Uno: Despertar con el pie izquierdo.

137 21 4
                                    

Si SeokJin se viera al dormir sentiría vergüenza.

Con una cama para dos personas, el hombre ocupa más espacio del que necesita, sus piernas se extienden hasta ambas esquinas del colchón y su cabeza se oculta en una blanda almohada que aguanta sus babas. Está consciente, pero no consigue abrir los ojos, una vocecita le avisa que su alarma va a sonar, y él espera que así sea para sentarse a ojos entrecerrados y desordenado cabello negro.

—NamJoon —saluda, sosteniendo el teléfono en su oreja.

Ya se ha bañado, vestido y lavado los dientes, de hecho, ni siquiera está en casa, camina contento y campante hacia su cafetería favorita, lo ha sido desde que tiene memoria, puede recordar el olor, los colores, la calidez del ambiente. Suspira de solo pensar en llegar. La mañana va fantástica de momento, se siente fresco y de estupendo aroma, el nuevo perfume que compró sin dudas le sienta de maravilla.

—Debes cubrir el juego de ayer —informa el muchacho—, hubo controversia sobre los resultados, por ello debemos ser objetivos. Se nos ha pedido también hacer un reporte, la veterinaria...

—NamJoon —le corta SeokJin, quien anteriormente escuchaba atento y emitía ruiditos dando a entender que prestaba atención—. NamJoon...

—¿Qué pasa, SeokJin? No has dicho nada además de mi nombre desde que respondiste la llamada.

Frente a los ojos del pelinegro, su cafetería de toda la vida no tiene abiertas sus puertas, las persianas están abajo y un cartel que no demora en leer cuelga de la manija:

"Cerrado hasta nuevo aviso,
disculpen las inconvenientes."

SeokJin ahoga un grito horrorizado en su garganta, se va a desmayar y quiere gritarle a todo el mundo que el fin se acerca, nada volverá a ser igual, de pronto los colores se apagan, los pájaros no cantan, el aire se siente pesado...

—SeokJin —escucha venir desde su teléfono—, ¿sigues ahí? ¿Qué pasa?

—Nuestro planeta es un lugar injusto y sin sentido, la vida no es lo que solía ser.

—¿Y eso qué? —pregunta, confundido—. Bueno, sí, tienes razón. El calentamiento global es un problema enorme que debería tomarse en cuenta, no creo que...

—¡Cerraron mi cafetería!

—Ah. ¿Por eso la vida es vacía ahora?

—Tal vez siempre lo ha sido —susurra, su voz triste.

—Ya, ya, SeokJin, encontrarás otra. Debo empezar desde cero lo que haremos hoy, ¿puedes escucharme?

—¿Otra? —exclama indignado—. ¡No hay otra como esta! La amabilidad, el café, ¡yo!

—¿Qué quieres decir con tú?

—Soy el cliente preferido —NamJoon va a hablar, pero SeokJin lo hace primero—: creo que no iré al trabajo hoy, me siento mal, merezco estar en cama y reposar, ¿sabes? Estas noticias no me han caído bien.

—Noticias, qué irónico. ¿Puedes comprar café en otro lugar y llegar pronto? Estaré furioso si no llegas en media hora, dudo que te agrade verme así.

—No quiero —protesta, haciendo puchero—, estoy muy triste.

—Lamentable. Eres la cara del canal, no puedes faltar.

—¿Y por qué no?

—Porque yo lo digo y punto.

—Soy tu mayor, no puedes hablarme así.

—Si no estás aquí en treinta minutos haré que te despidan, SeokJin, no estoy bromeando.

—¿Qué ocurre contigo NamJoon? No te conocía tan violento.

Treinta y seis. | JinKook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora