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- ¡¿Dónde se habrá metido ese niño?! ¡Ya casi va a amanecer y todavía no aparece!  - grito enojada la madre de Rantaro, mirando por la ventana del carruaje.

- Ya va a aparecer, solo hay que seguir buscando - intentó animarla su esposo, pero fue en vano ya que su esposa siguió enojada y a cambio recibió una mirada enojada por su parte.

En eso se escuchó al cochero toser fuertemente, no era la primera vez que le pasaba eso debido a los cientos de cigarrillos que se fumaba a diario lo que pronto terminaría en una enfermedad mortal o la muerte directamente, para su desgracia el pobre hombre estaba sufriendo la segunda opción. Tosió y tosió bastante fuerte lo que le provocaba un insoportable dolor en la garganta y los gritos de su "jefa" no ayudaban en nada, comenzó con la dificultad para respirar, causando su muerte y que cayera del carruaje, dejando a su rumbo a la pareja.

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Rantaro estaba parado enfrente del bar a donde apareció por primera vez, tenía una expresión entre arrepentimiento y tristeza, en verdad se sentía mal por haberle dicho eso a Shuichi, pero lo único que podía hacer era disculparse e intentar arreglar las cosas lo mas que pudiera, tenia cierto miedo de arruinarlo aun mas, pero confiaba en que podrían solucionarlo, por lo que soltó un suspiro para tranquilizarse y entrar.

Pero al dar el primer paso, vio cómo cayó un ramo de flores marchitas, cuando choco con el suelo pudo identificar que era el ramo de su esposo, supuso que alguien lo había tirado y no se equivocaba al levantar la mirada y ver ver una cabellera rubia y lo que parecía ser un verde oscuro, no lo alcanzo a ver bien sus rostros pero suponía quienes eran y si las llegaba a ver les agradecería por ese detalle, agarró el ramo y entró al local, en donde esperaba que estuviera Shuichi.

Claramente atino, viendo al peli azul ahí, tocando teclas del antiguo piano que había en el bar, estaba tocando una melodía que él conocía bien y eso lo hizo ligeramente feliz, el hecho de que conociera esa melodía y que supiera tocar el piano y también el que estuviera ahí  pero luego se le pasó al recordar el propósito de su visita ahí, a lo que intento mantenerse lo mas serio o arrepentido posible, se fue acercando lentamente a Shuichi algo incomodo, pero no podía retroceder cuando ya estaba tan cerca de él y de seguro ya había notado su presencia, por lo que ya no tenia escapatoria, porque si retrocedía podría empeorar las cosas si es que se retractaba.

- Shuichi - llamó estando a unos pasos atrás del mencionado y vio como se enderezaba y paro de tocar las teclas, pero en ningún momento volteo a verlo o le contestó - , yo, venia a disculparme por lo que dije - caminó un poco más hasta llegar al banco del piano y sentarse, en ese momento agradecía que el banco fuera más largo de lo usual y pudieran sentarse dos a la vez sin que estuvieran necesariamente pegados -. Se que no estuvo bien, lo dije sin pensar, perdón; solo que nada salió de acuerdo al plan y no merecías que te engañara de esa forma -

Shuichi no le contesto, en realidad aunque no lo dijera podía notarse a simple vista que no lo quería ver ahí, junto a él y eso se reflejaba en su posición, recargando su codo en el extremo del piano, casi dándole la espalda, había cambiado a esa posición en el momento que se sentó junto a él..

Rantaro suspiro ante ello y bajo la mirada, al ver las teclas sonrió al pensar en una forma de animar el ambiente y si no lo lograba, pensaría en otra forma. Dejo el ramo sobre el piano y  comenzó tocando la melodía que anteriormente estaba tocando Shuichi, toco una parte y volteo a ver a  Shuichi con una sonrisa y con la esperanza de que le siguiera el juego, pero el peli azul simplemente mantuvo su posición inicial, Rantaro siguió con lo demás tocando otra parte de la melodía, Saihara al ver que no se rendiría y también para demostrarle que el también podía hacerlo igual de bien o superarlo y se volteo hacia el piano, siguiendo con la otra parte de la melodía, el peliverde sonrió ante eso, siguiendo con lo demás y a los pocos segundos se le unió Shuichi, también sonriendo, aunque parecía ser más una sonrisa arrogante, que al final cambió por una de felicidad. Terminaron debido a la mano esquelética del peli azul se había desprendido de su brazo y siguió tocando, cambiando la melodía en todo su transcurso hasta que llego a Rantaro, este mismo pudo ver un leve rubor que se manifestó en las mejillas del peli azul lo que le causó cierta ternura y risa.

corpse brideWhere stories live. Discover now