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— ¡Eddie, baja a desayunar! — llamó la mujer de rulos mientras acariciaba un gato

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¡Eddie, baja a desayunar! — llamó la mujer de rulos mientras acariciaba un gato.

El nombrado se despertó por el grito de su tía, echó a un lado las oscuras sábanas, se sentó en el borde de la cama, se estiró y fue a paso de zombie con la melena como si fuera la de un león hacia la cocina donde su tía y su primo ya estaban sentados desayunando.
Se sentó junto a ellos y ahí estaba otra vez la misma pregunta que cada mañana.

Eddie, ¿hoy estarás con la banda? — preguntó la mujer.

Tía, es miércoles. Obvio que estaré con la banda — dijo ya harto — al final te lo tendré que escribir en la nevera — comentó mientras se pasaba una mano por la cara.

Pues no estaría mal. ¿Y a qué hora volverás? — preguntó algo desconfiada.

Y yo qué sé... — lo pensó un poco haciendo cálculos — Puede que a las once de la noche o así.

La mayor asintió, se levantó y fue hacia el teléfono de la casa.

¡¿Llamarás a Steve?! — preguntó alegre su primo pequeño mientras balanceaba los pies bajo la mesa haciendo reír al otro.

A su primo le encantaba que viniera el niñero. Siempre le contaba que jugaban juntos a juegos de mesa, que no fueran D&D, y que veían pelis.
A Eddie le encantaba su primo y se alegraba mucho de que se lo pasara bien. Nunca preguntó por quién era ese Steve. Habían muchos Steves en el mundo.

La mujer parecía hablar animada a través del teléfono. Ese chico debía ser muy amable y poseer una paciencia inigualable para poder hacer que su tía sonriera de tal manera al estar hablando con alguien de secundaria.

Como la mayor seguía en el teléfono, el de larga melena se levantó y fue a su habitación en busca de ropa para ponerse ese día. Se puso lo primero que encontró, agarró su mochila, se la colocó en el hombro y antes de salir de la casa de dió un beso en la mejilla a la de rulos y le revolvió el pelo al niño.
Dustin entraba a sus clases en primaria una hora después que los de secundaria y le llevaba su madre pues el metalero no tenía auto.
Caminó y llegó al instituto de secundaria de Hawkins, donde en la entrada le esperaban sus amigos de la banda. Sonrió al verlos y hicieron un saludo que solo tenían ellos, alegrándole inmediatamente la mañana.

Fueron por los pasillos parando en las taquillas de cada uno hasta llegar a una en la que cierto grupo de personas les dió los buenos días a su manera.
Carol tiró los libros que uno de sus amigos tenían en sus manos. Munson iba a decir algo para defender a su grupo pero un estirón en sus pelo lo hizo callar.
Se giró con el ceño fruncido dispuesto a moler la cara de quién se había atrevido a hacer algo así pero se detuvo al ver de quién se trataba. Steve Harrington.

Steve Harrington era el rey del instituto. Tenía dos secuaces, entre ellos la insoportable Carol. Tenía la novia perfecta, quién resultaba ser la hermana mayor del amigo de su primo, y su familia era adinerada.
Harrington era un capullo. Un capullo irresistible. Y, por desgracia, Munson quedó pillado de él desde que lo vió entrar al edificio cuando este comenzó primer curso. Eddie era un año mayor que él y eso se le hacía adorable. No le molestaba admitirlo. No le molestaba admitir que le gustaba el chico que le molesta en clase el cual es una año menor y eso le hacía ver adorable.

Sus amigos sabían de ello y siempre le repetían que se olvidara de ese chico. Que buscara a otro. Pero Munson siempre les respondía que no había otro. Reconocía que le molestaba un poco que el joven tuviera tal comportamiento pero no podía evitar mirarlo siempre en clase o en los pasillos.

Por otro lado, Steve Harrington pensaba que Eddie Munson era un completo rarito al que le gustaba su novia. No para de mirarlos y eso siempre le incomodaba.
No le hacía mucha gracia tener que maltratarlo pero era la única forma que tenía de dejarle claro que le dejara en paz tanto a él como a Nancy. ¡Se la comía con la mirada, joder!

El castaño le pegó una patada en la pierna al de larga melena devolviéndolo a la realidad. Para después marcharse con una sonrisa en su rostro que irritó más al alto.

Munson siempre sonreía con los golpes y eso a Harrington le ponía los pelos de punta. ¿A caso era masoquista y disfrutaba aquel maltrato?

La campana sonó y se separaron para ir a sus respectivas clases.
Steve observó a un lado, viendo cómo en una esquina se asomaba un rubio de ojos azules que miraba con suma admiración al castaño. Ese chico era Jason Carver, su "aprendiz". Harrington rodó los ojos ante la mirada del menor y pasó de largo.

— ¡¿Me estás jodiendo?! — preguntó exaltado el de larga melena a su amigo

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¡¿Me estás jodiendo?! — preguntó exaltado el de larga melena a su amigo.

Lo siento, Eddie. Hoy tengo visita y mi madre no me deja que toquemos — explicó el contrario mientras se rascaba la nuca avergonzado.

¿Y los demás?

— Les he llamado. Es que has llegado muy pronto.

Siempre llego pronto — dijo entre dientes para seguidamente colocarse la guitarra tras su espalda y poner rumbo de vuelta a su hogar.

En el camino pateó todas las piedras que encontró, cabreado. El día anterior habían aprendido nuevos acordes y quería probarlos nuevamente con el grupo, no solo y con el poco público que le ofrecía su pequeño primo.

Una vez llegó a casa, escuchó risas y recordó que el de pocos dientes estaba con su niñero. Era la primera vez que iba a ver al chico del que tanto hablaba su primo.
Su tía trabajaba hasta tarde para poder mantenerlos por ello, si Eddie se iba de casa, el menor requería de alguien para cuidarlo.

Abrió la puerta y saludó a su primo. Pasó por el salón para llegar al pasillo y luego a su habitación, pero algo lo detuvo.

¿Munson? — preguntó con clara confusión una voz que reconoció enseguida haciéndolo girar en su sitio bruscamente causando que por poco se cayera junto a su instrumento.

¡¿Ha.harrington?! — tartamudeó por los nervios y sorpresa — ¡Dustin! — el nombrado lo miró emocionado — ¡¿Por qué no me habías dicho que tú Steve es mi Steve?! — preguntó echándose las manos a la cara en señal de desesperación.

harrington?! — tartamudeó por los nervios y sorpresa — ¡Dustin! — el nombrado lo miró emocionado — ¡¿Por qué no me habías dicho que tú Steve es mi Steve?! — preguntó echándose las manos a la cara en señal de desesperación

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BABYSITTER [Steddie]Where stories live. Discover now