Capítulo 61

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COMENTARIO ESTRELLA (26/05/2022): sophianoe Con esa autoridad pegame y decime marta sin problemas

Kalu: X2

Capítulo 61| Dónde y cómo quieras.

Con su lengua, la que ahora no podía dejar de imaginar entre mis piernas, delineó su labio inferior al quitar su dedo de allí, y volvió a observarme, serio. No sabía cual de todas las imágenes que estaba viendo en esos momentos, era la más caliente. La que más me gustaba.

No sabía que decir, no tenía idea de qué hacer. Lo desconocía, y esta versión, este Ashton, me encantaba.

—No fue una pregunta —aclaró, solemne —. Siéntate en mi cara —ordenó. 

Pasé saliva, sin aliento. Una hormigueo que jamás sentí, se arrastró desde el inicio de mi espalda, irradiando hacia los hombros. Fue una electricidad que comenzó desde mi columna vertebral, hasta los pies y se intensificó en el punto más sensible entre mis piernas. 

Estaba fascinada, extasiada. No me lo creía, y al mismo tiempo lo estaba viendo. Lo tenía allí, tenía algo de él que jamás me había dado.

Asentí, cautivada. Ashton desprendía un magnetismo único y yo era el polo opuesto que no podía resistirse a él. 

Se alejó, y su mano se entrelazó con la mía. Caminamos, sin apuro, hasta la cama, y solo me soltó para acostarse allí, con las manos detrás de la cabeza y observarme con deseo.

Reí, nerviosa y un fervor que jamás había sentido se apoderó de mi cuerpo cuando me hizo una señal con la cabeza para que hiciera lo que me había ordenado anteriormente.

Con las manos temblorosas, me acaricié los muslos sobre el vestido. La manera en la cual me observó me hizo sentir poderosa. Me veía maravillado, embriagado, como si jamás pudiera volver a encontrar algo así.

Tomé aire antes de meter las manos bajo la tela, haciendo que se arrugara a los lados, y me quité la ropa interior despacio, dejándola caer al piso. Ashton me observó atento, suspiró y llevó la mano a su erección. Lo vi acariciarse sobre la toalla y la mente se me llenó de miles de ideas.

Estiró la mano, tomando la mía, y me guió hasta que me subí sobre él, con las rodillas a sus lados. Estaba sobre su estómago, el cual subía y bajaba debajo de mí.

En esa situación, con su mirada sobre mí, sus manos en mis piernas, colándose bajo mi vestido. Su aroma, embriagándome como siempre, el calor de su cuerpo. Me costaba hablar, pensar. Aquello se sentía tan irreal y arrebatador, que simplemente no podía. 

—Te veo nerviosa —observó, entretenido.

Reí, nerviosa. Y luego reí por reír nerviosa. 

Mis manos sobre su pecho se dedicaron a acariciarlo. 

—Solo estoy... sorprendida.

Asintió, acariciando mi muslo por dentro pero sin llegar a donde quería que lo hiciera. La punta de sus dedos se deslizaba de un lado a otro. Mientras que sus ojos no abandonaban los míos. 

—¿Sigues sin recordar lo que pasó la noche que te emborrachaste? —Asentí, confundida —. Me confesaste muchas cosas esa noche...

Intenté buscar en mis recuerdos alguna imagen borrosa, pero me fue imposible. Lo único que había logrado tener presente de esa noche, fue su aroma y calidez cuando me recosté a su lado para dormir. 

—¿Sexuales? 

Bajó la mirada, despacio, a mis pechos y subió una mano para acariciar por el medio. Todo sobre la tela. Me removí sobre él. Cuando sus ojos volvieron a conectar con los míos, él ya no quería hablar.

La consejera sexual de Ashton| EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora