Concierto

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Evelin

¿Qué es lo interesante que le encuentra la gente a venir a conciertos? Yo lo único que veo es un montón de personas gritando y he recibido tantos empujones que ya perdí la cuenta, además varías veces me han agarrado el trasero.

Quizás entiendo un poco la cosa cando veo al cantante, pero el griterío que se forma me hace rodar los ojos y resistir el impulso de taparme los oídos. Soy rarita, pero no como para que todo el mundo lo sepa.

Te preguntaras ¿por qué si no te gusta estás aquí? bueno pues tengo una mejor amiga muy persuasiva. Te contaré.

Estaba en mi habitación al regresar de mi trabajo cuando mi compañera de piso, o sea mi mejor amiga, entra hecha un huracán hablando muy rápido, algo como:

—Malcom concierto Ragni entradas varios dos dólares— estoy segura de que lo dijo con mejor orden, pero así fue como yo lo escuche.

No me culpen, estar metida en un reino de fantasía en el que el rey y su hermosa reina deben derrotar a seres de sombra para salvar a su pueblo y luego escuchar a tu amiga hablar súper rápido; mínimo te quedas como el meme ese de cargando, el del gatito.

—Cálmate, Anne. No te entiendo, ordena tus ideas y luego me cuentas— estoy por volver la vista al libro tentada por la escena de tensión que pasaban los protagonistas cuando me lo quita de las manos, lo hace con cuidado porque si le pasa algo la mato.

—Yo hable con claridad, pero tu estas en otro mundo. Que Malcom Ragni vendrá a dar un concierto y por varios dólares compré dos entradas— deja el libro en mi mesa de noche sentándose frente a mí en la cama.

—Aja y ¿yo qué tengo que ver? — miro al libro y chasquea sus dedos frente a mí en advertencia.

Suspiro y le doy toda mi atención, a ver si así se va rápido.

—Vendrás conmigo— frunzo el ceño y abro la boca para quejarme, pero levanta un dedo deteniéndome —No puedes pasarte la vida del trabajo a casa y con la cabeza metida en los libros. Te vas a quedar ciega, Eve.

—Sí que puedo, de hecho, lo hago— me mira mal y suelto una risita —Sabes que no me gustan los lugares con mucha gente, menos si no conozco a esas personas.

—No puedes conocerlas si no sales— revira y la miro mal.

—Sabes que me gusta salir contigo, pero ¿un concierto? ¿y de Malcom Ragni?, ¿Sabes la ola de mujeres hormonales, gritando como locas, que habrá? Que las entiendo, sí, está como para comérselo, pero yo quiero permanecer en una pieza y con buen sentido auditivo, amiga— suspira y pone sus típicos ojos de cachorrito que en cualquier otro momento me habrían convencido, pero esta vez no.

Al ver que ese truco no funciona toma de nuevo el libro junto a las tijeras que tengo en mi cajón amenazándome con cortarlo.

—No cometas tal crimen, Annabela— advierto.

—Solo quiero que vengas conmigo, te va a gustar. Prometo que si no te gusta no vamos a ningún otro. Anda que lo hago por tu bien, es bueno que socialices, además quizás conozcas al amor de tu vida— niego con la cabeza y abre las tijeras a un lado del libro.

Siento que los personajes me gritan que la detenga y estoy segura que mi rostro ha perdido color.

— ¡Vale, iré!, pero deja a mi pobre libro— ella sonríe y lo deja en la cama colocando las tijeras en su lugar.

PerdidosWhere stories live. Discover now