La calma antes de la tormenta

Začať od začiatku
                                    

—Justo a quien estaba buscando —Atem tomó la primera palabra, intentando esconder el tormento que le provocaba la noticia.

—¿En serio? —dijo Yugi mientras se sacaba el sudor de la frente con un pedazo de tela, riendo un poco, incrédulo—. Porque yo iba a buscar a Mahad, quedé con él de...

—¿Qué te parece ir al oasis? No creo que le importe mucho... —más que una pregunta, aquello había sido una orden, ya que sin decir nada tomó al menor del brazo, caminando a un paso más apresurado del normal.

—Atem... —llamó el ojiamatista, observando que algo raro sucedía—. ¡Atem! —alzó más la voz para nuevamente no recibir respuesta.

—Ya casi llegamos, yo... —respondió sin mirarle a los ojos, caminando a un más veloz, tanto que casi tropiezan al caminar sobre el pasto del jardín tan preciado.

—¿Qué sucede? —Yugi se sentía confundido, su pareja actuaba erráticamente.

—Tengo una noticia —habló, tomando de las manos a su semejante, intentando sonreír a pesar de que sus ojos gritaban de miedo—. Mahad ha encontrado la solución, ahora puedes volver a tu tiempo.

Yugi sintió que el mundo se detenía. El volver a su casa, ver a sus amigos, ir al colegio, graduarse, volver a sus hobbies. ¿Por qué tenía que amar a alguien que no podía ir con él?

—Yugi yo... sabes que no hay cosa que desee más que hacerte feliz, y si eso significa que tenga que dejarte ir, estaré de acuerdo con eso —aquellas palabras habían salido de su corazón, con un tono triste.

El menor asintió. Había sido un tonto al creer que estaría ahí para siempre, varado, pensando que solo la tecnología podía solucionar sus problemas y que era casi imposible que Mahad pudiese devolver su estúpido trasero al 2017. Las lágrimas brotaron de sus ojos. Si lo pensaba, quedarse ahí haría que el futuro de Atem se quebrara, tarde o temprano todos estarían inconformes con su relación. Sentía tanto revuelo y tan poco tiempo de decisión.

—Perdón... —susurró el japonés, mientras era abrazado por el mayor, sabiendo que se disculpaba por haberse involucrado de forma amorosa con él.

—No hay nada que perdonar —el monarca tenía la voz quebrada, con el llanto asomándose en el borde de sus ojos.

—No hay nada que perdonar —el monarca tenía la voz quebrada, con el llanto asomándose en el borde de sus ojos

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

El peliblanco estaba sentado sobre una silla colocada encima de un cúmulo de tierra, ruinas y cosas rotas. Aquel refugio, ahora inundado de telarañas y humedad, fue alguna vez un templo donde su gente le rezaba a los dioses por protección. Ahora, Bakura, rey de los ladrones, veía con desprecio a su lacayo, mientras acariciaba la sortija del milenio con sus dedos.

—Si tan solo no hubieras sido tan tonto... —comentó con un deje de cansancio—. Por un segundo creí que ese muchacho moriría...

Realmente pensaba que los bárbaros se irían en contra de la corona, lo que no esperaba es que aquel arquero que logró dejarle una cicatriz en su costado pudiese arriesgar su vida para salvar a un pueblo que no lo conocía más que por rumores. Y eran esos chismes los que también le habían hecho pensar que si el líder bárbaro lo mataba, sería un cierre con broche de oro, el faraón estaría tan enojado que quemaría su propio pueblo por venganza.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: Jul 12, 2022 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

Life Beyond TimesWhere stories live. Discover now