Capítulo 22.

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Rivira.

Calabozo 18° piso.

Pesé a dormir 7 horas ella se sentía extremadamente cansada, esa era una de las tantas razones por la que una expedición era cosa sería.

Por más que pudieras dormir cómodamente tu mente no descansará completamente... Estar rodeado de monstruos no era precisamente un escenario agradable... Los rugidos de los monstruos no eran la mejor canción de cuna.

Aún en la zona segura que era el piso 18, uno no lograba descansar completamente.

Que los monstruos no nacieran en este piso no significaba que no pudieran entrar desde los pisos 17 y 19.

El que la "ciudad de los aventureros" Rivira ya haya sido destruida más de 300 veces y que fueron muchos los aventureros que murieron estando dormidos.... No era algo que alentará a dormir profundamente

Y está vez en particular la elfa Lefiya se sentía muy inquieta.

No se había despertado por el ruido o el bullicio, si no todo lo contrario... Todo era muy silencioso.

Había demasiado silencio.

Eso la asustaba.

Si estuvieras en los zapatos de la elfa lo entenderías... Mas de 50 ruidos aventureros que se pasaban bebiendo y platicando, mas de 25 herreros que seguían reparando armas, más de 20 enfermos que se la pasaban gimiendo de dolor.... Y no había ruido.

Con el rostro pálido Lefiya salió de la tienda que compartía con las gemelas amazonas... Su ropa estaba mal puesta, cubría su cuerpo pero estaba desordenada, empuñaba fuertemente su bastón.

Al salir de su tienda lo que vio, aterroriza.... ¡No había nadie!.

Las rocas que sus compañeros usaban como sillas mientras compartían bebidas... Vacías.

La carpa donde los enfermos descansaban... Vacía.

Los talleres improvisados donde los herreros trabajan... Vacíos.

Apresurada entró a varias tiendas y no encontró a nadie.

Hasta que encontró a una sola chica sentada en un tronco frente a una tienda, una única adolescente de cabello negro y anteojos, la cual usaba un cuchillo para pelear una manza.

¡Lene!... ¡Todos!... ¡Están!... ¡¡¡Donde!!!--- grito Lefiya mientras tomaba los hombros de la pelinegra y los agitaba, importandole poco que su compañera se pudiera lastimar con él cuchillo en sus manos.

¡Lefiya tranquilizate!!--- habló Lene intentando calmar a su compañera.

Lefiya sin soltar a su compañera respiro un par de veces antes de volver a mirarla.

Están bien, solo camina recto y de ahí sigue el ruido--- mencionó Lene con una sonría.

Lefiya asintió antes de volverle a lanzar una mirada a Lene, una mirada que parecía decir... ¿Tu que haces aquí?.

Bete-san no ha regresado, cuando regrese debería de estar herido así que estoy aquí para curarlo cuando vuelva--- explicó la pelinegra con una sonrisa extremadamente pura.

Lefiya tuvo que desviar la mirada, el brillo de la sonrisa de Lene la lastima.

Notando que Lene volvió a pelar su manzana, Lefiya partió del lugar.

Las instrucciones de la sanadora eran, camina recto y sigue el ruido.

Por varios minutos la elfa se sentía ansiosa al caminar por el bosque, estaba tentada a regresar ya que no encontraba nada y tenía miedo de perderse.

King of HeroesWhere stories live. Discover now