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—...Y llegamos —la voz de Meliodas llamó la atención de todos los presentes, quienes rápidamente se levantaron de sus lugares y se dirigieron a la entrada de la taberna.

Uno por uno fueron saliendo, encontrando una pequeña bajada que parecía llevar a la entrada del festival. Bajaron tranquilamente cuando de repente, un estruendo se escuchó detrás de ellos; piedras redondas con picos de gran tamaño ahora bajaban por el mismo lugar que ellos, causando que comenzaran a correr pues no querían ser aplastados.

Arthur paró de correr al no ver a su lado a Eleanor, se giró encontrándola aún estática por la trampa en la que habían caído. Sin pensarlo mucho se acercó a ella y la tomó del brazo, jalándola y llevándola con él.

—¡Cuidado, lady Eleanor! —fue lo único que dijo, sacándola de su trance. Ella corrió de igual manera, pero sin soltar su mano, y al ser mucho más rápida que todos, ahora era ella quien lo jalaba.

La colina se terminaba abruptamente, mostrando un suelo desigual, con hoyos bastante profundos. No pudo reaccionar a tiempo, causando que ambos cayeran dentro de uno, cerró sus ojos, sintiendo el golpe al caer.

Soltó un quejido, más al sentir que ya no tomaba la mano de Arthur, abrió los ojos y se levantó, preocupada. Lo encontró en el suelo a tan sólo unos centímetros de ella, rápidamente se colocó a su lado y lo llamó, esperando que no estuviera herido.

—¡Rey Arthur! ¿Se encuentra bien? —él al escuchar su voz se levantó lentamente, sobando su cabeza por el golpe. Cruzó su mirada con la de la chica, notando lo preocupada que estaba.

—S-Sí, no me pasó nada —le sonrió algo avergonzado, ella soltó un suspiro de alivio, para después extender su mano con intención de ayudarle a levantarse. Arthur tomó saliva nervioso, y aún sonriendo, tomó su mano y se levantó.

—Parece ser que nos separamos de los demás —dijo Eleanor al darse cuenta de que eran los únicos ahí—. Tal vez debí ir un poco más lento...

—¡No, no! ¡Usted es muy veloz! Quería salvarla, pero usted terminó salvándome a mi —rió nervioso después de elogiarla, más ella no supo cómo responder, así que sólo volteó la cara, con un leve sonrojo en el rostro.

—Supongo que esto es una clase de laberinto, si los mandamientos crearon esto, probablemente sea para poder descalificar a quienes no logren salir de aquí —después de darle un poco de vueltas pudo llegar a esa conclusión, Arthur asintió con la cabeza, mirando a su alrededor—. Esto es gigante, y no creo que sea tan fácil pasarlo... —soltó un suspiro, para después mirar con una sonrisa al pelinaranja—. Pero me alegro tenerlo a usted, rey Arthur. ¡Dos cabezas son mejor que una!

—¡Estoy de acuerdo! ¡Trabajemos juntos para salir de aquí! —levantó sus puños y con un brillo en los ojos exclamó, la contraria dirigió su mirada a él y asintió con la cabeza repetidas veces, para después mirar hacia arriba pensando.

—Tal vez no deba hacer trampa, pero lo intentaré... —se dijo a sí misma siendo escuchada por él, para después sacar su par de cuchillos de sus botas, dando un gran salto y clavándolos en el muro.

—¡Lady Eleanor! —exclamó su nombre por la repentina acción que tomó—. ¡¿Está segura de eso?! ¡Es demasiado alto!

—No se preocupe, esto es como un calentamiento para mi —tenía su mirada fija hacia arriba, mientras que se colgaba de los cuchillos, y de vez en cuando se daba un impulso con sus piernas.

—¡Tenga cuidado! —y en tan sólo un pestañeo, la chica estaba casi hasta arriba del muro. Estaba asombrado y maravillado con su habilidad, más no podía evitar sentirse preocupado por ella.

𝐁𝐚𝐧𝐝𝐢𝐝𝐚 𝐜𝐨𝐧 𝐜𝐥𝐚𝐬𝐞; Arthur Pendragon Where stories live. Discover now