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—¿A qué se debe que hayas decidido invitarme a bailar, Camus?— Cuestionó mientras junto al mencionado bailaba al ritmo de la música. —¿Debo tener una razón para sacar a bailar a mi novio?— Preguntó mientras pegaba más a su cuerpo al escorpiano y miraba fugazmente al rubio quién estaba concentrado en disfrutar los últimos bocados de tarta de melocotón que le quedaban en el plato. —No me digas, ¿Es por celos, verdad? Tienes celos porque después de saludarte a ti y a Surt fui a hablar con Shaka.— Habló Milo siguiendo los pasos de su pareja.

—No estoy celoso, Milo.— Respondió dándole una vuelta al peliazul. —¿Estas seguro de ello?— Cuestionó el guardián de la octava casa. —Muy seguro.— Respondió con seriedad. —Entonces supongo que no hay nada de malo con que vaya con Shaka y continuemos hablando.— Se separó de acuario y se dispuso a empezar a caminar en dirección al Virgo, pero fue detenido por Camus, quién le agarro la muñeca y lo jaló haciendo que Milo se pegará a él.

—Si con hablar te refieres con darle un regalo como si fueran pareja.— Empezó a bailar nuevamente, volvió a mirar fugazmente al rubio quién está vez los estaba viendo por lo que Camus aprovechó y le dio un beso en los labios al Escorpio mientras miraba fijamente al rubios, Shaka se había percatado de eso, sabía que Camus ahora estaba celoso pero simplemente lo ignoro.

Segundos después Camus lo dejo de besar y le susurro en el oído. —Cuando esta fiesta terminé, iremos a mi templó.— Sin más se alejó de Milo y se fue a hablar con Shura, por lo que el se fue a hablar con Kanon y Aldebarán.

Por otro lado, Mu había observado a Shaka y a Milo hablar, sintió celos pero se percató de que Camus también los había visto, que este había ido por el portador de la armadura de Escorpio y que lo había sacado a bailar. —Camus y tu no se deberían de preocupar, Shaka y Milo no les serían infieles aunque estuvieran muy emborrachados y frente a ellos tuvieran a alguien muy hermoso, los aman mucho.— Comentó Saga poniendo una mano en el hombro del pelilia, Mu no pudo evitar tener un leve sonrojo en sus mejillas.

—Lo sé, solo no puedo evitar tener miedo de que alguien más lo enamore y lo aparte de mi lado.— Respondió mirándolo a los ojos y dedicándole una pequeña sonrisa. —Eso nunca pasará, el te ama muchísimo.— Le respondió el guardián del tercer templo para después despeinarle el cabello al ojiverde, quién se sonrojo hasta las orejas.

—Vaya, Camus si que es celoso, ¿Verdad, milo?— Dijo Aldebarán al tener cerca a susodicho. —Sabe que la rubia se lo puede quitar, mira nada más lo que pasó hoy por la tarde cuando arreglaban el salón.— Hablo Kanon mientras observaba como los demás disfrutaban de la fiesta. —¿No te dijo Shaka que te quitaría los sentidos si mencionabas ese tema?— Comentó el tauro mientras esperaba una respuesta del escorpiano.

—Sí, Camus está celoso porque hablé y le dí un regalo a Shaka, y lo que pasó hoy fue un accidente, no fue para nada intencional.— Se cruzó de brazos y se recostó en la pared al lado del géminis menor. —¿Qué regaló y porque se lo diste?— Cuestionó con rapidez el dragón marino. —Son unas ramitas de incienso, se lo di porque somos amigos y porque me prestó está ropa, no tenía que ponerme así que le pedí ayuda a Shaka, es en agradecimiento.— Respondió para después soltar un suspiro profundo.

De la nada, Hades junto a sus consejeros Thanatos e Hypnos aparecieron en medio de todo el salón. —Lamento la tardanza, tuvimos unas pequeñas complicaciones en el Inframundo.— Hablo Hades mientras miraba a su sobrina, quién durante todo este tiempo había estado sentada al lado del patriarca.

Athena se levantó y habló. —No se preocupe, sean bienvenidos al Santuario, por favor les pido que me acompañen para discutir el tema del tratado de paz.— Hades y los otros asintieron, Athena empezó a caminar mientras era seguida por aquellos tres dioses. —Caballeros, continúen con la fiesta, Dohko tu te quedas a cargo, supervisa que los otros no hagan un desastre, yo acompañaré a la señorita Athena.— Tras decir esas palabras, Shion se levantó de la silla del patriarca y camino detrás de los dioses del Inframundo.

Dohko por otra parte se sorprendió, creía que el también estaría presente en esa discusión de paz pero al parecer había creído mal,  suspiró hondo y dijo. —Continúen con la fiesta.— Sin más, tomó una copa y la llenó de vino para después beber de esta e ir hasta donde estaba Aldebarán, Kanon y Milo.

—¿Creen que Hades intenté hacerle algo a la señorita Athena?— Cuestionó el de libra recostadose en la pared al lado de Milo. —Lo mismo me preguntó.— Respondió el Escorpión cruzándose de brazos. —Si eso pasa nosotros como caballeros dorados la protegeremos.— Habló Aldebarán mirando como todos continuaban bailando. —Aldebarán tiene razón.— Comentó Kanon observando como un sonrojado Mu hablaba con su hermano, algo no le cuadraba del todo, entendía que ellos fueran amigos pero porque siempre que estaba cerca de este, el de ojos verdes siempre se sonrojaba.

—Por cierto Milo, ¿Qué fue eso que le diste a Shaka?— Pregunto curioso el guardián del séptimo templo mirando al de la armadura de Escorpión. —Nada, solo unas ramitas de incienso.— Dohko sonrió de lado antes de volver a hablar. —Parece como si fueran pareja, aunque si lo pienso, serían una buena pareja, él es tranquilo todo lo contrario a ti.— Un sonrojado Milo se apresuró a responderle. —Le di ese regalo como agradecimiento por prestarme su ropa para asistir a esta cena, y porque somos amigos, nada más que buenos amigos.— Libra, Tauro y Dragón marino rieron ante la reacción de su compañero.

—¿Así que hasta comparten ropa?— Habló en broma el de la balanza, por lo que el contrario frunció su entrecejo y le respondió. —Ya déjese de bromas viejo maestro Dohko, si Camus o Mi escuchan eso podrían mal pensarlo.—

Saint Seiya: Entre La Luz y La OscuridadWhere stories live. Discover now