☀️🔸️capítulo XXV🔸️☀️

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—Mientes—afirme—Enviar el rayo maestro al inframundo no fue idea tuya—

—¡Claro que sí!—gritó. De sus gafas de sol salieron humo como si estuviesen por quemarse

—Tú no ordenaste el robo—insistí una vez más—Alguien más envió a un héroe a robar los dos objetos. Entonces, cuando Zeus te envió en su busca, diste con el ladrón. Pero no se lo entregaste a Zeus. Algo te convenció de que lo dejaras ir. Te quedaste los objetos hasta que otro héroe llegara y completara la entrega. La cosa del foso te está mangoneando—

—¡Soy el dios de la guerra! ¡Nadie me da órdenes! ¡No tengo sueños!—

—¿Quién ha hablado de sueños?—pregunto Nawaki con una blanca sonrisita. Ares se estaba agitado, aun así intentó disimularlo con una sonrisa como lo hacía su propia hija

—Volvamos a lo nuestro, mocoso—comentó intentando desviar la conversación—Estás vivo y no permitiré que lleves ese rayo al Olimpo. Ya sabes, no puedo arriesgarme a que esos imbéciles testarudos te hagan caso. Así que tendré que matarte. Nada personal, claro—

El Chasqueó los dedos. La arena estalló a sus pies y de ella surgió un jabalí enorme. El animal pateó la arena y me miró con ojos encendidos mientras esperaba la orden del dios presente.

Me metí en el mar. Los demás parecían preparados para poder atacar a la criatura en el momento que cargara contra nosotros

—Pelea tú mismo conmigo, Ares—lo desafíe

Se rio con cierta incomodidad.

—Sólo tienes un talento, niño: salir corriendo. Huiste de Quimera. Huiste del inframundo. No tienes lo que hace falta—

—¿Asustado?—le pregunté desafiándolo

—Qué tonterías dices—Pero las gafas habían comenzado a fundírsele por el
calor que emanaba de sus ojos—No me implico directamente. Lo siento, niño, no estás a mi nivel—el jabalí atacó. blandí mi espada y le corte un colmillo mientras esquivaba al animal haciendo que este ingresara a las aguas. Usando mi control sobre el mar mandando a la criatura a las profundidades del océano

—¿Vas a pelear conmigo ahora?—le espete—¿O vas a esconderte detrás de otro de tus cerditos?—

—¿el Dios de la guerra le teme a unos simples mestizos?—pregunto de forma burlona el hijo de apolo—eso no es muy bichota de tu parte querido—dije como diva mientras chasqueaba los dedos. Por un segundo me reí de lo que le dijo—Además, según las leyes antiguas ninguna deidad puede rechazar un enfrentamiento si es desafiado pero puede rechazarlo quedando como cobarde frente a los suyos—dijo con seriedad

El dios veía sus opciones. O aceptaba y combatía, o lo rechazaba y quedaría como un cobarde

Luego de un segundo hablo

—¿Cómo lo prefieres? ¿Combate clásico o moderno?—

Le mostré mi espada.

—Para estar muerto tienes mucha gracia—contestó—Probemos con el
clásico—

Entonces el bate se convirtió en una enorme espada hecha de cuya empuñadura era un cráneo de plata con un rubíes tanto en las cuencas de los ojos como en la boca

renacer en un mundo semidivino Where stories live. Discover now