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Hola soy Lincoln Loud, tengo 32 años. Soy fotógrafo y gracias a las excelentes fotografías que sacó he llegado a tener una pequeña fortuna. Ahora mismo vivo en Noruega junto a mi mejor amigo Clyde. Tomamos la decisión de ir a vivir juntos ya que teníamos aspiraciones parecidas. Clyde quería ser un gran profesor de lengua y por eso está viajando por todo el mundo para aprender nuevos idiomas. Pero bueno, dentro de poco será Navidad y ya estoy preparando la casa para ese día.

— Oye Lincoln, no es por arruinar la fiesta, pero creo que no voy a poder estar contigo en Navidad. —Dichas palabras de Clyde eran un tanto sorprendentes para Lincoln, quien no sabía el porqué del aviso.

— ¿Y eso porque?

— Mis padres están enfermos y necesitan que vaya a ayudarlos. Siento mucho no poder estar. —Aunque se pusiese triste, Lincoln sabía que los padres de Clyde habían empeorado de salud considerablemente y ya casi no podían vivir solos.

— Pues que se le va ha hacer. Espero que se pongan bien. ¿Cuándo sale tu avión?

— Pues mi vuelo saldrá mañana. Si quieres puedes venir conmigo, así vuelves a Royal Woods.

— No sé, creo que aún no estoy preparado para esto —El mejor amigo de Lincoln sabía perfectamente el porqué el albino no quería visitar Royal Woods, pero entendía que debía pasar página.

— Escucha Lincoln, sé que sigues con secuelas del trauma, pero si quieres liberarte por completo tienes que afrontarlo. Sé que puedes hacerlo, después de todo, eres el "hombre del plan" —La mente de Lincoln al escuchar ese apodo lo mandó a una época pasada cuando se divertía con sus amigos y hermanas.

— Clyde tienes razón, además ya se fueron. Está decidido, Clyde, prepara las maletas, volvemos a Royal Woods —Clyde sonrió al volver a ver a aquel Lincoln de hace tantos años

Los días pasaron y los amigos finalmente habían llegado al aeropuerto de la ciudad. Ambos hombres caminaron hacia la estación de buses en camino al pueblo de Royal Woods. Tras aparcar en la estación de bus, Lincoln y Clyde se bajaron.

— Bueno hermano, nos vemos dentro de un mes —El albino, como despedida hacia Clyde, le dio un fuerte abrazo, quien correspondió.

— Lo mismo digo —Ambos amigos se separaron y se miraron con una sonrisa.— Nos vemos. —El chico se alejó de Lincoln mientras levantaba la mano.

— ¡Nos vemos! —Tras perder de vista a su mejor amigo, Lincoln, comenzó a caminar hacia su casa de la niñez.— Este lugar me trae buenos y malos recuerdos. Ahora que lo pienso no avise que vendría. Bueno, nunca es tarde —De su bolsillo sacó su teléfono marcando al número de su madre.

Marcando...

Marcando...

Marcando...

— ¿Hola? —La voz de una mujer mayor se escuchó del otro lado de la llamada. Estaba algo confusa, pues le había llamado un número desconocido.

— Hola mamá, ¿Cómo has estado? —Tras unos segundos de silencio absoluto, la mujer del otro lado, Rita Loud, estaba estupefacta por haber escuchado la voz de su hijo.

— ¿Lincoln? ¿Eres tú? —Rita se pellizcó la mejilla, llevaba 14 años sin escuchar la voz de su único hijo, parecía estar en un sueño.

— Él mismo.

— Cuanto tiempo hijo. Me has alegrado el día, cariño. Y dime, ¿Para qué has llamado?

— Pues verás, como los padres de Clyde se enfermaron este tuvo que volver y yo aproveche para venir a veros a ti y a papá.

— Por nosotros encantados, ¿y cuando vas a llegar?

— Pues ahora mismo estoy en el Colegio del pueblo, así que unos 10 o 15 minutos.

— De acuerdo hijo, te estaremos esperando. Por cierto, ¿Cómo has estado en el tema ese? —Lincoln se quedó callado, dando la respuesta a la pregunta de su madre.— Tranquilo, no hablaremos de eso. Nosotros te estaremos esperando.

— De acuerdo, mamá. Nos vemos pronto —La llamada se cortó, dejando a Lincoln con la mirada en el suelo. Realmente se arrepentía de no haber visitado a sus padres durante 14 años, pero no se sentía listo para volver, incluso en este momento, seguía sin estar del todo seguro de sí mismo.

Los minutos pasaron y el albino ya había recorrido todo el camino desde la escuela hasta su antigua casa. Durante algunos segundos se quedó mirándola con un sentimiento de nostalgia y angustia. Realmente le alegraba estar de vuelta donde creció, pero tampoco quería entrar. Lincoln respiro profundamente, acercándose a la puerta. Sus pies comenzaron a subir las escaleras, escuchando el crujido de la madera antigua llenándolo de nostalgia. Su mano presionó el timbre provocando que una corriente eléctrica atravesara su cuerpo.

— Se me había olvidado lo del timbre. —De un momento a otro la puerta de la casa se abrió, siendo su madre, Rita Loud, quien se tapó la boca de la emoción que sentía por volver a ver a su querido hijo.

— Cariño... —Sin poder evitarlo, unas lágrimas empezaron a derramarse, abrazando con toda su fuerza a Lincoln, quien correspondió con mucha felicidad.— Ya eres todo un hombre. —Lincoln puso una sonrisa mirando a su madre, pero otra persona lo abrazó.

— Mi campeón ha vuelto. —El padre de todos los Loud, Lynn se encontraba abrazando por la espalda a su hijo.

— Vamos, vamos. —Lincoln dio unas palmaditas en la espalda a sus padres para intentar calmarlos.

— Ay hijo, cuánto deseaba que este día llegase. —Rita se separó del abrazo, secándose las lágrimas.— Venga, pasa a dentro. —Lynn se separó del abrazo, entrando junto a su esposa e hijo dentro de la casa.

— Wow, esta igual a como la recordaba. —Efectivamente, Lincoln miraba con una gran nostalgia como la casa que lo vio crecer seguía exactamente igual que cuando se independizó. Los tres se sentaron en el sofá para charlar y ponerse al día.

— Cuéntame, campeón. ¿En qué trabajas?

— Bueno, hace tiempo encontré un trabajo temporal de fotógrafo. Los años pasaron y al final encontré mi verdadero talento, por lo que decidí trabajar profesionalmente como fotógrafo. —Los padres quedaron algo sorprendidos al saber que su hijo no había elegido la profesión de dibujante de cómics o creador de videojuegos.

La familia continuó actualizándose de todo lo que había pasado durante estos 14 años. Los días avanzaron, al igual que las semanas. De un momento a otro la noche de navidad estaba a 2 semanas de realizarse y los Louds se dedicaron a las preparaciones para dicha noche.

— Lincoln, nos vamos al centro comercial. Tenemos que comprar algunas cosas. No hagas muchas locuras. —Los señores Loud miraban como su hijo bajaba por las escaleras. Rita negó la cabeza al ver como su hijo tenía todo el pelo despeinado y con una camiseta de tirantes algo desgastada.

— Hasta luego. —El albino dio un gran bostezo mientras se despedía de sus padres. Una vez los padres abandonaron la casa Lincoln se fue hacia la cocina.— Que mal se dormía en mi antigua cama... —Abrió la nevera y sacó un tetrabrik de zumo de naranja. Cuando quiso verter el zumo en el vaso, un estornudo hizo que todo el líquido cayera en su camiseta, creando una mancha algo grande.— Mierda. —Con relativa molestia limpió toda la cocina. Tras finalizar las ganas de desayunar desaparecieron, sustituyéndolas por las ganas de dormir durante todo el día. Con notable cansancio se tumbó en el sofá, quedando profundamente dormido. Dos horas transcurrieron y Lincoln dormía plácidamente, tanto que de su boca se deslizaban varios hilos de baba. Repentinamente varios golpes sonaron en la puerta, despertando a Lincoln de su profundo sueño.— ¿Y ahora quién narices es? —Con mucho desgano le levantó del sofá, caminando hacia la puerta. Abrió la puerta.— ¿Qué quie... —Sus palabras desaparecieron, sus ojos se abrieron y su cuerpo empezó a temblar. Delante de él se encontraba una mujer de una altura superior a la promedia de las mujeres, tenía el pelo castaño y por un lateral totalmente rapado. Una gran sonrisa apareció en la mujer.

— Vaya, vaya, vaya. Cuanto tiempo Lincoln. —Una risita fue expulsada de su boca.

— ¿Luna?

Continuará

Los Hijos De Un PecadoWhere stories live. Discover now