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Sus recuerdos se amontonan uno tras otro en su cabeza, y hacen de él lo que quieren, no quiere aceptarlo, pero todavía es débil de mente, por eso es que sin poder evitarlo un recuerdo en específico hace acto de presencia, junto a él, sentado en aquel solitario banco del parque.

Flashback

Un pequeño Kook, de 7 años, salía de su escuela luego de haber realizado el último examen que le quedaba y sería libre por fin, las tan ansiadas vacaciones ya las tendría.

—Hasta luego, Kook —le dijo la joven maestra con una sonrisa.

—Hasta luego, maestra —Kook respondió la despedida con una encantadora sonrisa.

Iba caminando hacia la salida mientras iba pensando qué haría en estas vacaciones, hasta que escuchó la voz de su mamá y apresuró su paso hasta ella.

—¡Mamá! —exclamó al llegar, abrazándola fuertemente.

—Oh, Kook. ¿Cómo te fue en el examen? —pregunta curiosa su madre.

—Bien, mamá.

—JungKook —dice el maestro que se encontraba conversando con su mamá minutos antes —¿Qué pusiste en la pregunta dos?

—¿Cuál era esa maestro?

—La que decían de encontrar el porcentaje de la cantidad de manzanas que tenía Dani en ese momento con la que tenía antes de regalar a su amiga.

JungKook se sintió confundido, esa pregunta no estaba en ningún lado, quizás su maestro se equivocó de prueba, pero él no diría nada, por lo que solamente se limitó a contestar.

—Marqué el inciso B.

—Ah, Kook. Te equivocaste ahí, era el A —dijo sin notar como la cara de ShinMe cambiaba —Pero no te preocupes, estoy seguro de que todo lo demás lo tienes bien.

—Gracias, maestro —contestó JungKook, sin saber cómo se encontraba su madre.

—Bueno, si nos disculpa tenemos que irnos —dijo ShinMe.

—Claro, hasta luego.

—Kook, vamos a dar una vuelta por el centro —dijo y lo jaló del pequeño brazo —Así que te equivocaste ¿no? —comenzó sutilmente a arañar con su uñas largas el brazo de Kook —De nada sirvieron los repasos, no sirves para nada.

—Mamá, me estás lastimando —dijo Kook con los ojos rojos, no entendía que le pasaba a su mamá.

—No me interesa, te quedas callado y no quiero que llores, se fuerte y aguanta lo que yo tuve que aguantar de que me dijeran que te habías equivocado.

—Que no fue así, mamá —exclamó contenido un sollozo —El profesor de equivocó, eso no salió en la prueba.

—¿Cómo que no salió? —dijo sin detener los arañazos.

—No, esa pregunta no estaba en ninguna parte de la prueba.

—¿Y por qué no lo dijiste?

—Porque es el maestro, y no se le puede llevar la contraria.

—Bueno, esto que te estoy haciendo es para que aprendas a cuando algo está mal, decirlo y rectificarlo, no importa si es el maestro, ¿Entendiste?

—Pero, mamá —fue interrumpido.

—¿Entendiste?

—Si, mamá.

—Y no quiero palabra de esto a tu papá, si te pregunta le dices que te caíste o cualquier cosa, tú sabrás que inventar. Y mantén la compostura, no te quiero ver llorando —dijo y siguió arañando el blanco brazo de Kook, sin importarle que estuviera soltando algunas gotas de sangre.

El pequeño JungKook no comprendía que hizo mal, solamente estaba siendo educado con el maestro y se ganó esto por parte de su madre, cuando en realidad pensó que iba a estar orgullosa de él.

Quería llorar, pero sabía que si lo hacía ahí, su mamá haría algo peor, por lo que con todas sus fuerzas aguantó todo el camino por el centro hasta su casa.

—¡JungKook! —exclamó contento su padre, mas se preocupó cuando vio que Kook le pasó por al lado corriendo rápidamente hacia el baño y encerrándose —¿Qué le pasó? —le preguntó a su mujer.

—No sé, cosas de niños deben de ser —contestó con simpleza quitándose los zapatos.

Al rato, Kook sale del baño y se encuentra a su padre esperándolo en su habitación con una gran sonrisa y merienda en una bandeja, quiso volver a llorar, no sabía porque se sentía tan sensible.

—¿Qué pasó que saliste corriendo así, Kook?

—Nada, solamente me urgía ir al baño —dijo mientras trataba que su padre no viera su brazo.

—¿Qué te pasó en el brazo? —preguntó asustado.

—Me caí —contestó encogiéndose de hombros.

—Kook, eso no se ve como una caída, dime quién te hizo eso, por favor. ¿Fue alguien de tu escuela?

—No, papá. En serio no es nada, no preguntes, por favor —dijo a pesar del gran nudo en su garganta —¿Puedes dejarme solo?

—Claro, pero recuerda que puedes contar conmigo —salió luego de darle un beso en la frente.

Y Kook, volvió a llorar en la soledad de su cuarto.

Unas horas más tarde, ShinMe tocaba la puerta de su hijo.

—¿Kook? ¿Estas despierto?

—Dime —contestó fríamente.

—¿Quieres ir a jugar con tu amigos?—preguntó abriendo la puerta.

—No.

—Dale, tienes que salir a jugar, no puedes estar encerrado aquí todo el día.

—¿Qué les digo si me preguntan sobre esto en mi brazo? —dijo mostrando su brazo con ralladuras.

—No te preocupes por eso, no se darán cuenta.

—Mamá, mis amigos no son tan tontos, ellos van a preguntar.

—Bueno, pues dile lo que le dijiste a tu papá y ya. Dale vete a jugar —dijo sacándolo del cuarto.

—Pero..

—Nada, vete ahora.

Y JungKook, no tuvo más remedio que salir a jugar, al inicio todo iba bien, estaba contento y tenía la mente despejada, porque cada vez que pensaba en el día de hoy quería llorar.

Hasta que uno de sus amigos se dio cuenta y preguntó, Kook lea contesto lo mismo que a su papá, que fue una caída, pero estos le dijeron que era imposible una caída con el brazo tan lastimado y que ninguna otra parte de su cuerpo tuviera un rasguño.

JungKook volvió a sentir deseos de llorar, y se sintió solo, realmente solo, sin poder compartir con nadie las cosas que le sucedían, por lo que decidió irse para su casa y encerrarse en su cuarto.

Y ahí, en la soledad de su cuarto, que no se sentía como tal, comprendió una cosa: no tenía a alguien en quien confiar, y jamás confiaría en alguna persona.

Esa decisión convirtió al pequeño JungKook en una persona solitaria, a partir de ese momento dejó de juntarse con sus amigos, en la escuela no conversaba con nadie.

Y así fue creciendo su odio hacia su madre, pero no podía hacer nada, porque a pesar de todo, la amaba todavía. Y aquello quizás era lo más doloroso de todo, el amor incondicional de un hijo hacia una madre que no correspondía esos sentimientos.

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Retomamos las actualizaciones por aquí también.

Besos, cuídense mucho.

Y recuerden, aunque sean sus padres, cualquier acto que afecte su salud mental o física es violencia y no se debería de pasar por ello, aunque la justificación siempre es que así aprenden, son mentiras, logran que los niños no disfruten de su vida por miedo a hacer algo mal y ser "castigado" por sus padres.

La Ilusión Extraviada Donde viven las historias. Descúbrelo ahora