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Milo soltó una leve risita tras escuchar las últimas palabras del rubio, no dudaba de las habilidades de Aldebarán, pero si de las habilidades de sus otros compañeros.

—Deja de reírte y mejor ayúdame a decorar las mesas.— Comento el Virgo a lo asintió el contrario, ya que quería terminar rápido para poder ir con su cubo de hielo.

Ambos empezaron a decorar las mesas, las paredes y algunas partes del techo. —Oye, ¿Crees que en algún momento aquéllos guerreros volverán?— Preguntó Milo esperando una respuesta por parte de su amigo. —No lo sé, solo espero que la tierra no vuelva a estar en peligro, no quiero volver a sentir el miedo de perder a Mu.— Respondió Shaka mientras acomodaba el centro de una mesa. —Te entiendo, yo tampoco quiero sentir ese miedo de perder a Camus, aunque hay algo que me inquieta.— Hablo el peliazul. —¿Que cosa?— Cuestionó el ojizafiros mirando a los ojos a Milo. —¿Que fue lo que pasó antes de que empezará la batalla contra los guerreros de Ofiuco? ¿Porque todos nosotros menos tú y él maestro Dohko estábamos tan golpeados y heridos?— Volvió a hablar el Escorpiano, eso a vez atento a cualquier gesto del indú.

—¿No lo recuerdas?— Preguntó Shaka apartando la mirada y siguiendo con la decoración. —No, no lo recuerdo, ¿Sabes algo sobre eso?— Continúo atentó a los gestos de su compañero. —Yo tampoco lo recuerdo, solo se que yo y el viejo maestro estabamos peleando contra Ofiuco, antes que eso no recuerdo nada.— Mintió. —¿Estás seguro, Shaka?— Cuestionó el guardián del octavo templo. —Sí, lo estoy, ahora continuemos con nuestra misión de decorar todo este salón.— Respondió con el ceño levemente fruncido.

Milo no habló más ya que no quería incomodar al virgo con preguntas, pero sabía que algo había sucedido antes de la batalla contra aquellos guerreros, luego lo averiguaría.

—Deathmask, ni se te ocurra dejar que alguna de mis bellas rosas se caiga o te golpeare.— El peliazul y el rubio dirigieron su mirada hacía dónde provenían las voces de Afrodita y el cangrejo, ambos venían repletos de pequeños ramos de rosas. —Oye, florecita, estoy haciendo todo lo que puedo para no dejar que caigan, ¿okey?—

Con un poquito de dificultad, los guardianes de Cáncer y Piscis lograron llegar hasta la mesa principal, dónde dejaron todas la flores. —Muy bien, aquí están las rosas para que las usen como quieran para decorar.— Hablo Deathmask asegurándose de que las rosas no estuvieran deñadas. —¿Cómo estuvo la compra?— Preguntó Afrodita mirando a ambos guerreros. —Bien, compramos las cosas necesarias para la comida, el resto queda en manos de los demás.— Respondio sin más el rubio. —¿Y compraron regalos para sus amores o les darán algo más íntimo?— Cuestionó con una pizca de picardía en la mirada el pes.

Virgo y Escorpio volvieron a sonrojarse, tenían la intención de responder pero cuándo estaban por hacerlo, Mu y Camus juntó a los demás llegaron.

Mu deposito un cálido beso en los suaves labios del indú, ambos estuvieron así unos segundos mientras que Camus simplemente miro al Escorpiano sin decirle nada. Milo simplemente se dispuso a responderle a Afrodita. —Hablando de regalos, ¿Ya compraron los que ustedes darán?— Todos cayeron en cuenta de que aún no habían comprado lo regalos. —Mierda, debemos ir a comprarlos ya.— Comentó el cangrejo rascándose la nuca, para luego salir lo más rápido del templo e ir a comprar el regaló para su amado pescesito.

—Bueno, creo que nosotros también deberíamos ir.— Sugirió Saga a lo que Mu se apresuró a apoyar la idea que su compañero había propuesto. —Saga tiene razón, hay que comprar los regalos.— Se separó del de cabellera rubia y camino detrás de Saga. —Yo también me voy, iré a por algo para Aioria.— Hablo el de Capricornio empezando a andar hacía la salida. —Adios chicos.— Afrodita igualmente salió. —Nos vemos más tarde, Milo.— Sin más, Camus salió juntó a los otros hacia el pueblo de Rodorio.

—¿Siempre es así?— Preguntó Virgo viendo cómo se alejaban. —Sí, siempre es así, a veces no lo entiendo.— No dijo más y se dispuso a continuar, Virgo hizo lo mismo.

...

—Oye Aldebarán, ¿seguro que eso no es mucha sal?— Preguntó Kanon al ver cómo el santo dorado tomaba un pequeño puño y se lo untaba a la carne de res que había encontrado en la cocina. —Debo asegurarme que no quede faltó de sal, cuándo preparo carne siempre trato de poner la sal necesaria.— Respondió mientras seguia hechando la sal a la carné y después la llevaba al fuego para que se asará. —¿Pero no crees que eso es mucho?— Volvió a preguntar. —Ve a ayudar a Shun, aún le faltan muchas verduras que cortar, tenemos que preparar toda la comida para después ir a comprar los regalo que le daremos a nuestros amigos.— Kanon rodo los ojos e inmediatamente fue hasta donde estaba Shun, se colocó un delantal y comenzó a cortar las verduras.

Cuándo terminó con las verduras, ayudo a Ikki con unas gallinas que necesitaban para preparar el caldo y después asarlas.

Entre las frutas que Shaka había comprado habían Fresas, Manzanas, duraznos y peras. El guardián de Tauro se encargó de hacer los postres con esas frutas, baño en azúcar derretida las manzanas, hizo mermelada con las fresas, creo unas tartas con las peras y otras con los duraznos.

Una vez terminaron de todo, se aseguraron de dejar todo bien tapado y salieron de la cocina por la puerta que llevaba hacía el salón dónde sería la fiesta, al salir pudieron ver cómo Milo estaba parado intentando quitar un nudo de un listón quejándose de como este era difícil de quitar. —!Ay¡, ¡Si pudiera romper el listón lo haría!— Exclamó enojado. —No lo hagas yo lo desatare.— Comento el rubio llendo hacia el. Milo giró en su dirección aún mirando el listón.

Seiya había olvidado quitar la cáscara de uno de los bananos que había comido, lo que provocó que accidentalmente Shaka pisará dicha cáscara, resbalara y callera encima del Escorpiano.

—Ojala hubiera tenido una camara para grabar eso.— Comentó mirando en la posición que ahora estaban dos de sus compañeros.

Saint Seiya: Entre La Luz y La OscuridadWhere stories live. Discover now