Gojō Satoru

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Para alguien como Gojō Satoru era fácil tener la atención de todos sobre él, no importaba cuál fuera la razón, si eran sus enigmáticos ojos escondidos debajo de esa venda negra o sus lentes de sol, su cabello desprolijo color blanco o su increíble...

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Para alguien como Gojō Satoru era fácil tener la atención de todos sobre él, no importaba cuál fuera la razón, si eran sus enigmáticos ojos escondidos debajo de esa venda negra o sus lentes de sol, su cabello desprolijo color blanco o su increíble altura que te obliga a mirar hacia arriba para poder mantener una conversación normal, daba igual el motivo, él estaba acostumbrado a recibir todo tipo de atenciones.

En un primer momento había sido algo molesto tener que soportar tantas miradas sobre él, sin embargo, y con el pasar del tiempo, Gojō Satoru logró ocupar esas atenciones a su antojo para conseguir lo que quería, así que sí, para él ya no resultaba agotador ni molesto ir caminando por las calles de Tokio —o cualquier lugar, en realidad— e ir recibiendo todo tipo de miradas y comentarios que sólo servían para engrandecer su ego y aumentar su complejo de superioridad.

Sin embargo, poco sabía el albino que algún día se toparía con la gran realidad de no poder recibir la atención de la única persona que él deseaba.

Justo en ese momento, entre las calles ajetreadas y aglomeradas de Tokio, Satoru estaba sufriendo su peor calvario al verte poner tus bonitos ojos en todos menos en él, sus estudiantes parecían ser tu centro de atención, atendiendo a cualquier duda o pregunta que surgiera con respecto a las maldiciones y revoloteando como mariposas a tu alrededor. Nobara parecía estar encandilada con su nueva maestra, Yūji casi temblaba de la emoción que recorría su cuerpo al tener a alguien más que le enseñara de ese nuevo mundo y Fushiguro, a pesar de conocerte desde niño, se mantenía sereno y tranquilo cerca tuyo.

¿Estaba celoso de sus estudiantes? Por supuesto que sí y no tenía problemas en aceptarlo.

—Hayashi-sensei, ¿podemos comprar algunos bocadillos? —Preguntó Yūji cuando pasaban frente a una panadería que desprendía un olor fenomenal.

—Por supuesto, los esperamos aquí —concediste con una sonrisa al chico, siendo incapaz de decirle que no a la dulce mirada de tu estudiante.

A pesar de no ser necesario, te viste sacando un par de yenes de tu bolso entregándoselos a Itadori, riendo ante su mirada emocionada cuando le mostró el dinero a Kugisaki y entre ambos chicos energéticos se vieron obligados a arrastrar a Fushiguro junto con ellos para comprar un bocadillo como tres críos en su primer mandado, no pudiste evitar reír un poco ante su energía y efusividad, sin embargo, en todo ese escenario lindo que se desarrollaba frente a ti, te hacía falta la energía de un niño oculto en el cuerpo de un hombre de veintiocho años.

Confiando en tus estudiantes, diste media vuelta en busca del albino que parecía estar inusualmente callado ese día, lo encontraste recargado en una pequeña jardinera que servía como decoración de alguno de los locales de la calle transitada, un tanto curiosa por su comportamiento poco común, te acercaste a él, teniendo su atención casi al instante.

—¿Ocurrió algo? —Preguntaste confundida y colocando tu mano sobre su brazo para intentar obtener una respuesta—. Has estado muy callado casi todo el camino.

Jujutsu Kaisen | EscenariosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora