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El ardor en su cabeza se hizo presente al abrir sus ojos. Sentarse en el borde del colchón fue otro retro. La cabeza le daba vueltas. Y a cómo pudo se puso de pie.

Pensó que sería la resaca de la fiesta de anoche.

Logró sentirse bien al ducharse. Pero al verse al espejo vio borroso, y la cabeza la daba vueltas sintiendo que se desmayaría allí mismo.

—¡Apresúrate que llegaremos tarde!—Exclamó su hermano del otro lado de la puerta del baño.

Tyler respiró hondo, y al poder enfocar la vista, vio sus ojos negros. ¿Acaso seguía drogado? Bueno, "drogado" era la excusa que estaba usando aún que no hubiera consumido nada en aquella fiesta.

Los tenía negros completamente, perecían agujeros sin ningún fin. Se los frotó y con el corazón bombeando logró que volvieran a la normalidad.

Es lo único extraño que pasó. Al menos en la mañana.

Ignorando que cuando pasó junto al crucifico en la entrada de su casa le ardió el pecho, al igual que cuando su madre hizo oración en el desayuno los oídos le vibraron junto a un pitido que le estallaría la cabeza.

—¿todo bien Ty?—Preguntó su padre al notarlo muy callado en el auto.

—Sí, solo... fue una mañana extraña.

—Tendrán un día genial los dos.—Sonrió refiriéndose también a su hermano. —Dios tiene grandes planes para ambos.

Tyler inconscientemente frunció el ceño, sonrió forzado ante el comentario de su padre. Bajó del auto junto a su hermano y se adentró al instituto más religioso que sus progenitores encontraron.

Estatuas, crucifijos, y todo absolutamente todo tenía que ver con la biblia. Ah... peor aún. Usaban uniforme. Una camisa de botones blanca, ya sea de manga larga o corta. Junto a unos pantalones negros para los chicos, y una falda por debajo de las rodillas para las chicas.

No sonaba tan mal. Muchos institutos alrededor del mundo tenían uniformes, lo malo era la intención. Lo hacían para que el estudiantado no se expresara. No se podían pintar las uñas, nada de maquillaje, nada de perforaciones y mucho menos tatuajes, tampoco el cabello de otro color... nada.

En fin. Si Tyler se ponía a pensar en lo horrible que era el ambiente en el que estaba vomitaría. Y lo haría enserio. La cabeza no dejaba de dolerle además de estar mareado desde que despertó, y las náuseas se apoderaron de él.

Se acercó al basurero más cercano y sin evitarlo vomitó

—Uy, ¿todo bien Ty?—Era André.

André se veía agitado, o cansado. Andaba un suéter negro tapándole los brazos, lo que Tyler sabía que significa una sola cosa: su madre le había pegado.

No se lo estaba sacando de la manga, André les había dicho a Devon y a él que para evitar más problemas prefería esconder las marcas del cinturón. Porque sí, la madre de André le pegaba con un cinturón de cuero.

—No.—respondió con la cabeza en el basurero.

—¿Vamos a enfermería?—Se preocupó.

—No.—Se levantó y acomodó su cabello. —Todo a estado extraño.

—¿en que sentido?

—Todo. Me siento como otra persona.—Rió. Intentando acomodarse después de vomitar en el basurero de la entrada al instituto.

—Bueno, háblalo con Dios.—bromeó.

—Cállate, suenas como mi padre.—Rió dándole un golpecito en el hombro.

𝐐 𝐔 𝐄 𝐑 𝐔 𝐁 Í 𝐍 // [tysh/joshler]Where stories live. Discover now