| Página cuarenta y cinco |

Comenzar desde el principio
                                    

—Nada, solo me marché de casa —se encogió de hombros— ¿Qué le dijiste a la tuya? —se mostró curioso.

—No tuve la oportunidad. Corrí antes de que los vecinos miraran por la ventana cuando mi madre gritó cosas. No quería que me reconocieran.

Bakugo soltó una risotada de solo imaginarla y a (Nombre) se le fundió el corazón al oírlo tan de cerca—. Menos mal que no chocaste con un poste o algo antes de llegar acá.

—Hay lugares específicos para hacer el ridículo —respondió la chica con ciertos nervios—. Ahí no había gente, en cambio aquí sí, pero arruinaste mi momento de gloria —rio.

—No es mi culpa querer salvarte, siempre lo haría... —se detuvo al escucharse así mismo, tanto como la chica lobo lo miró sorprendida— s-siendo el héroe número uno, claro.

—Entonces ¿tuve el privilegio de que le futuro número uno me haya salvado de hacer el ridículo? —habló sarcástica, fingiendo que aquello no le había afectado emocionalmente— ¿Te imaginas cuántos seguidores tendría preguntándome cómo fue que me salvaste? No podría con tanta fama.

—Tendrías fama gracias a mí, (Nombre) —dijo él y al momento se atrevió a tomarla de los chaquetes, apretándolos hasta provocarle dolor a la chica. Algo que llenó a ambos de nervios por saber la situación en la que se encontraban.

Entonces se separaron y continuaron su camino, en silencio. No supo cómo describir lo que sintió y seguía experimentado. No se había visualizado hablando con ella de aquella manera, tan casual y sencillamente; fue una conversación espontánea que a ambos les pareció muy cómoda, hasta que de un momento a otro sintieron que se volvió una situación incómoda por cómo se comportaban con el otro. Ninguno negaría que aquella charla les sentó muy bien; a él le agradaba verla sonriente y a ella le gusta tenerlo cerca suyo. Cruzaron algunas calles y solo restaban al menos tres cuadras para llegar a la agencia de Endeavor hasta que Katsuki volvió a hablar cuando se encontraron en un semáforo en rojo, sintiendo curiosidad.

—"Ganar para sonreír", ¿ah?

—Ah, eso... —(Nombre) se vio sorprendida por su pregunta, ni ella misma recordaba haber dicho eso— bueno... una vez escuché que alguien dijo que habría que ganar para salvar y salvar para ganar —Bakugo se extrañó por las palabras de la chica, recordando la vez que peleó contra Deku cuando no sabía qué hacer luego de que All Might perdiera sus poderes, no recordaba que el mayor las dijera en otro lado o siquiera a él diciéndolas frente a la clase—. Yo quise hacer algo semejante, supongo —habló mirando al suelo, a la nada—. Desde que era niña creo que nunca tuve un objetivo para ser heroína como el tuyo de ser el número uno, quizá solo quería estar al lado de mi padre y vencer a los villanos sin saber lo que realmente implicaba ser un héroe. Pero —miró al cielo y a las nubes que se deslizaban por el manto azul celeste— ahora lo entiendo. Cuando mi padre ganaba sus batallas, la gente sonreía, incluso él lo hacía, eso era signo de victoria. De que todo estaría bien.

Bakugo la miraba atento, sin saber que la distancia entre ellos era más corta a cuando iniciaron su camino, como si quisiera escuchar más de cerca su historia, que fuera algo íntimo, solo entre ella y él.

—Cuando se pierde una batalla, nadie sonríe. Solo queda la impotencia, la angustia y desesperación, quizá tristeza... —su rostro se entristeció y Bakugo se sintió con la necesidad de tomar su mano como un acto reflejo de querer consolarla al privarse de pasar su mano por los hombros de la chica—. Por eso me dije que debía ser fuerte, que debía derrotar a Kohaku y que tal vez solo así volvería sonreír. Me esforzaría para demostrarles a Deku y a ti, y al resto de la clase, que no habían perdido su tiempo conmigo-

—No fuiste una pérdida de tiempo —la interrumpió tomándola de la mano, y cuando reaccionó ya no pudo soltarla—. Igual me sirvió de entrenamiento —zanjó apresurando su paso, fingiendo que observaba el teléfono para ver la hora cuando solo vio su reflejo en la pantalla—. Vamos, se hace tarde.

Diario perdido  •Katsuki Bakugō•Donde viven las historias. Descúbrelo ahora