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—Me alegra que hayas venido, Bakugo-san, no te había visto desde la última vez en que me salvaste, gracias.

Cualquiera, incluso Bakugo, tomarían con normalidad aquel comentario de Sayio que no tenía nada de mentira después de todo; pero (Nombre) conocía muy bien a Sayio Matsumae como para saber que algo tramaba aquella mujer; y no estaría demás decir que en su llamada la castaña le insinuó que los vio muy juntos en el parque luego de hacer las compras para la cena de ese día. Esa mujer era astuta y tenía ojo de halcón para las cosas que le convenían muy bien.

—Ven, pasa. Siente cómodo —habló con muchos ánimos, algo que Katsuki podría considerar normal en la mujer, pero tras ver el rostro de la chica supo que tomaba el rol de la madre que le encantaba avergonzar a su hija—. (Nombre) pon la tetera —solicitó con apremio.

Bakugo llegó a preguntarse si en algún momento la chica lobo le habló de él a su madre, que le hubiera enseñado su diario o que tal vez le hubiera dejado leer lo que escribía en él y sobre él. Aunque podría ser algo improbable si tomaba en cuenta la actitud a la defensiva de la azabache con la mayor.

—Ya voy —habló con desgane, apresurando su paso tras quitarse los zapatos en el recibidor para entrar a la cocina situada a su derecha al recorrer el pequeño pasillo.

El rubio se sintió curioso de ver a sus alrededores, encontrándose con varias fotos de la familia a la que ahora visitaba hasta toparse con aquellas donde el padre de (Nombre) sobresalía siendo un héroe o simplemente acompañaba a la chica al colegio. Debía admitir que esa foto donde era una niña le provocó un vuelco en el estómago por verla en su versión más diminuta y con esa sonrisa tan radiante que empezaba a gustarle. Fue ahí donde se dio cuenta que la ausencia de su padre era tan notoria si comparaba las fotografías con las mujeres presentes en esa casa.

—Tenía cara de ser un desastre, ¿verdad? —habló la mayor tras darse cuenta de que Katsuki miraba las fotografías.

—¡Mamá! —(Nombre) le gritó desde la cocina.

Pero Bakugo no dijo nada, solo vio cómo la mujer se adentraba a la cocina junto a su hija y las escuchaba discutir sobre lo que acababa de decir; no pudo evitar sonreír un poco al recordar la relación con su madre. Era algo que tenían en común.

—En unos minutos estará todo listo —avisó la mujer asomándose con su delantal, con una sonrisa en el rostro que a (Nombre) le provocaba más inseguridad por lo que fuera a tramar aquella mujer—. Pueden esperar en la sala si gustan.

—¿De verdad no necesitas ayuda? —preguntó la chica regalándole una mirada escrutadora a su madre, deseando descifrar la radiante sonrisa que tenía en el rostro.

—Estoy muy bien —aseguró con un ademán para restarle importancia—. Además, no podemos dejar a nuestro invitado solo. Puedes mostrarle el álbum de foto si quieres.

—N-no es algo que le interese ver —rebatió la chica sintiendo sus nervios a flor de piel, negándose rotundamente a mirar a Katsuki y deseando callar a su madre con la mirada asesina que le regalaba—. Y no necesitamos escuchar más tus sugerencias. Vamos Katsuki.

Pero lo que (Nombre) no se dio cuenta sino hasta más tarde y que sabía que la mujer utilizaría como su mejor arma, era el hecho de llamar a Bakugo por su nombre. A él no le importaba, después de todo fue quien le dijo que debía llamarlo así, pero para Sayio significaba que su pequeña hija había crecido tanto en esos meses al punto de verla muy allegada a ese chico. Todavía la recordaba hablándole de él y lograba ver las inseguridades que le provocaba sin querer.

Imaginaba que Katsuki había empatizado con la joven después de todo y a pesar de no saber la historia que había detrás de ese acercamiento entre ellos, agradecía que aquel joven mostrara interés por su pequeña y no la dejara a su suerte después de todo lo que había sucedido. Sin embargo, tampoco borraba de su mente aquel video que vio en internet, donde podía verlos juntos luego de salvar a esos niños en su primer día de pasantías con Endeavor. Podría jurar que había algo más entre esos dos jóvenes que se preparaban para ser héroes.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora