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 A la mañana siguiente, Quirón trasladó a Percy a la cabaña tres.

(t/n) sentía pena por el chico. Él había pasado de estar en una cabaña llena de campistas, a tener que dormir en un lugar vacío. Percy le comentó que era mucho mejor porque tenía un montón de espacio para el solo, pero ella había aprendido a leer a los demás y podía ver que Percy estaba deprimido.

A parte de eso, todo el mundo dejó de hablarle y comentaban a sus espaldas. La cabaña once se ponía nerviosa cuando él estaba cerca. Algunos campistas le habían dicho a (t/n) que se alejara de él pero ella no les hacía caso. Ahora solo Grover y (t/n) seguían estando con el hijo de Poseidón. Según lo que le dijo Percy, Annabeth le seguía enseñando griego pero cada vez que él decía algo ella lo retaba o le hablaba mal como si él le hubiera hecho algo malo. (t/n) no entendía la actitud de su amiga y cada vez que intentaba preguntarle ella le cambiaba el tema a otra cosa.

Al atardecer, cuando (t/n) acompaño a Percy hasta su cabaña, encontraron en la puerta un diario con el siguiente título:

UN CHICO Y SU MADRE SIGUEN DESAPARECIDOS

TRAS EXTRAÑO ACCIDENTE DE COCHE.

POR EILEEN SMYTHE

Básicamente hablaba de la desaparición de Percy y su madre. Al parecer el esposo de Sally, Gabe Ugliano, hablaba de Percy como un chico problemático al que lo habían echado de varios institutos. También decía que no le sorprendía que Percy haya tenido algo que ver con la desaparición de su madre. Por ese testimonio la policía no descartaba a Percy como sospechoso.

Tras leer esto Percy se despidió rápido y entró a la cabaña golpeando la puerta. Confundida (t/n) se fue a la cabaña once. Pensaba en como se debía de sentir Percy tras haber perdido a su madre, ella nunca tuvo la oportunidad de conocer a la suya. Ni siquiera sabía si era una humana o una diosa, tampoco tenía idea de la vida de su padre.

Igual no iba a dejar que esas preguntas se apoderaran de su cabeza. Ya había intentado conseguir información y no llegó a nada. Eran problemas sin solución. Decidió que lo mejor era acostarse a dormir y eso hizo.

Esa noche volvió a tener el mimo sueño de siempre.

Se encontraba en una colina, pero no una cualquiera, era la colina donde se encontraba el campamento mestizo. Reconocía la vegetación que abundaba en la zona y el camino que llevaba a la entrada del campamento. El camino no estaba señalado ni era claro a simple vista, pero (t/n) podía dibujarlo en su mente gracias a todas la veces que había estado allí.

De repente apareció una mujer. Iba caminando lentamente, le era difícil, como si cada vez que daba un paso un dolor increíble se apoderaba de su cuerpo. Tenía una apariencia demacrada. La piel muy pálida. Era muy flaca y se le notaban los huesos de la cara y manos, daba la sensación de que no había comido desde hace una semana. Llevaba el pelo recogido en una trenza, tenía un vestido negro y un abrigo bordo. Lo que más le llamaba la atención a (t/n) era la canasta que traía en la mano.

Cunado la mujer llegó al final de la colina, se podía ver la entrada al campamento. La mujer se paró y alzó la vista al cielo. Un atardecer hermoso podía ser presenciado. Solo se veía la mitad del sol y el cielo estaba pintado en un degradé de colores cálidos. Amarillo, naranja, rojo, rosa, índigo y terminaba en un azul profundo donde se podían ver algunas estrellas y la silueta de una luna creciente.

La mujer se agachó, dejó la canasta en el suelo y sacó su contenido. Un bebé. Ella lo acomodó en sus brazos y comenzó a mecerlo mientras cantaba un canción de cuna. Lágrimas se asomaron en sus ojos y luego caían mojando la manta que cubría al bebé. (t/n) se contagió y lloriqueó silenciosamente para que no la escucharan, aunque sabía que en esta visión ella era invisible.

ᴘᴇʀᴄʏ ᴊᴀᴄᴋsᴏɴ: ʟᴀᴅʀᴏ́ɴWhere stories live. Discover now