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Despertó de golpe en el sofá de la habitación que tenía rentada, la televisión encendida en algún noticiero matutino y tanto la playera que llevaba como la tela del mueble empapados en sudor. Rápidamente tocó su rostro, su cabello, miro su cuerpo, todo estaba bien, estaba donde tenía que estar.

No podía creer que aquel encuentro con esa gente el primer día que llegaron a la ciudad lo iba a marcar tanto, no creía que fuera a remover tantos recuerdos que creía nunca existieron, tantos sentimientos reprimidos... cómo si no tuviera suficiente con los que ya tenía y se cuestionaba desde hace tanto.

Después de una ducha y "tomar prestada" una camioneta llegó a la librería, entró encontrándose con Takeshi vigilando, le dio un saludo y caminó hacia la oficina de Carlo, abrió solo encontrándose a Golondrina y a Andrés hablando de algo.

—¿Qué pasa chavales? ¿Cómo estáis?— Saludó tratando de sonar lo más normal posible.

—¿Qué pasa? Mira que cara traes ¿Mala noche?— El mayor alzó una ceja.

—Na', na' no os preocupéis, solo gajes del oficio...— Rió un poco tratando de aligerar el ambiente. —¿Y Carlo?—

—Mmh creo que dijo que se cambiaría...— Golondrina apuntó a la salida mientras decía eso.

—Bueno creo que yo haré lo mismo, todos andan muy fancys hoy...— Salió del lugar y cruzó el bestibulo hacia los vestidores. Tomó el pomo de la puerta dispuesto a abrirla pero se detuvo, en su lugar dio un par de toquecitos mientras pegaba su oreja a la madera. —Buenaas ¿se puede?—

Hubo un corto silencio antes de escuchar un "Adelante" por parte del italiano, entró al lugar para encontrarle medio desnudo sacando una camisa de su locker. Trató que su vista no se posara por mucho rato en su torso y fue hacia su propio compartimiento para sacar su ropa.

—Vaya que cara de mierda traes ¿Esta todo bien?—

Dejó de pelearse un momento con el candado para mirar al rubio que había detenido su vestir para prestarle atención.

—Todo persfecto...— Dijo con una sonrisa para volver a tratar (inútilmente) de poner la combinación de su candado.

—O..kay...—  No le creía para nada, desde hace un tiempo veía al español raro y no era por todo el asunto de su familia, era algo que venía desde hace más tiempo, se atrevía a decir que desde Londres el chico parecía extraño, como si ocultara algo y no negaba que eso le molestaba.

Terminó de vestirse y cerró la puerta de metal de un golpe. —Date prisa, hay cosas que hacer y lo principal ya que volvió Andrés, es ponerlo al tanto de tu marrón...—

Alfonso hizo una mueca al escucharlo y solo acento con la cabeza despacio. —Voy para hayas, no tardo...— Le dolía mucho que desde que ocurrió todo Carlo parecía más seco con él, sabía que era un hijo de puta a veces pero no negaba que muchos de sus comentarios le dolían en lo más profundo.

El rubio se dispuso a salir, abrió un poco la puerta aunque rápidamente cambio de opinión y volvió a cerrar, acercándose de nuevo al menor.

—Si hay algo más que quieras decirme, ahora es un buen momento...—

Aquello tomó por sorpresa al de ojos cafés, tanto las palabras como la mirada entre molesta y preocupada del más alto. El lugar se quedó en silencio por lo que pensaba fue una eternidad, las miradas de ambos fijas en el otro, Alfonso abrió un poco la boca pero lo que quería decir no lo hizo, así que solo tragó saliva y cambio sus palabras, esas si salieron.

—No hay nadas, lo que dije la última vez es todo...—

La mirada de Carlo que en un momento parecía ablandarse se volvió de nuevo en un ceño fruncido, gruñó entre dientes alejándose del menor y yendo de nuevo hacia la puerta.

—Bien, haya tu...— Y salió del lugar dando un fuerte portazo, dejando solo al azabache.

—...Si...Si hay algo que quiero decirte...— Habló en voz baja, ahora sí las palabras había salido. —¡Dios! Qué patético soy, soy un chiste andante...— 

Pero, estaba bien no decirle nada ¿no? Ya había suficientes problemas como para incluir el estar enamorado del rubio cuál colegiala, además que el comportamiento arisco de este hacia él solo le hacía ver qué algo así era imposible y eso estaba ¿bien? quizás así se quitaba aquella tonta idea de la cabeza y todo se quedaba como siempre debió quedarse.

Se regaño de nuevo como lo hacía con tanta frecuencia mientras murmuraba para si mismo un montón de insultos, cualquiera que lo viera lo tomaría por un loquito.

Y por fin el candado de su locker se abrió, tremendo chiste era todo, al universo le encantaba burlarse de él.

Nothing Is Gonna Be The Same [Carlo×El Cejas/Carlejas]Where stories live. Discover now