𝑷𝒓𝒐𝒍𝒐𝒈𝒐

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No sabría explicar cómo comenzó todo, porqué no conservo tantos recuerdos en mi mente como desearía, al menos no buenos, ya que los malos son los únicos que nunca olvidaría

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No sabría explicar cómo comenzó todo, porqué no conservo tantos recuerdos en mi mente como desearía, al menos no buenos, ya que los malos son los únicos que nunca olvidaría.

Los malos tratos, los gritos, las peleas, las huidas y la tristeza que inundo mi vida por mucho tiempo era algo que conservaba en mi interior y obligaba a ver la vida como algo malo, sin tomar en cuenta la felicidad que me traían los que si me valoraban y me llenaban con todo el amor que me podían dar.

Tal vez debí aprovecharlos mejor cuando podía.

Ya no puedo volver, no puedo mirar atrás, ya no puedo lamentarme.

-Lo siento.

-Por favor, no me dejes.

Pero claro, como en toda historia primero hay que comenzar por un punto de partida, en mi caso, el día en que mi vida comenzó a ser una montaña rusa de emociones.

18 años atrás 

Una mujer con una apariencia un tanto desaliñada, llamaba la atención de los pocos transeúntes que paseaban por la calle "El solar", aquel martes por la noche. En sus brazos, llevaba a una pequeña bebe, envuelta en una manta de polar color lila que la protegía un poco del intenso frio que cubría Volterra.

-Lo siento tanto- la joven dejó escapar un leve sollozo mientras miraba a la bebe-, pero no dejare que arruines mi vida.

Pasó saliva tratando de disipar el nudo en la garganta que tenía.

Ella no merecía sus lágrimas.

Miró al frente topándose con una imponente edificación antigua, se componía de tres pisos y tenía un desgastado color grisáceo. Poseía un pequeño jardín que se componía principalmente de árboles y un par de arbustos, que probablemente tenían más de una hoja café debido a que estaban entrando a la estación de otoño.

Su vista se dirigió al cartel de cobre, en el cual se detallaba el nombre del lugar en grandes letras color negro:

Orfanato L' angelo custode ( El ángel cuidador)

Caminó a pasos firmes y acelerados en dirección a la entrada del lugar, que era iluminada por dos farolas. Una vez frente a la puerta, dejo a la pequeña bebe en el suelo húmedo y frio. Respiró profundo, tocó el timbre y sin mirar atrás comenzó a alejarse del orfanato.

La pequeña bebe había comenzado a llorar justo en el instante en que una de las supervisoras del hogar abrió la puerta. La mujer de unos cuarenta años de edad, que se encontraba en un ligero y poco abrigador pijama, colocó su vista en la niña que llamó su atención inmediatamente.

-Por Dios- su tono de sorpresa se reflejó también en su rostro, que se contrajo al notar el acto de abandono que alguien había llevado a cabo.

Rápidamente tomó a la bebe y comenzó a mecerla delicadamente mientras se adentraba en la edificación. Poco a poco el llanto cesó y la mujer se permitió detallar mejor a la pequeña que no debía tener más de cuatro meses de nacida.

Sus brillantes ojos verdes estaban teñidos aún por las lágrimas que habían dejado su bello rostro sin imperfecciones un tanto húmedo, la mujer acaricio su mejilla con delicadeza, notando la suavidad de su pálida piel.

La bebe entreabrió sus finos labios antes de levantar su pequeña mano y colocarla encima de la mejilla de la señora, que sonrió mirándola enternecida.

-Parece que no tienes nombre, no dejaron ni una nota- susurró la supervisora, mirándola con un deje de tristeza -. ¿Qué tal si te pongo un nombre?

La niña pestañó agitando sus largas y espesas pestañas en el proceso.

-Lo tomare como un si- sonrió levemente antes de entrecerrar los ojos-. Siempre he tenido un nombre en mente que me gusta mucho.

Acomodó a la bebe en su pecho y comenzó a acariciar el poco cabello color naranjo que tenía.

-Te llamaras Iris, como la diosa griega.

-Te llamaras Iris, como la diosa griega

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𝐁𝐫𝐢𝐬𝐚 𝐃𝐞 𝐎𝐭𝐨𝐧̃𝐨 // 𝐄𝐝𝐰𝐚𝐫𝐝 𝐂𝐮𝐥𝐥𝐞𝐧Où les histoires vivent. Découvrez maintenant