La perspectiva de un felino

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"Y ahora unos votos matrimoniales;

En cuanto tenga oportunidad, voy a robar tu corazón."

Capitulo 5

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Estar bebido y conducir de madrugada por esas largas carreteras solitarias era una cosa tan buena y refrescante, que Eren no quería tener que detenerse.

A esa hora no había tráfico, así que no se necesitaba mucha concentración, sin tener que pensar, era solo una inofensiva libertad, refrescando su alma sedienta de emoción y adrenalina.

Siempre le gustó conducir; su primer automóvil lo consiguió a los dieciséis años, como un regalo por parte de su abuelo —ya fallecido—, y rápidamente se volvió una adicción para él.

Una búsqueda desesperada de oxígeno en los momentos en que más se sentía asfixiado por su familia. Era divertido, únicamente tomar su lujoso auto y salir de fiesta con sus amigos de bachillerato, a escondidas, asegurándose de no regresar hasta bien entrada la madrugada.

Eso solía sentirse realmente bien.

En aquellos tiempos, era como si el mundo fuera una pequeña masa comprimida a su alrededor, su jardín de juegos, él sentía que podía lograr cualquier cosa que se propusiera. Ahora. Viendo hacia atrás, quizá esos fueron los momentos en que estuvo más cerca de ser libre, si es que tenía alguna idea de lo que se sentía.

—Quizá deberías bajar un poco la velocidad, Eren —pidió Armin —como por tercera vez en la noche— desde el asiento de copiloto, con su cinturón perfectamente colocado y los dedos aferrados al asiento de imitación cuero.

Eren le miró de lado y no pudo evitar reír de lo divertido que era el cabello rubio de Armin revoloteando por todo su rostro. —Yo tengo una mejor idea, ¿por qué no pones algo de música?

Ante esa obvia determinación de Eren de ignorar sus constantes sugerencias de bajar la velocidad, Armin no pudo más que sujetarse con más fuerza al asiento, y rezar para no terminar la noche en una camilla de hospital.

—Me quedé sin batería —y eso había sucedido justo frente a sus ojos, solo unas cuantas horas antes. —¿Recuerdas?

—¿Honestamente? Lo olvidé. Pero puedes utilizar el mío, está en mi bolsa.

Armin asintió en silencio, mudo del descaro, y busco el teléfono en el interior del bolso tipo de mochila de Eren, ese que había estado cuidando desde más temprano; es pequeño y tiene una simple forma cuadrada, así que no le tomó mucho esfuerzo dar con el aparato.

—No tiene contraseña —dijo al desbloquear la pantalla con un simple deslizamiento.

—¿Por qué la tendría?

Armin está a punto de responder que todos los que conoce usan una, cuando nota las notificaciones de Eren. —Tienes algunas llamadas perdidas de un número desconocido, y un mensaje, del mismo número.

—Ah, ese debe de ser Levi —responde con un marcado tono de deleite. —Ignóralo —dice, pero justo después cambia de parecer. —No, mejor léelo.

Armin titubea un poco por la confianza que Eren le está dando, pero no dice nada y, en cambio, murmura un:—Hum, bien... —mientras desliza hacia abajo la notificación, para leer sin tener que abrir el mensaje. —Él respondió "¿Dónde estás?", y justo en el mismo mensaje "¿Cuando llegarás?"

—Respóndele "Después" —sin siquiera pensarlo más de una vez —Sabremos si sigue despierto.

Armin no termina de entender si de verdad debería responder por Eren, considerando que él está bebido y quizá está dándole más confianza de la que le daría normalmente. Además, no puede evitar pensar que quien recibirá esos mensajes al otro lado de la pantalla es su jefe. Y algo en todo eso no termina de sentirse correcto.

El perfume de las mariposasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora