XVIII

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 Habían sido los primero héroes en regresar vivos a la colina Mestiza desde Luke, así que todo el mundo los trataba como si hubiesen ganado algún reality show. Cuando Percy regresó, sano y salvo, hicieron una celebración tradicional del campamento:

Les pusieron coronas de laurel a los cuatro en el festival organizado en su honor, y después dirigieron una procesión hasta la hoguera, donde debían quemar los sudarios que sus cabañas habían confeccionado en su ausencia.

La mortaja de Annabeth era de seda gris con lechuzas de plata bordadas. La de (t/n) era dorada con un borde de hilo del mismo color pero distinto tono y la palabra Campamento Mestizo bordado.

Como Percy era el hijo de Poseidón, no había nadie en su cabaña, así que la Ares se había ofrecido voluntaria para hacer la suya. A una sábana vieja le habían pintado una cenefa con caras sonrientes con los ojos en cruz, y la palabra FRACASADO bien grande en el medio. Disfrutó quemarla.

Mientras la cabaña de Apolo dirigían el coro y se pasaban sándwiches de galleta, malvaviscos y chocolate, Percy se sentó con (t/n), y los demás chicos de la cabaña de Hermes, los amigos de Annabeth de la cabaña de Atenea y los compañeros sátiros de Grover, que estaban admirando la recién expedida licencia de buscador que le había concedido el Consejo de los Sabios Ungulados. El consejo había definido la actuación de Grover en la misión como: ''Valiente hasta la indigestión. Nada que hayamos visto hasta ahora le llega a la base de las pezuñas.''

Los únicos que no tenían ganas de fiesta era Clarisse y sus compañeros de cabaña, cuyas miradas envenenadas le indicaban a Percy que nunca jamás lo perdonarían por haber avergonzado a su padre.

Pero a él no le importaba. Ni siquiera el discurso de Dioniso iba a amargarle el ánimo.

"Si, si, bueno, así que el mocoso no ha acabado matándose, y ahora será aún más creído. Bien, hurra para el pececito y sus amiguitos.

Más anuncios: este sábado no habrá regatas de canoas..."

***

El 4 de julio, todo el campamento se reunió junto al la playa para asistir a unos fuegos artificiales organizados por la cabaña 9. Dado que eran los hijos de Hesfesto, no se conformarían con unas pobres explosioncitas rojas, blancas y azules.

Habían anclado una barcaza lejos de la orilla y la habían cargado con cohetes tamaño misil. Según, Annabeth y (t/n), que ya habían visto el espectáculo, los disparos eran tan seguidos que parecían fotogramas de una animación. Al final aparecía una pareja de guerreros espartanos de treinta metros de altura que cobrarían vida encima del mar, lucharían y estallarían en mil colores.

Mientras Percy y (t/n) extendían una manta de picnic y Annabeth traía comida, apareció Grover para despedirse. Vestía sus vaqueros habituales, una camiseta y zapatillas, pero en las últimas semanas había alcanzado un aspecto de mayor, casi como si fuera al instituto. La perilla de chivo se le había vuelto más espesa. Había ganado peso y los cuernos le habían crecido tres centímetros, así que ahora tenía que llevar la gorra rasta todo el tiempo para pasar por humano.

"Me voy." dijo "Sólo he venido para decir... Bueno, ya saben."

(t/n) fue la primera en abrazarlo.

"Estoy muy orgullosa de ti. No todos los días autorizan a un sátiro para buscar al gran dios Pan. Te voy a extrañar."

Annabeth también lo abrazó y le recordó que no se quitara los pies falsos.

Percy le preguntó dónde buscaría primero.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ʟᴀᴅʀᴏ́ɴWhere stories live. Discover now