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A Josh le comenzaban a saltar los nervios al no ver a Tyler por ningún lado.

Tiene cosas más importantes, pensó.

Habían pasado diez minutos más de la hora que habían acordado.  Y no era mucho, aún así sentía que lo dejó plantado.

—¿Gusta tomar su orden ya?—Preguntó un chico que trabajaba en el lugar.

—Eh... en un rato. Ahora debería de llegar.—Sonrió nervioso.

Tan nervioso que seguro el chico pensó que estaba loco.

Josh había salido con Tyler antes, pero por alguna razón era la primera "salida" en la que Tyler fue el que lo invitó a él. Eh ahí la fuente de los nervios.

—Joder perdóname la vida.—Comentó sentándose frente a él de golpe y sorpresa.

—Que alivio verte. ¿Todo bien?

—Eh si... lo siento mucho no pensé tardar tanto.—Rió nervioso.

—No es nada.

Josh lo sintió más nervioso de lo normal. Muchísimo más nervioso de echo. No sabía si era por la salida o algo fuera de esta.

Finalmente pidieron algo de comer.

Galletas con chispas de chocolate, unos rollos de canela, y unas tostadas francesas.

Salieron del lugar casi que dos horas después entre risas y roces que a ambos les causó unos choques eléctricos por todo el cuerpo.






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Al salir de la ducha se puso lo primero que vio en su armario, y salió a fumar. Claro que con cuidado de la maldita señora Marshall, lo veía fumando y en dos segundos lo sabría todo el puto vecindario.

Vio pasar frente a su casa a dicha señora de echo.
Apagó el cigarro de inmediato.

—¿Que haces jovencito?—Le dijo ella mirándolo mal de arriba a abajo.

—Nada.—Se encogió de hombros.

—Le diré a tus papás que tú andas en muy malas ramas.—Negó con la cabeza tomando bien ambas bolsas que cargaba en manos.

—¿Le ayudo con las bolsas?

—Ah... bien. Te agradezco.

Tyler tomó una de las bolsas que contenían alimentos. Latas de atún, cajas de leche, cereales entre otras cosas. Llevo la bolsa hasta la entrada de la casa de la señora Marshall.

—¿Le dejo en la cocina?—Preguntó.

—Sí puedes. Adelante pasa.

Sin mucho esfuerzo dejó la bolsa en la cocina, en la isla de esta. Miró la casa.

Echa mierda.

A ver... no estaba juzgando, es que en si la casa se veía en mal estado.

Habían telarañas en las esquinas de la cocina, la pila estaba hasta el tope de platos sucios, en el suelo habían sobras de comida, o eso parecía, y en las paredes manchas que no sabría muy bien que decir que eran.  Además, así estaba toda la casa. Llena de juguetes de niños por todos lados, polvo, y bueno...

Entendía que quizás ella no tenía mucho tiempo de hacer todo. Pero ni siquiera estaba en un nivel de descuidado común. Parecía una puta casa abandonada.

—¿Y sus hijos?—Preguntó el diablo mirando la cocina.

—Con su padre. No volverán dentro de una semana Jon se los llevó de viaje a un campamento... algo así me mencionó.

𝐐 𝐔 𝐄 𝐑 𝐔 𝐁 Í 𝐍 // [tysh/joshler]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora