Capítulo 4

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"Be careful what you wish for"

Londres, 9 de enero del 2022 a las 16 horas del día.

Viajar en avión, es un excelente recordatorio de porqué todos odiamos viajar en avión... O al menos así piensa Gustabo que tiene una interminable enumeración de cosas que odia de ello:

Asientos incómodos, no hay internet, y si es que lo hay no sirve, el bebé llorón, el señor mayor que se duerme en tu hombro, los amigos que se ríen a carcajadas cuando todos están dormidos, el otro bebé llorón, las turbulencias, los sobrecargo obligándote a apagar el celular porque si no lo haces el avión aparentemente se estrellará, el sanitario apestoso, el desubicado que aplaude cuando aterrizan, la comida que sabe a todo, menos a comida, el otro desubicado que no trajo audifonos entonces escucha su música en el altavoz del celular, los prisas que se pasan por el arco del triunfo el orden de salida, etc., etc., etc.

Sí, Gustabo tenía un sin fin de razones totalmente válidas para odiar viajar en avión, y si a eso le sumas que sus superiores lo mandaron a tomar un vuelo de 8 horas a las 2 de la mañana, para llegar a un país con una diferencia horaria de 6 horas, logrando un jetlag y un dolor de cabeza insoportable para el rubio, es perfectamente comprensible que odie viajar.

Si existe la División de Aviación, podrían haberme enviado en un vuelo privado, digo, ya que me están obligando a solucionar sus mierdas, no sería un mal detalle cabrones.

Vaya días que habían sido, estaba exhausto y la única misión que tenía en mente ahora era la de dormir, pero parecía ser que dentro de un largo rato no iba a tener la oportunidad, pues la fila para checar su pasaporte y su visa parecía no avanzar nunca, y luego todavía debía tomar un taxi para ir al departamento que le otorgaron para vivir, firmar papeles y arreglar sus cosas.

De mientras sacó su celular para enviar mensaje a sus amigos, director y jefes para avisar que ya había llegado al país, aún se sentía nostálgico de la especie de despedida que tuvieron, porque no era una despedida en sí, era un hasta luego, sabía que iba a volver, ni loco abandonaría esa vida tan estable que había logrado formar por Londres, pero tampoco vivía en una burbuja, tenía que ser realista y entender que pasaría por lo menos 6 meses ahí, le encomendaron una tarea muy complicada y que suponía ciertos riesgos al aceptarla, y él, muy a la fuerza, lo hizo, no podía quejarse ahora... bueno, sí podía, pero en la soledad de su habitación donde nadie lo escuchara.

Las palabras de sus amigos y los abrazos que le dieron antes de irse seguían frescos en su memoria, como si no hubiesen pasado más de 8 horas ya. Todo el momento antes de abordar había sido muy emotivo, incluso con su jefe que, si bien no estaba a punto de llorar como Mike, si le dedicó unas bellas palabras...

Gustabo, cuídate, sé que te encanta dar todo de ti en todo lo que haces, pero no por eso dejes del lado tu bienestar, eso es lo esencial, lo que más me importa. Y no lo digo porque... bueno, ya sabes, porque me gustas, si no porque de verdad te aprecio, y no me gustaría que nada te pase. Sabes que en cualquier momento si me mand... si nos mandas un mensaje, iremos a apoyarte.

Esas palabras actuaron como un catalizador con el rubio, como si hubieran despertado algo, le enterneció saber que fuera de cualquier interés amoroso que hubiera, aún así le importaba, le hacía sentir valioso, y eso para Gustabo era oro puro.

— Gracias, yo de verdad lo aprecio — Después del breve abrazo que compartieron, se dió la vuelta para irse, pero antes de caminar habló sin pensarlo de más — Creo que cuando vuelva, podríamos tener esa cita ¿le parece? — volteó de reojo a ver a su superior que tenía una sonrisa de oreja a oreja, y sin más que hacer ahí se retiró.

Can't Help Falling in Love - IntenaboWhere stories live. Discover now