Capítulo 1

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Dos días después me encuentro observando la casa de mi tía, el pueblo es precioso, su casa es grande, mi tio mete su coche al garage, fue el viaje más incómodo que hice en coche, mi cuerpo se tensaba a y no dejaba de temblar en todo el trayecto, por suerte ninguno se dio cuenta, en una semana mi BMW i8 llegará, aunque hace años que no lo utilizo, aún así lo quería a mi lado hasta que consiga comprarme un medio de transporte apto para mi, mientras tendré que conformarme que mi primo me lleve en su moto. Hace cinco años que no lo veo, el último recuerdo que tengo de él es que era un chico de piel blanca, cabello rubios, ojos grandes y verdes, quizás era así por que utilizaba gafas, delgado, me reía de él diciéndole que a lo mejor tenia anemia de lo delgado que era, era extremadamente tímido. Me imagino que no debe de tener éxito con ninguna chica de su colegio, él es un año menor que yo, yo estoy curzando el último año y después a la universidad.

La casa por dentro es bastante acogedora, la casa es de dos piso, en la planta baja se encuentra la cocina, la sala de estar, el comedor y dos baños para los invitados, todo muy grande por cierto.

Frederic me indica que suba al segundo piso, que solo consta de puras habitación, cada una con su propio baño, por suerte para mí me quedaré en la habitación de invitados, es decir, dormire sola, mi tía dijo que mis primos no tardarían en llegar.

Me siento en la cama de mi habitación, dejan las maletas y salen, todo es bonito, hay armarios empotrados a la pared, un escritorio a un lado y un tocador en el centro, la cama parece matrimonial, a cada lado hay tocadores muy monos, por la ventana puedo ver la playa ya que no nos encontramos muy lejos, mi tía también dijo que mañana empezaría las clases, empezó hace un mes así que no creo que tenga problemas para ponerme al día.

-ya llegué!!- oigo la voz de un chico en la planta baja.

Ese debe de ser Eddie, bajo por las escaleras y me sorprendo al verlo tan cambiado, su cuerpo anémico desapareció para dar paso a uno mas atlético, espalda ancha, brazos gruesos y bien trabajados, las gafas desaparecieron realzando sus verdes ojos, es increíblemente guapo, si lo viera por la calle no lo reconocería.

-Eddie, que cambiado estás primito- sonrío mirándolo desde lo alto de las escaleras.

Mi comentario hace que se sonroje, ya veo que ese cuerpazo no nubló su timidez, seguro las chicas se lanzan a sus pies.

-dime...sigues metida en eso de las peleas?- pregunta con una sonrisa.

Niego con la cabeza mientras termino de bajar los últimos escalones.

-no, como verás estoy aquí-digo encogiendome de hombros.

Recuerdo como Marcus se puso furioso cuando dije que me mudaría, estoy segura que lo decepcioné igual que a los patrocinadores, pero no me importa.

La pequeña Lily es muy tímida, la ultima vez que la vi tenia 4 años, no me recuerda, ahora tiene nueve años. Pasamos el día poniéndonos al día, me dice que está aburrido de que las chicas se ofrezcan a el tan desvergonzadamente, sus palabras no las mías, eso me hizo soltar una enorme carcajada, hasta que mi tía nos interrumpe diciéndonos que es hora de dormir.

A la mañana siguiente los gritos de mi tía me despiertan, me levanto por un momento desorientada hasta que recuerdo que ahora vivo con mi tía y el pensamiento de volver a clase hace que mi cabeza no se quiera separar del cómodo pedazo de nube que tengo debajo. Un segundo grito hace que abra los ojos de golpe cuando ya empezaban a medio cerrarse. Miro por la ventana, no hay rastro de sol, el viento sopla con fuerza.

Me meto en la ducha, al salir me visto con un pantalón pitillo de cuero negro, una blusa blanca sin tirantes y mi chaqueta de cuero negro junto con mis bailarinas del mismo color.

Adicta a tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora