Epilogo.

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Era la tercera vez que sonaba la alarma, con mucha pereza estiró su brazo para apagarla y por curiosidad observo la hora, eran a las siete de la mañana, dio un salto de la cama corriendo con mucha preocupación buscando su ropa en el closet

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Era la tercera vez que sonaba la alarma, con mucha pereza estiró su brazo para apagarla y por curiosidad observo la hora, eran a las siete de la mañana, dio un salto de la cama corriendo con mucha preocupación buscando su ropa en el closet. Cuando estuvo vestido no tuvo el tiempo de tomar desayuno así que sin más corrió hacia la salida.

Levantaba el brazo tratando de parar algún bus pero estos parecían que estaban en su contra, maldijo tantas veces como le fue posible. Cómo si fuese un milagro del cielo y que no querían verlo despedido en su trabajo apareció aquel muchacho de cabellera negra con una hermosa sonrisa tocando el claxon de su moto.

—¿Alguien pidió un transporte para que no lo despidan?— Agust corrió hacia a él con los brazos abiertos, lo abrazó con entusiasmo besando sus mejillas con mucha rapidez.

—¡Jimin! Gracias, gracias, gracias. Eres el mejor amigo— Jimin sonrió ante el acto del pelinegro quien no dejaba de besarle las mejillas.

—Ya, ya, que realmente si llegarás tarde.— Sin más se subió yendo con mucha rapidez hacia el museo.

Al llegar a su destino bajo con mucha rapidez corriendo hacia la entrada del museo. Jimin en ocasiones le gustaba quedarse, ya que, era un castillo enorme y el aburrimiento jamás llevaba pero en ocasiones le daba un poco de miedo y misterio, tenía tantas cosas en él que deseaba que las paredes hablaran para saber qué secretos ocultaba. Sentía que la información que Agust le estaba dando no era la suficiente.

Camino despacio observando como de costumbre el enorme castillo, la altura era demasiado exagerada para él que le erizaba la piel. Al entrar se sentía el frío, ya tenía ese aspecto tenebroso gracias a las nuevas -disimuladas- decoraciones que le habían hecho, querían que la vista al público fuese agradable pero sin perder aquel aspecto serio. Jimin se acercó con Agust sin dejar de mirar los lados del lugar.

–¿No te parece tan exagerado el tamaño? digo, es demasiado enorme.— Agust se acomodó su gafete de presentación para después tomar su libreta donde contenía información que le deba a los turistas o a los mismos visitantes.

—Claro que no, yo lo siento acogedor. Yo siento que estoy en casa cada vez que vengo aquí, es un poco extraño.– Jimin frunció su ceño mirándolo ahora.

—¿Es por eso que no te dejas despedir?— El rubio asintió.

—Yo creo que en mi otra vida fui el rey o el príncipe de este castillo.— Sonrió.

—Hablas cosas muy fumadas, le dire a Taeyang que deje de darte esa porquería.— Ambos soltaron una carcajada, Agust le dio un pequeño golpe en el hombro a Jimin haciendo que esté se quejara.

Los visitantes comenzaron a llegar de poco en poco, Agust tomo posición para tomar el primer grupo de turistas dándole así el recorrido, mientras tanto Jimin se queda un momento más esperando que Agust terminara su primera hora de trabajo e ir a comer juntos -como todos los días-.

Adore You | Yoonseok Where stories live. Discover now