Capitulo 40

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Madeleine

Se formó una revolución en la sala de profesores cuando todos se enteraron de mi situación y el deseo de dejar mi lugar durante el período de embarazo. Muchas personas hablaron de mí antes, mis colegas mayores , y siempre fue desagradable, pero ahora no me importa.

- Pensé que te estabas divorciando de tu esposo - Me pregunta Elena unas de las profesoras del Liceo

- Ya estoy divorciada

- ¿Sí?.. ¿Y ahora qué? ¿Volverán a estar juntos por el bebé? - curioso.

- No nos llevamos bien - espero que mis respuestas monosilábicas aceleren el final del interrogatorio.

- Dicen que te engañó.

- Sí. Así fue, - Asiento con la cabeza, sin apartar los ojos de la revista. - Él no es el padre del bebé

- ¿Q-qué?... ¿Ya has encontrado a alguien?Fuiste rápida.

- No lo busqué, es mi... viejo amor.

- ¡Muy romantico! - Elena fingió estar feliz por mí. - Te has convertido en otra cosa... Como si estuvieras más viva

- ¿Cómo era antes?

- Sombría, cerrada Y ahora estás toda resplandeciente. Probablemente sea el bebe.

Por supuesto, todo esto se debe al embarazo. Bueno, y por el hombre correcto en mi vida.

- Sí... estoy feliz, - sonrió a la chica, sin dejar de profundizar en las notas.

No tendré que trabajar por algunas semanas más. Sólo un par de días hasta que encuentren un reemplazo para mí. Ya llamé a Alexander y le informé alegremente al respecto. Quedamos en encontrarnos después del trabajo para irnos a casa.

Los días siguientes transcurrieron notablemente bien a pesar de las constantes náuseas. El médico me recetó algo.

- ¿No puedes faltar hoy? —pregunta Alexander, que no quiere abrirme la puerta. - estas pálida...

- Este es el último día. Tengo que hacerlo, le sonrío. - Me siento muy bien. Sólo hay dos conferencias hoy, iré y luego llegaré a casa, abre la puerta llego tarde Alexander

- Tengo un mal presentimiento...

- ¿Tienes una premonición? Tú no crees en nada de esto.

- Ahora creo. Llámalos y diles que tienes que ir al hospital - insiste. - Qué te sientes mal

- Pero eso no es cierto. Y también quiero despedirme de los chicos. Necesito arreglar unos horarios con el trabajo en casa. Prometiste que lo harías.

- Lo prometí, sí... - Él frunció el ceño. - Está bien, adelante - abriendo la puerta a regañadientes.

- ¡Te amo! Lo beso y me apresuro a enrollar la bufanda alrededor de su cuello.

- Llámame en media hora.

- Por supuesto - tiro de la manija y salgo.

- Yo también te amo - lo escucho decir antes de que pueda cerrar la puerta detrás de mí.

Le tiro un beso y me apresuro a correr hacia el edificio.

Me dirigí a la última clase con tristeza. Me entristeció darme cuenta de que tendría que dejar a estos muchachos. Estarán fuera cuando regrese.

Y este estado en sí... Las hormonas se dispararon, las náuseas terminaron. Pero traté de no pensar en ello.

Ahora quería terminar la conferencia lo antes posible e irme a casa. Quiero un sofá. Recuéstese y relájese todo el día. Beber algo frío para que no me sienta mal. Y también que estaba al lado de Ivanna.

Mamá para su hija© { ✓}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora