𝐁𝐫𝐢𝐬𝐚 𝐝𝐞 𝐨𝐭𝐨𝐧̃𝐨 || Si lloras porque no puedes ver el sol, las lagrimas no te dejarán ver las estrellas.
-No seré lectora de mentes, pero se que tu odio hacia mi se debe a que no aceptas la realidad.
-¿Y esa seria?
-Que te traigo completa...
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Estaciono el auto en uno de los lugares libres del aeropuerto, observo el lento tránsito de las personas que arrastran una o dos maletas mientras se introducen al lugar. Los taxis van y vienen, tomando y dejando pasajeros, muchos de ellos con uno o más acompañantes, solo algunos viajan solos el bello día de hoy.
Miro al asiento del copiloto topándome con la mirada de Jane, tiene un brillo de tristeza en sus hermosos ojos y estoy segura que yo también. No solo estaba a punto de dejar Italia, sino mi vida entera en dicho país, esperaba volver algún día y retomar mi normalidad, claro, sin Massimo en ella.
–Creo que esta es nuestra despedida– susurra Jane colocando su vista nuevamente en el parabrisas.
Detestaba las despedidas.
Tanto Pía como Jane lo sabían muy bien, pero dada la situación creo que esta vez era algo necesario. No sabía cuándo las volvería a ver y si es que podría hacerlo, por lo que preferia asegurarme.
–Mantendremos el contacto– aseguro rompiendo el ligero silencio que se había formado, ella asiente levemente y suelta un suspiro.
Dirijo mi mirada hacia los asientos de atrás y le sonrió levemente a Alessia que se había mantenido callada todo el camino hasta aquí. Aquello es algo raro en ella, ya que siempre habla mucho, tal vez nos quiso dar este momento a Jane y a mí para que pudiéramos hablar.
Ambas se conocían por mí, y a pesar que Alessia tenía curiosidad por el color de ojos de mi amiga, jamás le dije el por qué detrás de aquel carmín. De todas maneras, ella no mostro más interés luego de decirle que el color era por una extraña enfermedad que los ponía de tal tono, algo en mi dice que no me creyó, pero le agradezco no haber escudriñado más en el tema.
La suave brisa choca en mi rostro cuando salgo de vehículo en compañía de ambas chicas, mismas que se mantienen en silencio mientras nos dirigimos a la cajuela del auto donde se encuentran las maletas.
Jane saca ambas sin problemas y las deja enfrente de Alessia y de mí, me mira tratando de sonreír, aunque sea un poco, cosa que no logra y le sale algo mas parecido a una mueca.
Abro mis brazos y ella no tarda en aparecer frente a mi para envolverme con los suyos, con la fuerza necesaria para evitar lastimarme.
No se cuanto tiempo permanecemos en aquella posición, lo único que ronda en mi cabeza mientras me embriago de su aroma a vainilla es lo mucho que voy a extrañar sus abrazos, concejos y simplemente a mi mejor amiga, a mi confidente.
Jane ha estado junto a mi durante mucho, tanto que su presencia ya me es familiar. Yo la asocio como parte de mi familia y es difícil alejarme de ella.
