Veinticuatro

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JunMyeon suspiró y se hundió profundamente en el agua del jacuzzi dejando que sus chorros le aliviaran la tensión. Aquél era un lujo que no iba a poder permitirse cuando volviera a Seúl, pensó. Al día siguiente, a esa misma hora, estaría en el avión de vuelta.

Volvió a suspirar y se llevó una mano a la cabeza para alborotárselo. Mechones de cabello mojado le caían por la cara. No tenía tiempo de lavárselo si quería bajar al restaurante a una hora razonable.

Llegaba tarde, por supuesto, por culpa de Mark. Era el productor de Luhan, y le había hecho esperar durante horas. Cuando por fin había conseguido hablar con él tampoco se había mostrado muy cortés. A pesar de todo había descubierto muchas cosas sobre Luhan hablando con la gente de los estudios. Había hablado con el camarógrafo, los técnicos, los maquilladores y el director, y todos le habían contado alguna anécdota curiosa. Aparentemente Luhan estaba bien considerado, pero JunMyeon sospechaba que tras esas dulces palabras se ocultaba el miedo a perder el empleo.

Aquella había sido una semana estresante, se dijo. Sobre todo, por la presencia constante de Zitao que había insistido en acompañarlo a todas partes con la excusa de facilitarle las cosas. Una vez más, sin embargo, JunMyeon sospechaba que sus motivos no eran tan altruistas. Tenía la sensación de que Luhan se lo mandaba para asegurarse de que no viera a nadie más.

Como si eso fuera posible... recapacitó JunMyeon.

Había pasado casi una semana entera desde aquella tarde con SeHun. Lo cierto era que no esperaba que SeHun tratara de ponerse en contacto de nuevo con él, pero no podía evitar sentirse desilusionado de no verlo por el hotel. Probablemente SeHun se habría marchado a Hainan y no habría vuelto a pensar en él, reflexionó. Excepto quizá para sentirse aliviado de haber evitado otra escena.

De pronto oyó el timbre del teléfono, que lo sacó de sus elucubraciones. Tenía que ser Luhan, se dijo a sí mismo. Luhan solía telefonearlo a esas horas. ¿Para comprobar dónde estaba, quizá?, se preguntó con cinismo.

JunMyeon cerró los chorros de agua y se sentó para contestar. En aquel hotel, como en los mejores establecimientos, había un teléfono en el baño. Estuvo a punto de escurrírsele el auricular, así que cuando contestó lo hizo medio riendo:

—¿Sí? —susurro JunMyeon risueño.

—¿JunMyeon? —susurro Yixing detrás de la línea.

—Hola, Yixing. —contestó JunMyeon sintiendo que su corazón se hundía y deseando no haber descolgado.

—JunMyeon, quiero verte. Luhan me ha dicho que te marchas, y tengo que hablar contigo. —suplico Yixing angustiado—. Sé que es tarde y que probablemente estarás cansado, pero no puedo dejarte marchar sin que sepas lo que siento por ti.

—No, Yixing. —respondió JunMyeon con cansancio.

—¿Qué quieres decir con «no»? —insistió Yixing con tono mal humorado.

—Quiero decir que no quiero verte. —contestó JunMyeon con sencillez—. Lo siento, pero es así. Estoy... seguro de que Luhan y tú podrán arreglar todos sus problemas si lo intentan de verdad. —hizo una pausa—. ¿Han pensado en tener un hijo? Si no recuerdo mal ésa era una de las razones por las que me pediste el divorcio. Así que, tal vez eso ayude a tu matrimonio.

—Ah, sí claro. —dijo Yixing con indignación—. Tenías que sacar eso a relucir ahora, ¿verdad? Sabes tan bien como yo que no puedo tener hijos.

—No lo sabía. —protestó JunMyeon ofendido, comprendiendo en ese momento lo injusto de sus acusaciones cuando se separaron—. No sé si recuerdes que el culpable era yo hasta el día en que nos separamos, pero gracias por decírmelo. Más vale tarde que nunca.

Dulce Venganza-SEHOKde žijí příběhy. Začni objevovat