Capítulo 10

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El mensaje venía acompañado de una dirección a la cual tenía que asistir hoy no creo encontrar una forma de ir, la casa está vigilada las veinticuatro horas estás semanas me he encargado de observar su rutina mientras Damon duerme y yo observo por la ventana fingiendo ver la luna o leer un libro.

Los centinelas que resguardan la mansión no se marchan de su puesto si los centinelas que los cubren no están ya ahí. Sin mencionar los centinelas que vi en el techo la última vez que salí al jardín.
No sé si Damon es un obsesivo de la seguridad o un hombre demasiado precavido.

Pero en fin de cuentas solo encontré una forma de salir de esta fortaleza. Por la puerta principal el problema es escapar de los guardaespaldas e ir al edificio abandonado que me mostró el mapa.

Espero Damon no llegue mientras no estoy, las últimas noches no ha llegado a dormir aunque no lo he querido admitir eso me preocupa un poco, pero solo por el hecho de que ahora mi seguridad depende de el.
Termino de cepillar mi cabello y me levanto del banquillo frente al tocador. Tomo el bolso que está sobre la cama tomando el teléfono que está bajo el lado izquierdo del colchón.

Me dirijo a la puerta aún sin saber cómo voy a escapar de Enzo y Bruno decidida a improvisar cuando la puerta se abre dando entrada a Damon.

Su cabello chocolate está despeinado, su ropa está arrugada como si hubiera dormido en un sofá y profundas ojeras negras se marcan en su rostro. Luce cansado pero sigue viéndose terriblemente sexy.
Me repara de pies a cabeza para después lamer sus labios y cerrar la puerta a sus espaldas tira de la corbata dando pasos decididos hacia mi.

—¿Saldrás, esposa?

—Me gustaría conocer la ciudad.

—Te acompaño mañana – se ofrece – hoy quédate con tu esposo.

—Mejor descansa

—¿Es eso una oferta, esposa?

No sé que contestar, mi mente se nubla con su cercanía sus labios besan el hueco de mi cuello dejándolo hormigueando iniciando el calor y humedad en mi núcleo.

Su mano posesiva se clava en mi cintura pegando el bulto cálido y duro a mi vientre.

—Te he echado de menos, esposa.

—Yo también, ¿Dónde has estado?

—Atendiendo los negocios

Comienza a deslizar el fino tirante de mi vestido mientras reparte besos en el lugar donde solía estar. Mi corazón comienza a aumentar su velocidad al igual que el calor y la humedad va en aumento.

Deja de besar mi cuello y clavícula solo para verme a los ojos, relamo mis labios deseando sus labios en los míos parpadeo un par de veces apretando mis muslos en anticipación, la necesidad y lujuria me gana y atraigo sus labios a los míos. Mis uñas se entierran en su nuca, sus labios cálidos y bruscos danzan con los míos.

Sus manos viajan a mi culo alzándome, rodeo su cadera con mis piernas. Los besos se vuelven urgentes y necesitados, corta mi vestido por la mitad sin separar nuestros labios me froto con la erección es sus pantalones de vestir de forma desesperada.

Caemos juntos a la cama jadeando por aire y por él deseo lujurioso creciendo en nosotros. Con besos bruscos recorre mi cuello y clavícula para detenerse en mis senos prendiéndose de cada uno sacándome jadeos y gemidos necesitados.

Mis caderas buscan fricción de manera desesperada buscando la tan anhelada liberación que no encuentro.

—Damon – gimo

—Dime esposa – besa mi vientre burlándose de mí – Dime que queréis de tu esposo.

—Quiero… quiero que me beses.

Voto De Traición Where stories live. Discover now