabe duda —mi mirada seguramente brillaba con ligero orgullo. Era la chica más valiente que había conocido jamás. 

Pero ella no me devolvió la mirada y con un asentimiento se alejó conjurando hondas de energía, empezando el ataque. No tardé mucho en seguirla. Junté las manos y me dediqué a lanzar hechizos por todas partes. Lo malo es que las criaturas no parecían tener miedo y plantaban cara con mucha rabia. Eran más poderosos y fuertes que los anteriores.

«Esto será más difícil de lo que pensaba».       



𝐓𝐡𝐞 𝐌𝐚𝐠𝐢𝐜 𝐈𝐧 𝐘𝐨𝐮 || 𝐃𝐫. 𝐒𝐭𝐫𝐚𝐧𝐠𝐞 𝐱 𝐎𝐜 ||Where stories live. Discover now