Capítulo diecisiete

1.7K 175 11
                                    

Recuerdos, recuerdos borrosos era lo único que le quedaba, haciéndose retorcer de la ira por su inútil ser. Aquellas palabras simplemente destruían al chico, lo había escuchado tantas veces que ya no sabía que hacer, él solo quería ser aceptado. Llevo sus dos dedos a su boca, repitiendo el proceso varias veces hasta que lo ingerido salga de su estómago. El rubio se causaba asco, verse al espejo para él ya era una simple forma de tortura. Las suaves caricias del mayor no podían borrarse de su mente, los besos escondidos, la sensación de dolor. 


Su cuerpo desnudo siendo tocado y recorrido por las manos del cura, su cuerpo forzado a pegarse junto al repugnante castaño. Ya no podía soportar más su sucio interior, dentro del pegajoso líquido que antes había recorrido toda su pequeño y débil cuerpo, obligado a bebérselo por un simple capricho. Los llantos eran callados, el sabor de la mano sucia callando su boca aún estaba en sus labios. Se arrodilló en el piso del baño miserablemente, volvió a repetir una y otra vez el proceso, colocaba sus dedos sobre su boca tan profundamente como podía, no iba a parar hasta que el asqueroso líquido salga de su interior. 

Las puertas se abrieron, la rubia se arrodilló junto al niño y con su brazo lo envolvió en un abrazo, una calidad sensación de seguridad volvió a su cuerpo, en aquellos brazos el niño podía saber que nada le iba a pasar ¿No es así?

—Te amo James, hago esto porque te amo, te amo y no quiero que te hagan daño.– La mujer de perlas acarició el pelo de su rubio hijo. —Perdóname ángel de mi vida, excúlpame por lo que haré.–


¿Qué seguía después? ¿Qué había hecho su madre? ¿De qué mierda debía perdonarla? Las preguntas le giraban por la cabeza, si tan solo podría recordar un mínimo fragmento. El adolescente, tirado en el piso por la impotencia, trataba de recordar.


 Píldoras, sertralina, pastillas anti depresivas tiradas en el suelo, un frasco de vidrio roto, los fragmentos rotos le cortaban su blanca piel. Su era borrosa, unos pocos llantos era lo único que podía reconocer. —¡ESTO ES TU CULPA! ¡TU LE HICISTE ESTO A NUESTRO HIJO!– La voz de una mujer se escuchaba a gritos. Se notaba que la mujer iba a hablar de no ser por un fuerte golpe que se escuchó, haciendo caer a la rubia. —Estás loca Marie.– Esta vez fue una voz masculina, una voz grave, seria, firme. —¡VOY A MATARTE KEMISH, LO JURO!– La vista finalmente se apagó dejando a un james inconsciente 


Todo era su culpa, él lo provocaba, con su cuerpo, su ropa, era todo su culpa. Era su puta culpa ser abusado. La figura desnutrida del niño se encontraba en el suelo, sus llantos eran callados por sus propios dientes haciendo que su boca comience a sangrar. El llanto, los mocos y la sangre se juntaban haciendo al pequeño gritar del dolor, sin embargo, nadie venía a socorrerlo. Su propio llanto lo enfurecía más ¿Tan débil era? ¿Tan débil para dejarlo corromper su cuerpo? El niño se agarraba sus piernas en una posición fetal, se balanceaba de un lado al otro tratando de calmar su inestabilidad. No quería morir, no quería vivir, no sabía qué quería, era demasiado cobarde para matarse, demasiado cobarde para agarrar aquel cuchillo y clavárselo por la garganta, al menos de esa manera se limpiaría. Tenía miedo, tenía miedo de contarle a alguien las cosas que pasaban en ese oscuro cuarto luego de la misa, después de todo ¿Quién le iba a creer a un niño de ocho años?

ANOTHER DAY| SP x Male| BAJO EDICIONWhere stories live. Discover now