Adore You | Yoonseok

VI. Final

La noche cayó con mucha rapidez, la luna acompañaba a Yoongi en su búsqueda. El cielo seguía llorando junto al príncipe al notar que nadie le daba alguna información del paradero de Hoseok. Junto a Seokjin y Taehyung buscan desde el pueblo hacia el bosque. Su corazón tenía la esperanza de que en cualquier momento aparecería pero cada vez se complicaban las cosas.

El oscuro bosque les daba una señal de negatividad, Yoongi junto a su caballo gritaban con tanta desesperación el nombre del Joven. Lograron entrar a otro pueblo preguntando por él, pero parecía que todo era en vano. Su alma se iba rompiendo al escuchar negar a la gente, su corazón dolía al igual que su pecho. Cuando esté iba de regreso al pueblo, entro al bosque, bajo del caballo y se arrodilló, rogando nuevamente que su amado apareciera, necesitaba tenerlo a su lado. Quería pedirle perdón por dejarlo, por haber permitido que le hicieran daño. Su llanto fue aún más fuerte rasgando su garganta, estaba muriendo en vida. Su alma estaba quemando como si estuviese en el infierno.

El comandante Namjoon bajo de su caballo y se acercó al muchacho tratando de levantarlo.

— Rey Min, vera que lo encontraremos, no se preocupe.

Yoongi levantó su mirada hacia él, su rostro estaba rojizo por el llanto y sus manos temblaban al igual que todo su cuerpo.

—Me arrebataron la vida. Estoy muriéndome.— Este froto sus manos sobre los hombros ajenos para brindarle calor.

—Tranquilícese, entre Jeon y yo no descansaremos hasta encontrarlo, pero debe ir a descansar.

—No necesito descansar, lo quiero a él.

—Y así será, pero usted no puede seguir en ese estado, déjeme ayudarle a regresarlo a su castillo. — Yoongi se tensó al escuchar la palabra "castillo" mirándolo con enojo.

—No me lleve a ese maldito lugar, no quiero estar ahí.

—Bien, entonces le brindaré un lugar donde pueda pasar la noche. Vamos.

Se subió al caballo nuevamente y guiarlo hacia al pueblo. Namjoon le indicó el lugar y la alcoba donde pasaría la noche, este sin más que decir se adentró a ambos lugares, se sentó sobre la cama mirando un punto fijo. Se sentía miserable y tan culpable.

Maldita sea el momento en que me fui.

Se dejó llevar nuevamente por la tristeza, cada lágrima que derramaba era un dolor en el pecho. Preferiría mil veces que fuera a él lo que le haya pasado que a su amado. Pero las cosas ya estaban hechas, no podía hacer absolutamente nada.