SEGUNDA PARTE de UN DESEO PROHIBIDO.
Pides un deseo.
Extrañamente se cumple... o es lo que siempre pensaste.
Aparece un sexy chico de cabellera azul de nombre Hanssen Reznar y es suficiente para provocar un huracán de emociones.
El deseo se desata...
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—¡¿Tienes una pantalla holográfica?! Joder, ¡esto es increíble!
Presiono el control remoto que va cambiando el paisaje en la pantalla de holograma, mis ojos se abren más grande ante tal descubrimiento.
—Pareces un chiquillo curioso tocando todo lo que tiene en frente —me llama la atención intentando quitarme el control de la mano, alzo mi brazo alejándome de él, estira su brazo por arriba de mi cabeza y doy varios pasos para atrás riéndome —. Mierda. Esto es absurdo, Ringo.
—El principal culpable eres tú por haber permitido entrar en tu madriguera —encojo los hombros y regreso la vista hacia la pantalla que se ha detenido en un paisaje bonito donde el cielo es invadido por nubes bajo el mar azul cristalino —. ¿Alguna vez has estado en la playa?
—¿Me ves con cara de que tenga la libertad de irme de vacaciones? Obvio no —responde irritado y logra quitarme el control de las manos, pero no le hago caso. Él prosigue hablando a mis espaldas —. Desde la fugada solo he estado recuperándome de un trauma trabajando con mi padre y no es como que le haya importado mucho mi estabilidad emocional y física. Solo estuve bajo vigilancia de los médicos una semana. No fue suficiente.
—Si intentas que tenga empatía contigo, no funcionará —volteo a verlo —. Con tanto daño ya no sé cuándo mientes o dices la verdad, siempre te gustó jugar a las manipulaciones.
Iván asiente con la cabeza mordiéndose el labio inferior.
—Al parecer no voy a tener jamás la oportunidad de hablar contigo con tranquilidad y lo entiendo. No es como que quisiera regresar el tiempo y enmendar el daño que te hice, porque sería peor —se tumba sobre el sillón echando la cabeza hacia atrás sobre el respaldo, me quedo de pie observándolo sintiendo los puños tensos —. Como confesar que todavía siento algo por ti cuando siempre estuve luchando por sacarte de mi cabeza hasta cuando empecé una relación con alguien más.
—De la cual no sabe el tipo de hombre que eres.
—No merece saberlo, de todos modos, ya no importa.
Blanqueo los ojos con fastidio.
—Y ahí estás el Iván imbécil que conozco, las relaciones te terminan fastidiando y es más fácil arruinarlo.
—Ella me terminó —suelta —. Hace una semana.
—¿Qué?
—Que mi relación con esa hermosa mujer universitaria se terminó —se frota ambas manos sobre la cara, afligido —. Era de esperarse que hiciera algo mal, creí que estábamos bien, me sentía estupendo con Lori, hasta puedo asegurarte que feliz.
—No te niego que se escucha jodidamente bonito —bufo sentándome en el sillón de brazos cruzados —. Es extraño escucharte decir algo así.
Iván suelta una risa, no de esas que demuestras lo contento que estás, sino de esas tristes que te pueden romper el corazón.
