Getō Suguru

6.4K 312 114
                                    

AU SIN MALDICIONES

Getō Suguru tenía la vida que, fácilmente, muchos deseaban

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Getō Suguru tenía la vida que, fácilmente, muchos deseaban.

Tenía un departamento bonito en el centro de la ciudad. Un empleo estable en una de las empresas más importantes de Japón, en donde también trabajaba con su mejor amigo desde hace años, el cual, aunque era un grano en el culo, nunca lo dejó solo, una amiga que de vez en cuando lo arrastraba a beber y pasar un rato. Y claro, una linda novia que lo amaba más de lo que alguna vez imaginó alguien haría.

Sí, Getō tenía la vida soñada que cualquier infeliz con mala suerte podía desear, sin embargo, y a pesar de lo perfecta que parecía, eso no quería decir que fuera feliz. Se sentía agradecido, claro, no cualquiera podía tener su suerte, pero para él, una mínima cosa, podía tirarlo en depresión durante semanas.

Desde hace tiempo que se sentía mal, y no se atrevía a hablarlo con nadie, porque, siendo honesto consigo mismo, Getō creía que, al decirlo en voz alta, solamente sería el más grande imbécil por no valorar lo que tenía, no quería escuchar las mismas palabras de siempre, «deberías estar agradecido», «no cualquiera puede tener tu suerte», «quisiera estar en tu lugar». No, no quería escuchar más de esa mierda que solo lo hacía sentirse como un imbécil por no valorar su vida.

Getō se preguntaba cómo era que una pequeña cosa podía hacer que su vida se viniera abajo, quería cambiarlo, pero... No era tan fácil, sobre todo porque no eran solamente sus sentimientos los que estaban en juego.

Sabía perfectamente desde que momento su vida empezó a convertirse en lo que era, en algo gris y monótono que le impedía ver el sol incluso en los días más calurosos.

Suspiró, llevando el cigarrillo de nuevo a sus labios para dar una calada a este, no es que fuera un fumador constante, pero de vez en cuando lo hacía para poder controlar su ansiedad que iba en aumento, no era recomendable, pero al menos ayudaba a calmar sus pensamientos, de pronto, sintió unos brazos delgados envolver su abdomen en un abrazo de oso, observó las pequeñas manos y sus uñas pintadas de un color nuevo.

—¿No tienes algo de frío? —Preguntó ella, recargando su cabeza sobre su espalda.

Getō contuvo las ganas de suspirar, y en su lugar, se obligó a sonreír antes de dar media vuelta y encontrarse con el rostro de la mujer que le profesaba un amor puro y honesto.

—No tanto como parece, estoy bien —respondió sencillamente, sonriéndole y poniendo una de sus manos sobre el cabello rubio de su pareja—. Ve a descansar, Kyoko, en un momento voy.

Kyoko entrecerró sus ojos mientras lo observaba, como si no le creyera, pero, aun así, la muchacha sonrió como siempre, se puso de puntillas y le dio un pequeño beso en los labios como despedida.

—No tardes mucho.

Getō asintió con la cabeza y observó el cuerpo de su novia caminar hacia la habitación, enfundada en una de sus playeras que usaba como pijama, y cuando la perdió de vista, su sonrisa desapareció y volvió a sentir de nuevo ese hueco en su estómago que siempre sentía cuando estaba con ella. Se sintió culpable por no poder ser sincero, por no poder quererla con la misma intensidad con la que ella lo hacía.

Jujutsu Kaisen | EscenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora