Capítulo 13. Tres contratos predestinados

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Los rayos dorados provenientes del sol que se dejaba ver por el horizente al amanecer caían sobre los árboles, de modo de las ramitas y hojas de estos brillaban como chispas de fuego. Algunos de estos también se filtraron por entre la flora que bordeaba este sendero, impactando con todo lo que tocaban con una calidez que solo la mañana podía producir al hacer acto de su prescencia. Asumía que eso era lo que veía

Aves empezaban su canto alegre con graznidos y trinos, creando una melodía que el mismo viento llevaba dulcemente consigo junto a los aromas húmedos y ligeros de la naturaleza. Y asumía que eso era lo que sentía

Pero en verdad no tenía ni la menor idea de donde estaba

Estaba segura de que esta no es la Arboleda Oculta ¿En donde estoy?... ¿Y qué en nombre de Itachi Uchiha traía puesto?

Mi mirada se desvió levemente hacia el quimono blanco como la seda que vestía, por encíma de un eri color verde. También portaba por sobre estos un obi violeta, un en pies sentía con cada paso que daba, la superficie plana y firme de unas sandalías de madera; si mis conocimientos aprendidos en estos últimos años no me fallaban, se les conocía como geta.

Un vistazo a mi derecha junto a una sensación de calor vivo cerca mío, avanzando a un ritmo parecido al mío, la fricción y el espacio ocupado tanto en mi mano derecha como en la misma dirección, llamaron mi atención. Y noté por fin a pesar de mis nublados sentidos que no estaba sola en este lugar

 Y noté por fin a pesar de mis nublados sentidos que no estaba sola en este lugar

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Con quién estaba caminando y a donde, me pregunté. Lo delgado y pequeño de la figura a mi lado era un leve indicio del sexo de la persona. Facciones borrosas pero suaves, y larga vestimenta como la mía...

Era una mujer, o mejor dicho una jovencita. Más alta que yo y con cabello oscuro atado en una coleta alta de caballo y adornado con un flequillo que parecía cubrir la mitad derecha de su rostro. Apenas podía dislumbran bien los colores y la superficie de las cosas con mi visión tan borrosa y distorcionada de la realidad, pero creo que también vestía un kimono. Azul cielo por encíma de un eri cercano al color índigo, y rodeado con un obi rosa. Las sandalias geta parecían ser las mismas...

Pero ahora estaba cayendo en que ninguno de sus pasos producía tanto ruido como los míos

Pero ahora estaba cayendo en que ninguno de sus pasos producía tanto ruido como los míos

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Reencarnando en MHA: Mito UzumakiWhere stories live. Discover now